El papa Francisco ha querido desvincularse de estas decisiones. Bergoglio, como en todos sus viajes, se encontró en privado con víctimas de abusos, y eligió con cuidado que sus primeras referencias al escándalo se dieran, precisamente, en su encuentro con los obispos y religiosos del país. Entretanto, media Lisboa está empapelada con carteles reclamando justicia y reconocimiento para las víctimas de la pederastia clerical que, con este paso dado por Bergoglio, han encontrado cierto consuelo a su sufrimiento.