"Uno no puede resignarse. Hace falta algo más. Necesitamos la audacia de la paz" Francisco, al encuentro de Sant'Egidio en Berlín: "No tengamos miedo de convertirnos en mendigos de la paz"

Encuentro por la paz de la Comunidad de Sant'Egidio
Encuentro por la paz de la Comunidad de Sant'Egidio Sant'Egidio

"Lo que hace falta es la audacia de la paz: ahora, porque demasiados conflictos duran ya demasiado tiempo, tanto que algunos parecen no acabar nunca, de modo que en un mundo en el que todo va deprisa, sólo el final de las guerras parece lento"

"Hay que tener el valor de saber girar, a pesar de los obstáculos y las dificultades objetivas. La audacia de la paz es la profecía que se exige a quienes tienen en sus manos el destino de los países en guerra, a la comunidad internacional, a todos nosotros, especialmente a los hombres y mujeres creyentes, para que den voz a los gritos de madres y padres, al desgarro de los caídos, a la inutilidad de la destrucción, denunciando la locura de la guerra"

"Sigamos rezando por la paz sin cansarnos, llamando con espíritu humilde e insistente a la puerta siempre abierta del corazón de Dios y a las puertas de la humanidad. Pedimos que se abran caminos de paz, especialmente para la querida y atormentada Ucrania"

La lucha por la paz "no es imposible para los creyentes, que viven la audacia de una oración esperanzada. Pero tampoco debe ser imposible para los políticos, para los dirigentes, para los diplomáticos"

La "audacia de la paz" frente a la "locura de la guerra". El Papa Francisco ha hecho un llamamiento a creyentes y no creyentes a "convertirnos en mendigos de la paz" en el discurso enviado a los participantes en el Encuentro Internacional de Oración por la Paz que la Comunidad de Sant'Egidio concluye hoy en Berlín, y que reún a líderes religiosos, políticos, culturales y sociales de todo el mundo.

Con la mirada puesta en la guerra de Ucrania (a la vez que un destacado miembro de la comunidad fundada por Andrea Riccardi, Matteo Zuppi, viaja hacia Pekín), el Papa quiso entroncar las guerra actuales con el acontecimiento histórico de la caída del muro que separaba a las dos Alemanias.

"Ese muro dividía también dos mundos, el Oeste y el Este de Europa. Su caída, que se produjo con la ayuda de diversos factores, el valor de muchos y las oraciones de muchos, abrió nuevas perspectivas: la libertad de los pueblos, la reunificación de las familias, pero también la esperanza de una nueva paz mundial, tras la Guerra Fría", recordó Francisco, quien lamentó cómo "desgraciadamente, a lo largo de los años, no se ha construido sobre esta esperanza común, sino sobre intereses particulares y la desconfianza hacia los demás".

"Así, en lugar de derribar muros, se levantaron más muros. Y del muro a la trinchera el paso, por desgracia, suele ser corto", advirtió el Pontífice, quien subrayó cómo, "hoy en día, la guerra sigue haciendo estragos en demasiadas partes del mundo: pienso en muchas zonas de África y Oriente Medio, pero también en muchas otras regiones del planeta; y Europa, que conoce la guerra de Ucrania, un conflicto terrible que no ve fin y que ha causado muertos, heridos, dolor, éxodo, destrucción".

Encuentro por la paz de Sant'Egidio

No resignarnos

"Ante este panorama, uno no puede resignarse. Hace falta algo más", clamó el Papa. "Necesitamos 'la audacia de la paz'", porque "no basta el realismo, no bastan las consideraciones políticas, no bastan los aspectos estratégicos aplicados hasta ahora; hace falta algo más, porque la guerra continúa".

"Lo que hace falta es la audacia de la paz: ahora, porque demasiados conflictos duran ya demasiado tiempo, tanto que algunos parecen no acabar nunca, de modo que en un mundo en el que todo va deprisa, sólo el final de las guerras parece lento", reclamó Bergoglio, quien invitó a "tener el valor de saber girar, a pesar de los obstáculos y las dificultades objetivas".

Y es que, añadió Francisco, "la audacia de la paz es la profecía que se exige a quienes tienen en sus manos el destino de los países en guerra, a la comunidad internacional, a todos nosotros, especialmente a los hombres y mujeres creyentes, para que den voz a los gritos de madres y padres, al desgarro de los caídos, a la inutilidad de la destrucción, denunciando la locura de la guerra".

"No tengamos miedo de convertirnos en mendigos de la paz, uniéndonos a nuestras hermanas y hermanos de otras religiones, y a todos aquellos que no se resignan a la inevitabilidad del conflicto"

"No tengamos miedo de convertirnos en mendigos de la paz, uniéndonos a nuestras hermanas y hermanos de otras religiones, y a todos aquellos que no se resignan a la inevitabilidad del conflicto", reivindicó Bergoglio, quien quiso unirse "a vuestra oración por el fin de las guerras, agradeciéndoos de corazón todo lo que hacéis".

"Es necesario avanzar para atravesar el muro de lo imposible, erigido sobre argumentos que parecen irrefutables, sobre el recuerdo de tantos dolores pasados y de grandes heridas sufridas. Es difícil, pero no es imposible", concluyó el Papa, recordando que la tarea "no es imposible para los creyentes, que viven la audacia de una oración esperanzada. Pero tampoco debe ser imposible para los políticos, para los dirigentes, para los diplomáticos".

"Sigamos rezando por la paz sin cansarnos, llamando con espíritu humilde e insistente a la puerta siempre abierta del corazón de Dios y a las puertas de la humanidad. Pedimos que se abran caminos de paz, especialmente para la querida y atormentada Ucrania", finalizó.

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