Impactante discurso del Papa defendiendo la "infailibilidad" del "santo pueblo de Dios" Francisco, durísimo, arremete contra las "actitudes machistas y dictatoriales" de la jerarquía eclesiástica

El Papa, durante la Congregación General
El Papa, durante la Congregación General Vatican Media

"Cuando los ministros se exceden en su servicio y maltratan al pueblo de Dios, desfiguran el rostro de la Iglesia con actitudes machistas y dictatoriales"

"Es doloroso encontrar en algunos despachos parroquiales la “lista de precios” de  los servicios sacramentales al modo de supermercado"

"O la Iglesia es el pueblo fiel de Dios en camino, santo y pecador, o termina siendo una empresa de servicios variados"

"Y cuando los agentes  de pastoral toman este segundo camino la Iglesia se convierte en el supermercado de la salvación y los sacerdotes meros empleados de una multinacional. Es la gran derrota a la que nos lleva el clericalismo. Y esto con mucha pena y escándalo (basta ir a sastrerías eclesiásticas en Roma para  ver el escándalo de sacerdotes jóvenes probándose sotanas y sombreros o albas y roquetes con  encajes)"

"Con cuánta naturalidad hablamos de los príncipes de la Iglesia, o de promociones episcopales como  ascensos de carrera! Los horrores del mundo, la mundanidad que maltrata al santo pueblo fiel de Dios"

Duro. Durísimo. El Papa Francisco, en castellano, se ha dirigido a la Asamblea del Sínodo, que esta tarde ha aprobado, con 336 votos a favor y 12 en contra, la Carta al Pueblo de Dios, y lo ha hecho para arremeter contra las "actitudes machistas y dictatoriales" de la jerarquía, y para defender "la infalibilidad" del santo pueblo de Dios, frente a interpretaciones clericalistas, dejando claro que "el clericalismo es un látigo, es un azote, es una forma de mundanidad que ensucia y daña el  rostro de la esposa del Señor; esclaviza al santo pueblo fiel de Dios".

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Algunas frases del discurso papal son, simplemente, memorables. Rescatamos este párrafo:

"Cuando los ministros se exceden en su servicio y maltratan al pueblo de Dios, desfiguran el rostro de la Iglesia con actitudes machistas y dictatoriales (basta recordar la intervención de la Hna.  Liliana Franco). Es doloroso encontrar en algunos despachos parroquiales la “lista de precios” de  los servicios sacramentales al modo de supermercado. O la Iglesia es el pueblo fiel de Dios en camino, santo y pecador, o termina siendo una empresa de servicios variados. Y cuando los agentes  de pastoral toman este segundo camino la Iglesia se convierte en el supermercado de la salvación y los sacerdotes meros empleados de una multinacional. Es la gran derrota a la que nos lleva el clericalismo. Y esto con mucha pena y escándalo (basta ir a sastrerías eclesiásticas en Roma para  ver el escándalo de sacerdotes jóvenes probándose sotanas y sombreros o albas y roquetes con  encajes)".

Y es que Francisco defiende a la Iglesia "como pueblo fiel de Dios, santo y pecador, pueblo convocado y  llamado con la fuerza de las bienaventuranzas y de Mateo 25", y señala que Jesús, "para su Iglesia, no asumió ninguno de los esquemas políticos de su tiempo: ni  fariseos, ni saduceos, ni esenios, ni zelotes. Ninguna “corporación cerrada”".

El santo pueblo fiel de Dios, infalible

Así le gusta pensar la Iglesia al Papa: "Como este pueblo sencillo y humilde que camina en la presencia del Señor". "Y digo pueblo fiel -se explicó- para no caer en los tantos enfoques y esquemas ideológicos con que es “reducida” la realidad  del pueblo de Dios. Sencillamente pueblo fiel, o también, “santo pueblo fiel de Dios” en camino,  santo y pecador. Y la Iglesia es ésta". 

"Una de las características de este pueblo fiel es su infalibilidad; sí, es infalible in credendo.  (In credendo falli nequit, dice LG 9) Infabilitas in credendo", recalcó Francisco. Y lo explicó de este modo: "Cuando quieras saber  lo que cree la Santa Madre Iglesia, andá al Magisterio, porque él es encargado de enseñártelo, pero  cuando quieras saber cómo cree la Iglesia, andá al pueblo fiel." 

"Cuando quieras saber  lo que cree la Santa Madre Iglesia, andá al Magisterio, porque él es encargado de enseñártelo, pero  cuando quieras saber cómo cree la Iglesia, andá al pueblo fiel"

Y es que, consagró Francisco, "el pueblo fiel, el santo pueblo fiel de Dios, tiene alma, y porque podemos hablar del alma de un pueblo podemos hablar de una hermenéutica, de una manera de ver la realidad, de una  conciencia. Nuestro pueblo fiel tiene conciencia de su dignidad, bautiza a sus hijos, entierra a sus muertos". 

La Iglesia es mujer, la jerarquía sale del pueblo

Junto a este pueblo han de estar los miembros de la jerarquía, que "venimos de ese pueblo y hemos recibido la fe de ese pueblo,  generalmente de nuestras madres y abuelas", con una fe "transmitida en dialecto femenino". "Y aquí me gusta subrayar que, en el santo pueblo fiel de Dios, la fe es transmitida en  dialecto, y generalmente en dialecto femenino. Esto no sólo porque la Iglesia es Madre y son  precisamente las mujeres quienes mejor la reflejan; (la Iglesia es mujer) sino porque son las mujeres  quienes saben esperar, saben descubrir los recursos de la Iglesia, del pueblo fiel, se arriesgan más  allá del límite, quizá con miedo pero corajudas, y en el claroscuro de un día que comienza se  acercan a un sepulcro con la intuición (todavía no esperanza) de que pueda haber algo de vida".

Congregación general, con el Papa

Porque, añadió, "la mujer del santo pueblo fiel de Dios es reflejo de la Iglesia. La Iglesia es femenina, es  esposa, es madre". Frente a esta realidad, "cuando los ministros se exceden en su servicio y maltratan al pueblo de Dios, desfiguran el rostro de la Iglesia con actitudes machistas y dictatoriales", criticó, citando a Liliana Franco.

Supermercado de la salvación

Y fue más allá: "Es doloroso encontrar en algunos despachos parroquiales la “lista de precios” de  los servicios sacramentales al modo de supermercado. O la Iglesia es el pueblo fiel de Dios en camino, santo y pecador, o termina siendo una empresa de servicios variados. Y cuando los agentes  de pastoral toman este segundo camino la Iglesia se convierte en el supermercado de la salvación y los sacerdotes meros empleados de una multinacional. Es la gran derrota a la que nos lleva el clericalismo. Y esto con mucha pena y escándalo (basta ir a sastrerías eclesiásticas en Roma para  ver el escándalo de sacerdotes jóvenes probándose sotanas y sombreros o albas y roquetes con encajes)". Francisco en estado puro. Sin anestesia. 

Es la gran derrota a la que nos lleva el clericalismo. Y esto con mucha pena y escándalo (basta ir a sastrerías eclesiásticas en Roma para  ver el escándalo de sacerdotes jóvenes probándose sotanas y sombreros o albas y roquetes con encajes)

El azote del clericalismo

Para concluir, otro puyazo: "El clericalismo es un látigo, es un azote, es una forma de mundanidad que ensucia y daña el  rostro de la esposa del Señor; esclaviza al santo pueblo fiel de Dios". Un pueblo de Dios, "el santo pueblo fiel de Dios, sigue adelante con paciencia y humildad  soportando los desprecios, maltratos, marginaciones de parte del clericalismo institucionalizado".

"¡Y con cuánta naturalidad hablamos de los príncipes de la Iglesia, o de promociones episcopales como  ascensos de carrera! Los horrores del mundo, la mundanidad que maltrata al santo pueblo fiel de  Dios", concluyó. 

Francisco, durante su intervención hoy

A continuación, las palabras del Papa al término de la 18 congregación

Me gusta pensar la Iglesia como pueblo fiel de Dios, santo y pecador, pueblo convocado y  llamado con la fuerza de las bienaventuranzas y de Mateo 25. 

Jesús, para su Iglesia, no asumió ninguno de los esquemas políticos de su tiempo: ni  fariseos, ni saduceos, ni esenios, ni zelotes. Ninguna “corporación cerrada”; simplemente retoma la  tradición de Israel: “tu serás mi pueblo y yo seré tu Dios”. 

Me gusta pensar la Iglesia como este pueblo sencillo y humilde que camina en la presencia  del Señor (el pueblo fiel de Dios). Este es el sentido religioso de nuestro pueblo fiel. Y digo pueblo  fiel para no caer en los tantos enfoques y esquemas ideológicos con que es “reducida” la realidad  del pueblo de Dios. Sencillamente pueblo fiel, o también, “santo pueblo fiel de Dios” en camino,  santo y pecador. Y la Iglesia es ésta. 

Una de las características de este pueblo fiel es su infalibilidad; sí, es infalible in credendo.  (In credendo falli nequit, dice LG 9) Infabilitas in credendo. Y lo explico así: “cuando quieras saber  lo que cree la Santa Madre Iglesia, andá al Magisterio, porque él es encargado de enseñártelo, pero  cuando quieras saber cómo cree la Iglesia, andá al pueblo fiel. 

Me viene a la memoria una imagen: el pueblo fiel reunido a la entrada de la Catedral de  Éfeso. Dice la historia (o la leyenda) que la gente estaba a ambos lados del camino hacia la Catedral  mientras los Obispos en procesión hacían su entrada, y que a coro repetían: “Madre de Dios”,  pidiendo a la Jerarquía que declarase dogma esa verdad que ya ellos poseían como pueblo de Dios.  (Algunos dicen que tenían palos en las manos y se los mostraban a los Obispos). No sé si es historia  o leyenda, pero la imagen es válida.

El pueblo fiel, el santo pueblo fiel de Dios, tiene alma, y porque podemos hablar del alma de  un pueblo podemos hablar de una hermenéutica, de una manera de ver la realidad, de una  conciencia. Nuestro pueblo fiel tiene conciencia de su dignidad, bautiza a sus hijos, entierra a sus  muertos. 

Los miembros de la Jerarquía venimos de ese pueblo y hemos recibido la fe de ese pueblo,  generalmente de nuestras madres y abuelas, “tu madre y tu abuela” le dice Pablo a Timoteo, una fe  transmitida en dialecto femenino, como la Madre de los Macabeos que les hablaba “en dialecto” a  sus hijos. Y aquí me gusta subrayar que, en el santo pueblo fiel de Dios, la fe es transmitida en  dialecto, y generalmente en dialecto femenino. Esto no sólo porque la Iglesia es Madre y son  precisamente las mujeres quienes mejor la reflejan; (la Iglesia es mujer) sino porque son las mujeres  quienes saben esperar, saben descubrir los recursos de la Iglesia, del pueblo fiel, se arriesgan más  allá del límite, quizá con miedo pero corajudas, y en el claroscuro de un día que comienza se  acercan a un sepulcro con la intuición (todavía no esperanza) de que pueda haber algo de vida. 

La mujer del santo pueblo fiel de Dios es reflejo de la Iglesia. La Iglesia es femenina, es  esposa, es madre. 

Francisco, con algunos participantes en el Sínodo

Cuando los ministros se exceden en su servicio y maltratan al pueblo de Dios, desfiguran el  rostro de la Iglesia con actitudes machistas y dictatoriales (basta recordar la intervención de la Hna.  Liliana Franco). Es doloroso encontrar en algunos despachos parroquiales la “lista de precios” de  los servicios sacramentales al modo de supermercado. O la Iglesia es el pueblo fiel de Dios en  camino, santo y pecador, o termina siendo una empresa de servicios variados. Y cuando los agentes  de pastoral toman este segundo camino la Iglesia se convierte en el supermercado de la salvación y  los sacerdotes meros empleados de una multinacional. Es la gran derrota a la que nos lleva el  clericalismo. Y esto con mucha pena y escándalo (basta ir a sastrerías eclesiásticas en Roma para  ver el escándalo de sacerdotes jóvenes probándose sotanas y sombreros o albas y roquetes con  encajes). 

El clericalismo es un látigo, es un azote, es una forma de mundanidad que ensucia y daña el  rostro de la esposa del Señor; esclaviza al santo pueblo fiel de Dios. 

Y el pueblo de Dios, el santo pueblo fiel de Dios, sigue adelante con paciencia y humildad  soportando los desprecios, maltratos, marginaciones de parte del clericalismo institucionalizado. Y  con cuánta naturalidad hablamos de los príncipes de la Iglesia, o de promociones episcopales como  ascensos de carrera! Los horrores del mundo, la mundanidad que maltrata al santo pueblo fiel de  Dios. 

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