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El Papa abre, por tercer día consecutivo, las puertas de la misa de Santa Marta
Por tercer día consecutivo, el Papa Francisco abrió las puertas de la misa matutina de Santa Marta a las cámaras de todo el mundo. El streaming se ha impuesto en estos tiempos de coronavirus, y Bergoglio se ha aliado con las nuevas tecnologías para seguir llevando su voz, y la del Evangelio, a todo el mundo desde la capilla.
Así comenzó su misa Bergoglio, acompañado por varios fieles (aunque sólo se vieron a tres sacerdotes revestidos, y a la religiosa que leyó la primera lectura), pidió “rezar por los enfermos de esta epidemia, y hoy de modo especial por los encarcelados, nuestros hermanos y hermanas que están en la cárcel. Ellos sufren, debemos estar cercanos a ellos, para que el Señor los ayude y consuele en este momento difícil”.
Una decena de fieles acompañan al Papa en la misa. O, al menos, se les escucha, pues únicamente se vio a tres sacerdotes revestidos, que salieron de la sacristía junto a Bergoglio, pero que no le asistieron desde el altar.
Una religiosa leyó la primera lectura, del libro de Jeremías, y el salmo 130 (“Sálvame, Señor, por tu misericordia”). Uno de los sacerdotes procedió a la lectura del Evangelio, en la que se narra la subida de Jesús a Jerusalén, y el anuncio de su Pasión, así como la petición de la madre de Santiago y Juan. “El que quiera ser el primero, que sea vuestro servidor”
Con una leve ronquera, el Papa recordó en su improvisada homilía cómo las ambas lecturas ofrecen “una verdadera profecía de la pasión del Señor”. Y es que los enemigos de Jesús no quieren “ponerle obstáculos, vencerlo o dejarle fuera, no. Quieren hacerle difícil la vida, atormentarlo”. En el sufrimiento de Jeremías “hay una profecía de lo que ocurrirá en Jesús”.
“No sólo es una condena a muerte, es persecución, ensañamiento”, denunció el Papa. “Es el demonio, que tiene dos estilos: la seducción, con las promesas del mundo -lo ha querido hacer con Jesús en el desierto-; y si no, está el ensañamiento”.
“No hay términos medios para el demonio -añadió el Papa-. Su soberbia es tan grande que busca destruir, gozando la destrucción con el ensañamiento”. “
Pensemos en la persecución de tantos cristianos: no los matan sencillamente, les hacen sufrir, y buscan por todas las vías humillarlos, hasta el fin”.
Una persecución que “no hay que confundir con una simple persecución social, política, religiosa, con el ensañamiento del diablo. El diablo se ensaña para destruir”. El otro camino del diablo “es el espíritu mundano”, aquello que la madre de los hijos del Zebedeo pide para Santiago y Juan. “Pide poder, vanidad, espíritu mundano. El camino que ofrece el diablo par alejarse de la cruz de Cristo, es el carrerismo, el éxito mundano. Todas estos son caminos no cristianos”.
Francisco culminó su homilía pidiendo “discernir cuándo está el espíritu que quiere destruirnos con el ensañamiento, y cuándo el mismo espíritu quiere consolarnos con la vanidad”.
“No nos olvidemos, cuando hay ensañamiento, está el odio, la venganza, el diablo que ha sido vencido. Y así, hasta hoy, en la Iglesia. Pensemos en tantos cristianos que son cruelmente perseguidos. Estos días, los diarios hablaban de Asia Bibi. Nueve años en la cárcel sufriendo el ensañamiento del diablo”.
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