El Papa reivindica el martirio de Ellacuría y los jesuitas de la UCA asesinados en 1989 Francisco, a sus hermanos jesuitas: "Sean obreros de la caridad y sembradores de esperanza"

Sosa saluda al Papa durante el encuentro de Francisco con el SJSE
Sosa saluda al Papa durante el encuentro de Francisco con el SJSE

Bergoglio recuerda el valor profético de Arrupe al fundar, hace 50 años, el Secretariado por la Justicia Social y la Ecología de la Compañía de Jesús

“No dejen de ofrecer esta familiaridad con los más vulnerables. Nuestro mundo roto y dividido necesita construir puentes para que el encuentro humano nos permita a cada uno descubrir en los últimos el bello rostro del hermano"

“El apostolado social no está para resolver problemas, sino para promover procesos y alentar esperanzas. Procesos que ayuden a crecer a las personas y a las comunidades, que las lleven a ser conscientes de sus derechos, a desplegar sus capacidades y a crear su propio futuro”

“Compartan su esperanza allá donde se encuentren, para alentar, consolar, confortar y reanimar. Abran futuro, susciten posibilidades, generen alternativas, ayuden a pensar y actuar de un modo diverso. Cuiden su relación diaria con el Cristo resucitado y glorioso, y sean obreros de la caridad y sembradores de esperanza”. Francisco se siente 'en su salsa' rodeado de sus hermanos jesuitas.

Así fue esta mañana, cuando recibió en el Palacio Apostólico a los participantes del encuentro con ocasión del 50 aniversario de la fundación del Secretariado por la Justicia Social y la Ecología de la Compañía de Jesús, que costó tantas preocupaciones -y satisfacciones- al padre Arrupe. Arrupe y los mártires de la UCA también fueron protagonistas del encuentro, en el que Bergoglio reivindicó el servicio a los pobres y la lucha contra las injusticias, incluso hasta dar la vida.

Servicio a los pobres desde el origen

“Caminen cantando, que las luchas y preocupaciones por la vida de los últimos y por la creación amenazada, no les quiten el gozo de la esperanza”, concluyó el discurso papal, que arrancó con un recuerdo del propio san Ignacio, “que fue llamada desde sus orígenes al servicio de los pobres”. “Aquello no era una declaración de intenciones, sino un modo de vida que ya habían experimentado, que les llenaba de consolación y al que se sentían enviados por el Señor”, subrayó el Pontífice. 

Una tradición que, a través del SJSE, llega hasta hoy, y que “el padre Arrupe tuvo la intención de fortalecer”. “En la base de su vocación se encontraba la experiencia de contacto con el dolor humano”, apuntó Bergoglio. “

El P. Pedro siempre creyó que el servicio de la fe y la promoción de la justicia no podían separarse, pues estaban radicalmente unidas. Para él, todos los ministerios de la Compañía tenían que responder, a la vez, al desafío de anunciar la fe y de promover la justicia. Lo que hasta entonces había sido una encomienda para algunos jesuitas, debía convertirse en una preocupación de todos”

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Por ello, Francisco clamó por “contemplar a Dios en el candor de un niño excluido, que venía a los suyos, pero fue rechazado”, para “descubrir la belleza de toda persona marginada”. “En los pobres, han encontrado ustedes un lugar privilegiado de encuentro con Cristo”, resaltó.

No dejen de ofrecer esta familiaridad con los más vulnerables. Nuestro mundo roto y dividido necesita construir puentes para que el encuentro humano nos permita a cada uno descubrir en los últimos el bello rostro del hermano, en quien nos reconocemos, y cuya presencia, aun sin palabras, reclama en su necesidad nuestro cuidado y solidaridad”, sostuvo Francisco. 

Trata, xenofobia y desigualdad

“Abundan en la actualidad las situaciones de injusticia y de dolor humano que todos bien conocemos”, destacó Bergoglio, quien rescató su famosa expresión de la “tercera guerra combatida por partes, con crímenes, masacres, destrucciones”. Hoy, “subsiste la trata de personas, abundan las expresiones de xenofobia y la búsqueda egoísta del interés nacional, la desigualdad entre países y en el interior de los mismos crece sin que se encuentre remedio”. 

Frente a ello, la labor de los jesuitas, y de todo seguidor de Jesús, “comienza por el acompañamiento a las víctimas, para contemplar en ellas el rostro de nuestro Señor crucificado. Continúa en la atención a las necesidades humanas que surgen, muchas veces innumerables e inabordables en su conjunto”.

“Pero nuestra respuesta no puede detenerse aquí”, advirtió el Papa.

“Necesitamos una verdadera «revolución cultural», una transformación de nuestra mirada colectiva, de nuestras actitudes, de nuestros modos de percibirnos y de situarnos ante el mundo”.

Hoy, especialmente, en el servicio a los más pobres, y a los refugiados. “Continúen con este empeño creativo, necesitado siempre de renovación en una sociedad de cambios acelerados. Ayuden a la Iglesia en el discernimiento que hoy también tenemos que hacer sobre nuestros apostolados. No dejen de colaborar en red entre ustedes y con otras organizaciones eclesiales y civiles para tener una palabra en defensa de los más desfavorecidos en este mundo cada vez más globalizado”.

Haciendo suyo el dolor de la humanidad, siendo “capaces de dar la vida hasta el final, como hicieran tantos compañeros jesuitas desde el año 1975”. En este punto, el Papa recordó cómo “celebramos este año el 30 aniversario del martirio de los jesuitas de la Universidad Centroamericana de El Salvador, que tanto dolor causó al P. Kolvenbach y que lo movió a pedir la ayuda de jesuitas en toda la Compañía. Muchos respondieron generosamente. La vida y la muerte de los mártires son un aliento en nuestro servicio a los últimos”.

“El apostolado social no está para resolver problemas, sino para promover procesos y alentar esperanzas. Procesos que ayuden a crecer a las personas y a las comunidades, que las lleven a ser conscientes de sus derechos, a desplegar sus capacidades y a crear su propio futuro”, concluyó Bergoglio.

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