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Francisco se dirige a religiosos y religiosas scalabrinianas
(Vatican News).- Emigrar no es un dulce peregrinar en comunión; es a menudo un drama. Y, como todo el mundo tiene derecho a emigrar, con mayor razón tiene derecho a poder permanecer en su tierra y a vivir en ella de manera pacífica y digna. Sin embargo, la tragedia de las migraciones forzosamente causadas por las guerras, el hambre, la pobreza y las molestias ambientales está hoy a la vista de todos.
Francisco se dirige a religiosos y religiosas que Juan Bautista Scalabrini ha querido "como misioneros y misioneras para los migrantes", hablando una vez más del fenómeno migratorio. El obispo de Piacenza, que vivió entre los siglos XIX y XX, enseñó a los consagrados de las congregaciones que había fundado a cuidar de cuantos abandonan su patria para buscar un futuro mejor, considerándose "hermanos y hermanas en camino hacia la unidad. Entonces, ¿qué aprender de todo esto?
"Scalabrini nos ayuda, precisamente mirando a los misioneros de los migrantes como cooperadores del Espíritu Santo por la unidad. Su visión es iluminada y original del fenómeno migratorio, visto como una llamada a crear comunión en la caridad"
Fue cruzando las miradas de muchos migrantes italianos que partían hacia América que Scalabrini advirtió la llamada "a asistir material y espiritualmente a esas personas, para que ninguno de ellos, dejado a sí mismo, se perdiera, perdiendo la fe". A lo largo de los siglos sobre "caballos, carros, palanquines, mulas y dromedarios, a los que podríamos añadir hoy barcazas, camiones y carretas del mar" el destino de miles de hombres, mujeres y niños "sigue siendo el mismo", observa el Papa, y es "Jerusalén, la ciudad de la paz, la Iglesia, casa de todos los pueblos, donde la vida de cada uno es sagrada y preciosa", aquella Iglesia, católica y por eso universal, que Scalabrini veía como una "ciudad abierta a quien busca una casa y un puerto seguro".
"Y aquí hay una primera llamada para nosotros, a cultivar corazones ricos en catolicidad, es decir, deseosos de universalidad y unidad, de encuentro y comunión. Es la invitación a difundir una mentalidad de cercanía, "cercanía": esta palabra clave... Es el estilo de Dios, que se hace cercano siempre - una espiritualidad, una mentalidad de cuidado y acogida, y a hacer crecer en el mundo, según las palabras de san Pablo VI, "la civilización del amor". Pero sería utópico pretender que todo esto pueda realizarse solo con las fuerzas humanas"
Para Francisco hay que "cooperar a la acción del Espíritu" y "actuar en la historia bajo la guía y con la energía que viene de Dios", "dejarse conquistar por su infinita ternura para sentir y actuar según sus caminos, que no siempre son los nuestros". Es necesario reconocer a Dios "en quien es extranjero", recordar que el Antiguo Testamento nos llama a cuidar de la viuda, del huérfano y del extranjero, añade el Ponrefice, y encontrar en Dios "la fuerza de amar gratuitamente".
Y aquí está la segunda llamada que nos dirige el santo obispo de Piacenza, cuando insiste en la necesidad, para el misionero, de tener una relación de amor con Jesús, Hijo de Dios encarnado, y de cultivarla especialmente a través de la Eucaristía, celebrada y adorada. Subrayo esta palabra "adorada". Creo que hemos perdido el sentido de la adoración. Y tenemos oraciones para hacer algo o... oraciones bonitas, pero... en silencio, adorar. La mentalidad moderna nos ha quitado un poquito este sentido de la adoración. Retomarlo, por favor, retomarlo.
Scalabrini, que nunca descuidaba la adoración eucarística, "a pesar del cansancio por sus agotadores ritmos de trabajo", enseña que "sin oración no hay misión", explica el Papa, que invita a misioneros y misioneras de San Carlos Borromeo a renovar su "compromiso con los migrantes y enraizarlos cada vez más en una intensa vida espiritual". Por último, Francisco expresa a todos los scalabrinianos "un grandísimo agradecimiento" por su trabajo en todo el mundo y del que ha sido testigo, cuenta, "desde los tiempos de Buenos Aires". Un trabajo hecho "muy bien" a la luz del cual el Papa exhorta a seguir adelante.
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