la Conferencia de los Institutos Misioneros cumple 50 años Francisco a los misioneros: "La misión es la bombona de oxígeno para la vida cristiana, sin ella, la Iglesia enferma"

Francisco recibe a la Conferencia de los Institutos Misioneros en Italia
Francisco recibe a la Conferencia de los Institutos Misioneros en Italia

Esta mañana el Papa Francisco ha recibido a la Conferencia de los Institutos Misioneros en Italia con ocasión del 50 aniversario de su fundación

La misión no es un proyecto empresarial o corporativo, sino una invitación a gastarnos con empeño, con creatividad y generosidad y a dar lo mejor de nosotros mismos, sin escatimar, ha recordado

"No se trata de hacer proselitismo: esto no es cristiano" ha dicho el Papa, al recordarles cuál debe ser su estilo de vida: "Anunciar a Cristo sobre todo con el testimonio de la vida"

(Vatican News).- Esta mañana el Papa Francisco ha recibido a la Conferencia de los Institutos Misioneros en Italia con ocasión del 50 aniversario de su fundación, que desde hace medio siglo se dedica a promover la misión ad gentes en Italia, haciéndose voz de miles de misioneros y misioneras que, dedicándose al anuncio de Cristo, hablan en realidad a todos de una dimensión de la vida cristiana, la dimensión misionera, propia de todo bautizado en virtud del Bautismo.

La misión es oxígeno para la vida cristiana

A ellos, el Papa Francisco les ha recordado las cuatro bases que deben definir su misión. La primera es recordar que, tal y como lo dice el Concilio Vaticano II: "Toda la Iglesia es misionera, y la obra de evangelización es un deber fundamental del Pueblo de Dios". El Papa explica que “el anuncio para la Iglesia no es un aspecto opcional o marginal, sino una dimensión vital, ya que nace apostólica y misionera, configurada por el Espíritu Santo como comunidad en salida”, en otras palabras: “La misión es oxígeno para la vida cristiana, que sin ella enferma y se marchita y se vuelve fea, fea, fea” ha dicho el Papa.

Por ello, el Papa los anima a “seguir adelante con valentía, para que la fuerza del Espíritu encuentre siempre en la Iglesia y en el mundo mentes y corazones deseosos de sembrar la Palabra y de llevar a todos la alegría del Señor resucitado, rompiendo barreras y favoreciendo la construcción de una sociedad fundada en los principios evangélicos de caridad, justicia y paz”.

La misión es acogida con espíritu de inclusión y de servicio

“No se trata de hacer proselitismo: esto no es cristiano” ha dicho el Papa, al recordarles cuál debe ser su estilo de vida: “Anunciar a Cristo sobre todo con el testimonio de la vida”. Por eso, les recomienda “que cultiven ante todo la caridad en y entre vuestras comunidades, en y entre vuestros Institutos, armonizando las diferencias de cultura, edad, mentalidad, para que en la comunión cada carisma esté al servicio de todos”. “Y tomad a pecho la acogida de los pobres y de los pequeños, entre vosotros y hacia las personas a las que servís en vuestro ministerio, con espíritu de inclusión y de servicio”, ha puntualizado.

La misión no es obra nuestra, sino de Dios

La misión – dice Francisco – “no la hacemos solos, sino movidos por el Espíritu y dóciles a su acción”. Por tanto, explica que, “la misión, que brota de la oración, se forja día a día en la escucha de la Palabra de Dios y tienen como fin último la salvación de los hermanos que el Señor nos confía”. “Sin estos fundamentos se vacían y acaban reduciéndose a una mera dimensión sociológica o asistencial” ha asegurado. Por tanto, los invita a que “no sólo vuestra vida y vuestro trabajo misionero, sino también vuestra planificación, encuentros y decisiones estén siempre marcados por la escucha de la Palabra, la celebración eucarística y la oración”.

La misión no es un proyecto empresarial o corporativo, es algo mucho más profundo

Por último, recuerda un pasaje de la Evangelii gaudium, en el que se recuerda que la misión “no es un proyecto empresarial o corporativo, ni tampoco una organización humanitaria o proselitista. Es algo mucho más profundo, que escapa a toda medida”.

Esto – concluye el Papa – “es una invitación a gastarnos con empeño, con creatividad y generosidad, pero sin desanimarnos si los resultados no corresponden a las expectativas; a dar lo mejor de nosotros mismos, sin escatimar, pero confiándolo luego todo con confianza a las manos del Padre; a darlo todo, pero dejando que sea Él quien haga fructificar nuestros esfuerzos como Él quiera”.

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