Francisco invita a pasar "del fracaso a la esperanza" en una multitudinaria misa en Quebec La receta del Papa a la Iglesia "perdida y desilusionada": "Sólo hay un camino, una sola vía, es la vía de Jesús, ese camino que es Jesús mismo"

Misa del Papa Francisco en Quebec
Misa del Papa Francisco en Quebec

"Al comienzo de la misa, dos indígenas, en el interior de la Basílica de Sainte-Anne-de-Beaupré desplegaron una pancarta en la que se leía "Rescindir la doctrina", en referencia a la Doctrina del Descubrimiento, que se basa en edictos papales del siglo XV que daban permiso a los exploradores para arrebatar tierras a los no cristianos. Muchos líderes indígenas han pedido a Francisco que renuncie formalmente a esta política"

"Tenemos que resaltar el papel que Dios ha querido dar a la mujer en su plan de salvación"

"Reconciliados con Dios, con los otros y con nosotros mismos, podremos también ser instrumentos de reconciliación y de paz en la sociedad en la que vivimos"

"¿Por qué sucedió todo esto? ¿Cómo pudo ocurrir algo así en la comunidad de los seguidores de Jesús?", añadió, pidiendo "estar atentos a la tentación de la huida, que está presente en los dos discípulos del Evangelio"

"No hay nada peor, ante los reveses de la vida, que huir para no afrontarlos (...). Es una tentación del enemigo, que amenaza nuestro camino espiritual y el camino de la Iglesia; nos quiere hacer creer que la derrota es definitiva, quiere paralizarnos con la amargura y la tristeza, convencernos de que no hay nada que hacer y que por tanto no merece la pena encontrar un camino para volver a empezar"

El camino de los discípulos de Emaús, tristes y desesperados, sin caer en la cuenta, casi hasta el final, de que era el mismo Jesús Resucitado quien les acompañaba, fue el eje de la homilía del Papa Francisco en el santuario Nacional de Santa Ana de Beaupré. Un camino con muchas semejanzas al que está realizando, a lo largo de esta semana, un Pontífice subido a una silla de ruedas.

Y que tuvo un capítulo especial en la misa de hoy, cuando al comienzo de la misa, dos indígenas desplegaron en el interior de la Basílica de Sainte-Anne-de-Beaupré una pancarta en la que se leía "Rescindir la doctrina", en referencia a la Doctrina del Descubrimiento, que se basa en edictos papales del siglo XV que daban permiso a los exploradores para arrebatar tierras a los no cristianos. Muchos líderes indígenas han pedido a Francisco que renuncie formalmente a esta política.

La de Quebec es una visita diferente a la llevada a cabo en Edmonton, quizá más clásica, más 'formal'. Durante la Eucaristía de hoy, Bergoglio destacó la importancia de "enfrentarnos a nuestras fragilidades y debilidades". Porque en la vida, junto a "los sueños, los proyectos, las ilusiones y las esperanzas", coexisten "derrotas y desilusiones", y "quedamos bloqueados por el sentimiento de fracaso que nos paraliza".

En la vida, junto a "los sueños, los proyectos, las ilusiones y las esperanzas", coexisten "derrotas y desilusiones", y "quedamos bloqueados por el sentimiento de fracaso que nos paraliza"

Eso les sucedió a los discípulos de Emaús, y a todos los católicos (incluso los guardianes de la pureza) en algún momento de nuestra vida. "Pero el Evangelio nos anuncia que, precisamente en ese momento, no estamos solos, el Señor sale a nuestro encuentro, se pone a nuestro lado, recorre nuestro mismo camino". Y, así, "la vida vuelve a nacer a la esperanza y podemos reconciliarnos, con nosotros mismos, con los hermanos, con Dios".

Francisco, entrando en la basílica
Francisco, entrando en la basílica

Sentimiento de fracaso

La bendita oportunidad de renacer, de pasar "del fracaso a la esperanza", clamó el Papa. Siempre, en primer lugar, "está el sentimiento de fracaso, que anida en el corazón de estos dos discípulos después de la muerte de Jesús".

"Habían perseguido un sueño con entusiasmo. En Jesús habían puesto todas sus esperanzas y sus deseos. Ahora, después de la escandalosa muerte en la cruz, le dan la espalda a Jerusalén para volver a casa, a la vida de antes", trazó el Papa, apuntando que "el suyo es un viaje de regreso, como queriendo olvidar aquella experiencia que ha llenado de amargura sus corazones, aquel Mesías condenado a muerte como un delincuente en la cruz.

Celebración de la misa en Quebec
Celebración de la misa en Quebec

Regresan a casa "abatidos" sin expectativas. "Las esperanzas en las que creyeron se desmoronaron, los sueños que habrían querido realizar dejaron paso a la desilusión y a la amargura". Una sensación similar "nos sucede cada vez que nuestros ideales afrontan las decepciones de la vida y nuestros planes caen en el olvido por culpa de nuestras fragilidades; cuando empezamos proyectos de bien pero no tenemos capacidad de llevarlos a cabo; cuando en las actividades que nos ocupan o en nuestras relaciones experimentamos -antes o después- una derrota, un error, un revés o una caída", recalcó Francisco.

La Iglesia, perdida y desilusionada

"Esto sucede mientras vemos derrumbarse aquello en lo que creímos o con lo que nos comprometimos y también cuando nos sentimos bajo el peso de nuestro pecado y del sentimiento de culpa" como le sucedió a los de Emaús, o a Adán y Eva. "Lo mismo se puede verificar en la vida de la Iglesia: esa comunidad de los discípulos del Señor que representan los dos de Emaús. A pesar de ser la comunidad del Resucitado, podemos encontrarla vagando perdida y desilusionada ante el escándalo del mal y de la violencia del Calvario".

"¿Qué ha pasado?, ¿por qué ha sucedido?, ¿cómo ha podido ocurrir?", se cuestionó el Papa reflexionando sobre el fracaso. "Son preguntas que cada uno de nosotros se hace a sí mismo; y son también cuestiones candentes que resuenan en el corazón de la Iglesia que peregrina en Canadá, en este arduo camino de sanación y reconciliación que está realizando".

¿Cómo pudo ocurrir algo así?

"También nosotros -subrayó Francisco-, ante el escándalo del mal y ante el Cuerpo de Cristo herido en la carne de nuestros hermanos indígenas, nos hemos sumergido en la amargura y sentimos el peso de la caída". "¿Por qué sucedió todo esto? ¿Cómo pudo ocurrir algo así en la comunidad de los seguidores de Jesús?", añadió, pidiendo "estar atentos a la tentación de la huida, que está presente en los dos discípulos del Evangelio".

¿En qué consiste? "Deshacer el camino, escapar del lugar donde ocurrieron los hechos, intentar que desaparezcan, buscar un “lugar tranquilo” como Emaús con tal de olvidarlos". Sin embargo, añadió Bergoglio, "no hay nada peor, ante los reveses de la vida, que huir para no afrontarlos".

"Es una tentación del enemigo, que amenaza nuestro camino espiritual y el camino de la Iglesia; nos quiere hacer creer que la derrota es definitiva, quiere paralizarnos con la amargura y la tristeza, convencernos de que no hay nada que hacer y que por tanto no merece la pena encontrar un camino para volver a empezar", lamentó.

El Evangelio nos revela que, precisamente en las situaciones de desengaño y de dolor, justamente cuando experimentamos atónitos la violencia del mal y la vergüenza de la culpa, cuando el río de nuestra vida se seca a causa del pecado y del fracaso, cuando desnudos de todo nos parece que ya no nos queda nada, precisamente allí es cuando el Señor sale a nuestro encuentro y camina con nosotros

Frente a ello, repitió, "el Evangelio nos revela que, precisamente en las situaciones de desengaño y de dolor, justamente cuando experimentamos atónitos la violencia del mal y la vergüenza de la culpa, cuando el río de nuestra vida se seca a causa del pecado y del fracaso, cuando desnudos de todo nos parece que ya no nos queda nada, precisamente allí es cuando el Señor sale a nuestro encuentro y camina con nosotros".

Esa es la esperanza, que manifiesta Jesús en el camino de Emaús. Un Jesús que "no ofrece palabras genéricas de aliento o de circunstancia, ni tampoco consolaciones fáciles, sino que, desvelando en las Sagradas Escrituras el misterio de su muerte y su resurrección, ilumina la historia y los acontecimientos que han vivido".

Valor y creatividad

En otras palabras, "abre los ojos de ellos para ver las cosas con una mirada nueva". Hoy, aquí, también se puede hacer lo mismo, recordó el Papa, quien evocó que en este lugar "hubo ya tres templos, pero también hubo personas que no se echaron atrás ante las dificultades, y fueron capaces de volver a soñar a pesar de sus errores y los de los demás", especialmente cuando hace un siglo un incendio devastó el santuario, "con valor y creatividad".

Hoy. "Todos los que comparten la Eucaristía desde las cercanas Llanuras de Abraham, también pueden percibir el ánimo de aquellos que no se dejaron secuestrar por el odio de la guerra, de la destrucción y del dolor, sino que supieron proyectar de nuevo una ciudad y un país". Esperanza.

Esperanza que se confirma cuando Jesús parte el pan, y "los ayuda a retomar el camino con alegría, a recomenzar, a pasar del fracaso a la esperanza". Hoy, ahora, en esta Iglesia, "¿cómo pueden abrirse de nuevo nuestros ojos?, ¿cómo puede nuestro corazón inflamarse por el Evangelio una vez más? ¿Qué hacer mientras nos afligimos por las distintas pruebas espirituales y materiales, mientras buscamos el camino hacia una sociedad más justa y fraterna, mientras deseamos recuperarnos de nuestras decepciones y cansancios, mientras esperamos sanarnos de las heridas del pasado y reconciliarnos con Dios y entre nosotros?".

"Creamos que Jesús se une a nuestro camino y dejémosle que nos alcance, dejemos que sea su Palabra la que interprete la historia que vivimos como individuos y como comunidad, y la que nos indique el camino para sanar y para reconciliarnos"

"Sólo hay un camino, una sola vía, es la vía de Jesús, ese camino que es Jesús mismo". Esa es la respuesta. "Creamos que Jesús se une a nuestro camino y dejémosle que nos alcance, dejemos que sea su Palabra la que interprete la historia que vivimos como individuos y como comunidad, y la que nos indique el camino para sanar y para reconciliarnos", culminó Francisco.

"Partamos con fe el Pan eucarístico, porque alrededor de la mesa podemos redescubrirnos hijos amados del Padre, llamados a ser todos hermanos", insistió. Porque "Jesús, partiendo el Pan, confirma el testimonio de las mujeres, a las que los discípulos no habían dado crédito, que ¡ha resucitado!".

El Papa Francisco, en su homilía
El Papa Francisco, en su homilía

En este punto, Francisco, pidió "resaltar el papel que Dios ha querido dar a la mujer en su plan de salvación". Y, siempre, poner a Jesús "en el centro de nuestras preguntas, de los trabajos que llevamos dentro, de la misma vida pastoral". Su Palabra, "que ilumina los eventos y nos restituye ojos para ver la presencia eficaz del amor de Dios y la posibilidad del bien incluso en las situaciones aparentemente perdidas"; el Pan de la Eucaristía, "que Jesús parte todavía para nosotros hoy, para compartir su vida con la nuestra, abrazar nuestras debilidades, sostener nuestros pasos cansados y sanar nuestro corazón". Y, "reconciliados con Dios, con los otros y con nosotros mismos, podremos también ser instrumentos de reconciliación y de paz en la sociedad en la que vivimos", finalizó.

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