"Para Dios no existe la palabra 'irrecuperable', es un Dios que siempre perdona" El Papa denuncia a los "que se erigen como paladines de Dios, pero pisotean a los hermanos"

"El que cree que defiende la fe señalando con el dedo a los demás  tendrá incluso una visión religiosa, pero no abraza el espíritu del Evangelio, porque olvida la misericordia, que es el corazón de Dios"

El Papa reivindica "el “olfato” del  pueblo de Dios, que no se conforma con el templo hecho de piedras, sino que se reúne alrededor de la persona de Jesús"

Advierte del "carcoma de la hipocresía y la mala costumbre de señalar con el dedo" en la Iglesia

La mujer adúltera, "cubierta de insultos, lista para recibir palabras implacables y  castigos severos, con asombro se ve absuelta por Dios, que le abre ante sí, de par en par, un futuro  inesperado"

"¡Qué diferencia entre el Maestro y los acusadores! Estos habían citado la  Escritura para condenar; Jesús, la Palabra de Dios en persona, rehabilita completamente a la mujer,  devolviéndole la esperanza"

"El Señor desea que nosotros sus discípulos, nosotros como Iglesia, perdonados por Él, nos convirtamos en testigos incansables de  la reconciliación, de un Dios para el que no existe la palabra “irrecuperable”; de un Dios que siempre perdona"

"En todo tiempo,  en toda comunidad. Siempre se corre el peligro de malinterpretar a Jesús, de tener su nombre en los  labios, pero desmentirlo con los hechos. Y esto también puede producirse elevando estandartes con la cruz"

"Si lo imitamos, no nos enfocaremos en denunciar los pecados, sino en salir en busca de  los pecadores con amor. No nos fijaremos en quienes están, sino que iremos a buscar a los que faltan.  No volveremos a señalar con el dedo, sino que empezaremos a ponernos a la escucha"

"En realidad, el que cree que defiende la fe señalando con el dedo a los demás  tendrá incluso una visión religiosa, pero no abraza el espíritu del Evangelio, porque olvida la  misericordia, que es el corazón de Dios". La Plaza de los Graneros de Floriana acogió el acto más multitudinario de esta visita del Papa Francisco a Malta, con una asistencia oficial de 20.000 fieles, además de los muchos que acompañaron los trayectos del Pontífice en papamóvil y el pequeño Fiat blanco en el que se mueve, siempre en el asiento del copiloto.

Una homilía intensa, dirigida a desbaratar los planes de aquellos que, en el nombre de la ley, pervirtiendo la propia religión, hacen trampas hasta con el hijo de Dios. Frente a ellos, los escribas, los fariseos, la mujer adúltera. Y el ejemplo de Jesús. "Si lo imitamos, no nos enfocaremos en denunciar los pecados, sino en salir en busca de  los pecadores con amor. No nos fijaremos en quienes están, sino que iremos a buscar a los que faltan.  No volveremos a señalar con el dedo, sino que empezaremos a ponernos a la escucha. No descartaremos a los despreciados, sino que miraremos como primeros aquellos que son considerados últimos", destacó. Queda tanto que hacer en nuestra Iglesia en nuestro mundo, para ser más de Jesús...

El 'olfato' del Pueblo de Dios

En su homilía, el Papa recordó el episodio de la mujer adúltera, que hoy marca el Evangelio de la liturgia. Con un protagonista: "el pueblo de Dios, que busca a Jesús, el Maestro, en el patio del templo", que "desea escucharlo, porque lo que Él dice ilumina y reconforta".

"Su enseñanza  no tiene nada de abstracto, toca la vida y la libera, la transforma y la renueva. Ese es el “olfato” del  pueblo de Dios, que no se conforma con el templo hecho de piedras, sino que se reúne alrededor de la persona de Jesús", recalcó Bergoglio, que observa en esta escena "al pueblo de los creyentes de todos los tiempos, el  pueblo santo de Dios".

Un pueblo ante el que Jesús "no tenía prisa", y comenzó a enseñarles. "Pero en la escuela de Jesús hay lugares vacíos. Hay algunos ausentes:  son la mujer y sus acusadores". Los escribas y fariseos, porque "creen que ya lo saben todo, que no necesitan las enseñanzas de Jesús". La mujer, "es una persona extraviada". Ambos, ausentes.

El Papa besa el altar
El Papa besa el altar

Los observantes de la ley de Dios

"Fijémonos en los acusadores de la mujer", pidió el Papa. "En ellos vemos la imagen de los  que se jactan de ser justos, observantes de la ley de Dios, personas buenas y honestas. No tienen en  cuenta sus propios defectos, pero están muy atentos a descubrir los de los demás", y así se presentan ante Jesús, "no con el corazón abierto para escucharlo, sino «para ponerlo a prueba y poder acusarlo»".

Una actitud advirtió el Pontífice, "que refleja la interioridad de estas personas cultas y religiosas, que conocen las  Escrituras, asisten al templo, pero todo ello lo subordinan a sus propios intereses, y no combaten contra los pensamientos maliciosos que se agitan en sus corazones".

"A los ojos de la gente parecen  expertos de Dios, pero, precisamente ellos, no reconocen a Jesús; más aún, lo ven como un enemigo que hay que quitar del medio". Todo, desgraciadamente, muy actual. Y para ello, ponen delante de Jesús a una mujer, "denunciando su adulterio públicamente. Presionan para que  la mujer sea lapidada, descargando en ella la aversión que ellos sienten por la compasión de Jesús. Y  hacen todo esto amparados en su fama de hombres religiosos". 

"Hermanos, hermanas, estos personajes nos dicen que también en nuestra religiosidad pueden  insinuarse la carcoma de la hipocresía y la mala costumbre de señalar con el dedo", subrayó Francisco. "En todo tiempo,  en toda comunidad. Siempre se corre el peligro de malinterpretar a Jesús, de tener su nombre en los  labios, pero desmentirlo con los hechos. Y esto también puede producirse elevando estandartes con la cruz".

La mirada de Jesús

"¿Cómo verificar, entonces, si somos discípulos en la escuela del Maestro? Por nuestra mirada,  por el modo en que miramos al prójimo y nos miramos a nosotros mismos", contestó. "Por el modo en que miramos al prójimo: si lo hacemos como Jesús nos muestra hoy, es decir,  con una mirada de misericordia; o de una manera que juzga, a veces incluso que desprecia, como los  acusadores del Evangelio, que se erigen como paladines de Dios, pero no se dan cuenta de que  pisotean a los hermanos".

"En realidad, el que cree que defiende la fe señalando con el dedo a los demás  tendrá incluso una visión religiosa, pero no abraza el espíritu del Evangelio, porque olvida la  misericordia, que es el corazón de Dios", insistió.  

"Son el retrato de esos creyentes de todos los tiempos, que hacen de la fe un elemento de fachada,  donde lo que se resalta es la exterioridad solemne, pero falta la pobreza interior, que es el tesoro más  valioso del hombre"

Conviene, apuntó Bergoglio, "examinar cómo nos miramos a nosotros mismos". "Los acusadores de la mujer están convencidos de que no tienen  nada que aprender. Ciertamente, su estructura exterior es perfecta, pero falta la verdad del corazón", explicó. "Son el retrato de esos creyentes de todos los tiempos, que hacen de la fe un elemento de fachada,  donde lo que se resalta es la exterioridad solemne, pero falta la pobreza interior, que es el tesoro más  valioso del hombre".

Mientras, para Jesús, "lo que cuenta es la apertura y disponibilidad del que no siente que haya alcanzado la meta, sino más bien que está necesitado de salvación". Por eso es tan relevante preguntarle "Tú, ¿qué quieres de mí? ¿Qué quieres que cambie en mi corazón, en mi vida?  ¿Cómo quieres que vea a los demás?”.

Nadie te ha condenado

Por el otro lado, la mujer adúltera. "Cubierta de insultos, lista para recibir palabras implacables y  castigos severos, con asombro se ve absuelta por Dios, que le abre ante sí, de par en par, un futuro  inesperado: «¿Nadie te ha condenado? —le dijo Jesús— Tampoco yo te condeno. Vete y no vuelvas  a pecar»", profundizó el Papa.

"¡Qué diferencia entre el Maestro y los acusadores! Estos habían citado la  Escritura para condenar; Jesús, la Palabra de Dios en persona, rehabilita completamente a la mujer,  devolviéndole la esperanza". De esta situación aprendemos que "cualquier observación, si no está  movida por la caridad y no contiene caridad, hunde ulteriormente a quien la recibe. Dios, en cambio,  siempre deja abierta una posibilidad y sabe encontrar caminos de liberación y de salvación en cada  circunstancia". 

Homilía del Papa en Malta
Homilía del Papa en Malta

Y es que "la vida de esa mujer cambió gracias al perdón. Incluso se podría pensar que, perdonada por  Jesús, aprendió a su vez a perdonar". Hoy, también, "el Señor desea que nosotros  sus discípulos, nosotros como Iglesia, perdonados por Él, nos convirtamos en testigos incansables de  la reconciliación, de un Dios para el que no existe la palabra “irrecuperable”; de un Dios que siempre perdona, que sigue creyendo en nosotros y nos brinda a cada momento la posibilidad de volver a  empezar".

"Dios no ha venido para los sanos sino para los enfermos"

"No hay pecado o fracaso que al presentarlo a Él no pueda convertirse en ocasión para iniciar  una vida nueva, diferente, en el signo de la misericordia", señaló. "Este es el Señor Jesús. Lo conocen verdaderamente quienes experimentan su perdón. Quienes,  como la mujer del Evangelio, descubren que Dios nos visita valiéndose de nuestras llagas interiores.  Es precisamente allí donde al Señor le gusta hacerse presente, porque no ha venido para los sanos  sino para los enfermos".

Una multitud en Floriana
Una multitud en Floriana

Para ser como él, sugirió el Papa, es necesario, "como Iglesia, que  volvamos a empezar en la escuela del Evangelio, en la escuela del Dios de la esperanza que siempre  sorprende". "Si lo imitamos, no nos enfocaremos en denunciar los pecados, sino en salir en busca de  los pecadores con amor. No nos fijaremos en quienes están, sino que iremos a buscar a los que faltan. No volveremos a señalar con el dedo, sino que empezaremos a ponernos a la escucha. No  descartaremos a los despreciados, sino que miraremos como primeros aquellos que son considerados últimos", culminó.

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