Francisco advierte del "capitalismo salvaje" y de la tiranía de la técnica en su último discurso en Budapest Advertencia final del Papa en Hungría: "No pasemos del comunismo al consumismo"

Francisco, en la Universidad
Francisco, en la Universidad

"Pensemos en la falta de límites, en la lógica del 'se puede hacer, por tanto, es lícito'. Pensemos también en la voluntad de poner en el centro de todo no a la persona y sus relaciones, sino al individuo centrado en sus propias necesidades, ávido por acumular y voraz por aferrar la realidad"

Parafraseando 'Señor del mundo', de Robert Benson, Francisco evocó "un futuro dominado por la técnica y en el que todo, en nombre del progreso, está uniformado; en todas partes se predica un nuevo 'humanismo' que suprime las diferencias, anulando la vida de los pueblos y aboliendo las religiones"

"Quien ama la cultura no se siente nunca satisfecho, sino que lleva en sí una sana inquietud"

"Me gustaría que cultiven este apasionante descubrimiento de la verdad"

"En ambos “ismos” hay una falsa idea de libertad; la del comunismo era una “libertad” forzada, limitada desde fuera, decidida por otro; la del consumismo es una “libertad” libertina, hedonista, aplanada, que nos vuelve esclavos del consumo y de las cosas"

"Qué fácil es pasar de los límites impuestos al pensar, como en el comunismo, al pensarse sin límites, como en el consumismo; de una libertad frenada a una libertad sin frenos"

Francisco dice adiós al pueblo húngaro. Y lo hace con un encuentro con el mundo universitario, poniendo énfasis en la relación fe y razón, y pidiendo a la Universidad que sea "un centro de universalidad y de libertad, una fecunda obra de humanismo, un taller de esperanza", para hacer frente a los 'ismos' que van del "comunismo al consumismo".

"Este es el último encuentro de mi visita a Hungría y, con el corazón agradecido, me da gusto pensar en el curso del Danubio, que conecta este país con muchos otros, uniendo, además de su geografía, también su historia", comenzó Francisco su intervención, reivindicando el "gran río" que es la cultura, y que "permite navegar en el mundo y abrazar países y tierras lejanas, sacia la mente, riega el alma, hace crecer a la sociedad".

Sistema mecanicista

Citando a Romano Guardini, el Papa defendió dos modos de conocimiento. "El primero, nos conduce a sumergirnos en las cosas y su contexto. El que conoce pretende penetrar, adentrarse en el objeto, convivir con él. El segundo modo consiste en aprehender, descomponer, clasificar, tomar posesión del objeto, dominarlo".

"Guardini -explicó Bergoglio- no demoniza la técnica, que permite vivir mejor, comunicar y tener muchas ventajas, sino que advierte el riesgo de que esta se vuelva reguladora, si no dominadora, de la vida". En este sentido, el pensador italiano advertía del riesgo de dejarse "someter" por "los imperativos despóticos de la técnica" y un "sistema mecanicista".

"Pensemos en la crisis ecológica", sugirió el Papa. "Pensemos en la falta de límites, en la lógica del 'se puede hacer, por tanto, es lícito'. Pensemos también en la voluntad de poner en el centro de todo no a la persona y sus relaciones, sino al individuo centrado en sus propias necesidades, ávido por acumular y voraz por aferrar la realidad", añadió, con lo que eso conlleva "en la erosión de los vínculos comunitarios, por la que la soledad y el miedo, de condiciones existenciales, parecen transformarse en condiciones sociales".

Discurso final del Papa en Budapest
Discurso final del Papa en Budapest

El falso "consuelo" de la técnica

"Cuántos individuos aislados, muy 'de redes sociales' y poco sociales, recurren, como en un círculo vicioso, a los consuelos de la técnica para llenar el vacío que experimentan, corriendo de manera aún más frenética mientras, esclavos de un capitalismo salvaje, sienten de manera aún más dolorosa las propias debilidades, en una sociedad donde la velocidad exterior va a la par de la fragilidad interior", advirtió Francisco, quien aseguró no ser pesimista, "sería contrario a la fe que tengo la alegría de profesar", sino querer "reflexionar sobre esta “arrogancia de ser y de tener”", y el riesgo de "desestabilización de lo humano".

Parafraseando 'Señor del mundo', de Robert Benson, Francisco evocó "un futuro dominado por la técnica y en el que todo, en nombre del progreso, está uniformado; en todas partes se predica un nuevo 'humanismo' que suprime las diferencias, anulando la vida de los pueblos y aboliendo las religiones", donde "ideologías opuestas convergen en una homologación que coloniza ideológicamente; el hombre, en contacto con las máquinas, se achata cada vez más, mientras la vida común se vuelve triste y enrarecida".

Eutanasia e imposición del consenso

"En ese mundo avanzado pero sombrío, que describe Benson, donde todos parecen insensibles y anestesiados, parece obvio descartar a los enfermos y aplicar la eutanasia, así como abolir las lenguas y las culturas nacionales para alcanzar la paz universal, que en realidad se transforma en una persecución fundada sobre la imposición del consenso", profetizó Bergoglio, "hasta el punto de hacer afirmar a uno de los protagonistas que el mundo parece a merced de una vitalidad perversa, que lo corrompe y lo confunde todo”.

Un "análisis sombrío", como el propio Papa admitió, y que quiso pronunciar en uno de los centros del saber de Budapest. "La universidad es el lugar donde el pensamiento nace, crece y madura abierto y sinfónico"; es el "templo" donde "el conocimiento está llamado a liberarse de los límites estrechos del tener y del poseer para convertirse en cultura, es decir, en “cultivo” del hombre y de sus relaciones fundamentales: con el trascendente, con la sociedad, con la historia, con la creación".

Ahora bien: "Quien ama la cultura no se siente nunca satisfecho, sino que lleva en sí una sana inquietud", incidió, reclamando la razón de ser de quien quiere conocer. "Busca, interroga, arriesga y explora; sabe salir de sus propias certezas para aventurarse con humildad en el misterio de la vida, que se armoniza con la inquietud, no con la costumbre; que se abre a las otras culturas y advierte la necesidad de compartir el saber".

Este, y no otro, "es el espíritu de la universidad", así como la "belleza de cooperar con otras realidades educativas, por medio de programas de investigación compartidos y también acogiendo a estudiantes provenientes de otras regiones del mundo, como Oriente Medio, en particular de la martirizada Siria". Porque "abriéndonos a los demás nos conocemos mejor a nosotros mismos".

Del 'Conócete a ti mismo' a 'La verdad os hará libres'

"La cultura nos acompaña en el conocimiento de nosotros mismos. Lo recuerda el pensamiento clásico, que nunca debe desaparecer", sugirió el Papa, recordando el 'Conócete a ti mismo' del oráculo de Delfos. Pero, "¿qué significa conócete a ti mismo? Quiere decir saber reconocer los propios límites y, en consecuencia, frenar la propia presunción de autosuficiencia".

En otras palabras, "conocerse a sí mismo requiere mantener unidas, en una dialéctica virtuosa, la fragilidad y la grandeza del hombre". "Del asombro de este contraste surge la cultura; nunca satisfecha y siempre en búsqueda, inquieta y comunitaria, disciplinada en su finitud y abierta al absoluto. Me gustaría que cultiven este apasionante descubrimiento de la verdad", incidió.

La Curia escucha al Papa
La Curia escucha al Papa

Libertad frenada a libertad sin frenos

La segunda y última frase es de Jesús: "La verdad los hará libres". "Hungría ha visto subseguirse ideologías que se imponían como verdad, pero no daban libertad. Y hoy el riesgo tampoco ha desaparecido; pienso en el paso del comunismo al consumismo", lamentó el Papa, quien incidión en que "en ambos “ismos” hay una falsa idea de libertad; la del comunismo era una “libertad” forzada, limitada desde fuera, decidida por otro; la del consumismo es una “libertad” libertina, hedonista, aplanada, que nos vuelve esclavos del consumo y de las cosas".

"Qué fácil es pasar de los límites impuestos al pensar, como en el comunismo, al pensarse sin límites, como en el consumismo; de una libertad frenada a una libertad sin frenos", clamó. Jesús, en cambio "nos ofrece una salida, diciendo que la verdad es todo aquello que libera al hombre de sus dependencias y de sus cerrazones", finalizó.

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