Siria, Yemen, Irán, Myanmar, Oriente Medio o Afganistán, ejes de la bendición 'Urbi et Orbi' de Francisco El Papa clama por Ucrania en Navidad y exige "poner inmediatamente fin a esta guerra insensata"

El Papa saluda a los fieles al término de la bendición Urbi et Orbi
El Papa saluda a los fieles al término de la bendición Urbi et Orbi

"No nos olvidemos hoy de tantos migrantes y refugiados que llaman a nuestra puerta en busca de consuelo, calor y alimento. No nos olvidemos de los marginados, de las personas solas, de los huérfanos y de los ancianos que corren el riesgo de ser descartados; de los presos que miramos sólo por sus errores y no como seres humanos"

"Jesús nace entre nosotros, es Dios-con-nosotros. Viene para acompañar nuestra vida cotidiana, para compartir todo con nosotros, alegrías y dolores, esperanzas e inquietudes. Viene como un niño indefenso. Nace en el frío, pobre entre los pobres"

"El apego al poder y al dinero, la soberbia, la hipocresía, la mentira. Estas cargas imposibilitan ir a Belén, excluyen de la gracia de la Navidad y cierran el acceso al camino de la paz"

"Pensemos en Siria, todavía martirizada por un conflicto que pasó a segundo plano pero que no ha acabado; pensemos también en Tierra Santa, donde durante los meses pasados aumentaron la violencia y los conflictos, con muertos y heridos”

"Pensemos en las personas que sufren hambre, sobre todo los niños, mientras cada día se desperdician grandes cantidades de alimentos y se derrochan bienes a cambio de armas”

"Que el Señor nos disponga a realizar gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo, e ilumine las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas y poner fin inmediatamente a esta guerra insensata"

"Que nuestra mirada se llene de los rostros de los hermanos y hermanas ucranianos, que viven esta Navidad en la oscuridad, a la intemperie o lejos de sus hogares, a causa de la destrucción ocasionada por diez meses de guerra". El Papa Francisco sufre por la guerra en "la martirizada Ucrania", y este dolor llega, incluso, a oscurecer la dicha por el nacimiento de Jesús. Por eso, tal vez por eso, ha exigido, durante la tradicional bendición 'Urbi et Orbi' a "poner inmediatamente fin a esta guerra insensata".

"Que el Señor nos disponga a realizar gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo, e ilumine las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas y poner fin inmediatamente a esta guerra insensata" clamó desde el balcón central de la plaza de San Pedro, en un mediodía soleado y ante decenas de miles de personas que llenaban la mayor plaza de la Cristiandad. 

Bendición Urbi et Orbi del Papa
Bendición Urbi et Orbi del Papa

Siria y Tierra Santa

En el Día de Navidad, Francisco recordó la “grave carestía de paz” que se vive en “otros escenarios de esta tercera guerra mundial”. “Pensemos en Siria, todavía martirizada por un conflicto que pasó a segundo plano pero que no ha acabado; pensemos también en Tierra Santa, donde durante los meses pasados aumentaron la violencia y los conflictos, con muertos y heridos”, subrayó el Papa, quien imploró que “se retome el diálogo y la búsqueda de confianza recíproca entre israelíes y palestinos”.

"Si queremos que sea Navidad, la Navidad de Jesús y de la paz, contemplemos a Belén y fijemos la mirada en el rostro del Niño que nos ha nacido. Y en ese pequeño semblante inocente reconozcamos el de los niños que en cada rincón del mundo anhelan la paz", insistió el Pontífice.

En lo que es considerado el gran discurso global del Papa durante el año (a la ciudad y al mundo), Bergoglio pidió que “el Niño Jesús sostenga a las comunidades cristianas que viven en todo el Oriente Medio, para que en cada uno de esos países se pueda vivir la belleza de la convivencia fraterna entre personas pertenecientes a diversos credos”.

El Papa, en la bendición Urbi et Orbi
El Papa, en la bendición Urbi et Orbi

Tregua en Yemen, tensiones en América

“Que ayude en particular al Líbano, para que finalmente pueda recuperarse, con el apoyo de la comunidad internacional y con la fuerza de la fraternidad y de la solidaridad”, rogó, recordando a la región del Sahel, “donde la convivencia pacífica entre pueblos y tradiciones se ve perturbada por enfrentamientos y violencia”.

La “tregua duradera” soñada para Yemen o “la reconciliación en Myanmar y en Irán”, donde pidió “que cese todo derramamiento de sangre”, fueron otros de los destinos de la geografía del mensaje Urbi et Orbi de este año, que también tuvo espacio para América. Así, invitó a las autoridades a “esforzarse por pacificar las tensiones políticas y sociales que afectan a varios países”, con un pensamiento particular para “el pueblo haitiano, que está sufriendo desde hace mucho tiempo”.

La 'casa del pan' en un mundo que pasa hambre

Junto a los lugares, las personas, los sufrientes, los preferidos del Señor, que también llegaron a Belén, “que significa ‘casa del pan’”, recordó Bergoglio. Así, pidió, “pensemos en las personas que sufren hambre, sobre todo los niños, mientras cada día se desperdician grandes cantidades de alimentos y se derrochan bienes a cambio de armas”.

Miles de fieles escuchan al Papa
Miles de fieles escuchan al Papa

“La guerra en Ucrania ha agravado aún más la situación, dejando poblaciones enteras con riesgo de carestía, especialmente en Afganistán y en los países del Cuerno de África”, recordó, insistiendo en que “toda guerra provoca hambre y usa la comida misma como arma, impidiendo su distribución a los pueblos que ya están sufriendo”.

Frente a ello, invitó al compromiso de todos, “en primer lugar, los que tienen responsabilidades políticas, para que la comida no sea más que un instrumento de paz”. De igual modo, “pensemos en las familias que están más heridas por la vida, y en aquellas que, en este tiempo de crisis económica, tienen dificultades a causa de la falta de trabajo y de lo necesario para vivir”.

Bendición Urbi et Orbi del Papa
Bendición Urbi et Orbi del Papa

Un mundo enfermo de indiferencia

Hoy, como ayer en Belén, “Jesús viene a un mundo enfermo de indiferencia, que no lo acoge; es más, lo rechaza, como les pasa a muchos extranjeros; o lo ignora, como muy a menudo hacemos nosotros con los pobres.”

“No nos olvidemos hoy de tantos migrantes y refugiados que llaman a nuestra puerta en busca de consuelo, calor y alimento. No nos olvidemos de los marginados, de las personas solas, de los huérfanos y de los ancianos que corren el riesgo de ser descartados; de los presos que miramos sólo por sus errores y no como seres humanos”, insistió el Pontífice, quien invitó a acudir al Niño Dios “sin demora y dejémonos maravillar por el acontecimiento impensable de Dios que se hace hombre para nuestra salvación”.

Con un clamor final: “Aquel que es fuente de todo bien se hace pobre y pide como limosna nuestra pobre humanidad. Dejémonos conmover por el amor de Dios y sigamos a Jesús, que se despojó de su gloria para hacernos partícipes de su plenitud. ¡Feliz Navidad a todos!”.

Esta Navidad, Religión Digital
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