El Papa, contra "la rigidez y los extremismos" que profanan a Dios "mediante el odio, el fanatismo y el terrorismo" Francisco: "Ha llegado la hora de despertarse de ese fundamentalismo que contamina y corroe todo credo"

Foto de familia del Congreso de Líderes Religiosos
Foto de familia del Congreso de Líderes Religiosos

El Papa abre el Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales de Kazajistán, presentando cuatro desafíos globales: la pandemia, la paz, la acogida fraterna y la casa común

"Es la hora de dejar sólo a los libros de historia los discursos que, por demasiado tiempo, aquí y en otros sitios, han inculcado sospechas y desprecio respecto a la religión, como si fuera un factor de desestabilización de la sociedad moderna"

"Defender las propias seguridades adquiridas y cerrar las puertas por miedo viene de manera instintiva; es más fácil sospechar del extranjero, acusarlo y condenarlo antes que conocerlo y entenderlo"

"Seamos conciencias proféticas y valientes, hagámonos prójimos a todos, pero especialmente a los tantos olvidados de hoy, a los marginados, a los sectoresmás débiles y pobres de la sociedad, a aquellos que sufren a escondidas y en silencio, lejos de los reflectores"

"Purifiquémonos de la presunción de sentirnos justos y de no tener nada que aprender de los demás; liberémonos de esas concepciones reductivas y ruinosas que ofenden el nombre de Dios por medio de la rigidez, los extremismos y los fundamentalismos, y lo profanan mediante el odio, el fanatismo y el terrorismo, desfigurando también la imagen del hombre"

"No justifiquemos nunca la violencia. No permitamos que lo sagrado sea instrumentalizado por lo que es profano. ¡Que lo sagrado no sea apoyo del poder y el poder no se apoye en la sacralidad!"

"Dios es paz, y conduce siempre a la paz, nunca a la guerra"

"Sigamos adelante juntos, para que el camino de las religiones sea cada vez más amistoso"

En una mesa redonda: todos iguales, todos unidos por un objetivo común, cuatro "desafíos globales": la pandemia, la paz, la acogida fraterna y la casa común. Un encuentro 'Fratelli Tutti'. Así es como definía un experto vaticanista el modelo del Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales, en cuya apertura participó el Papa Francisco. Representantes de todas las religiones (no todos 'primeros espadas', todo hay que decirlo), miembros de la sociedad civil y actores sociales y políticos, "en nombre de esa fraternidad que nos une a todos, como hijos e hijas del mismo cielo", como señaló Bergoglio al comienzo de su discurso.

Pero, más allá de las palabras, lo que se vivió esta mañana en Nur-sultan fue un momento de comunión y de búsqueda por la paz. En silencio, como a veces no hay más remedio, porque el silencio es el mejor vehículo para la escucha y la comprensión recíproca. Después, llegó el turno de las palabras. Densas, las más largas de los últimos tiempos, con un contenido que hizo pensar, y mucho, a sus interlocutores.

En las suyas, Francisco reivindicó el papel de los hombres y mujeres de religión, y de la "auténtica fraternidad", pues "sólo crecemos con los demás y gracias a los demás". "Necesitamos la religión para responder a la sed de paz del mundo y a la sed de infinito que habita en el corazón de todo hombre", glosó.

Respeto, honestidad, diálogo

Ante la mirada de los líderes religiosos de todo el mundo, Francisco pidió "que Kazajistán pueda ser una vez más tierra de encuentro entre quienes están distanciados", que "pueda abrir una nueva ruta de encuentro, basada en las relaciones humanas: el respeto, la honestidad del diálogo, el valor imprescindible de cada uno, la colaboración; un camino para recorrer juntos hacia la paz".  

El gran imán de Al-Azhar saluda al Papa
El gran imán de Al-Azhar saluda al Papa

Si ayer se refirió al dombra, esta mañana el Papa quiso hacer suya la voz del poeta Abai, quien reflejó en sus escritos una profunda religiosidad, unos profundos interrogantes, que "suscitan la necesidad de la religión, y nos recuerdan que nosotros seres humanos no existimos para satisfacer intereses terrenos y para establecer relaciones de naturaleza meramente económica, sino para caminar juntos, como peregrinos con la mirada dirigida al cielo".

Almas despiertas y mentes claras

"Hermanos y hermanas, el mundo espera de nosotros el ejemplo de almas despiertas y de mentes claras, espera una religiosidad auténtica", clamó Francisco. "Ha llegado la hora de despertarse de ese fundamentalismo que contamina y corroe todo credo, la hora de hacer que el corazón se vuelva transparente y compasivo".

Y, también, "es la hora de dejar sólo a los libros de historia los discursos que, por demasiado tiempo, aquí y en otros sitios, han inculcado sospechas y desprecio respecto a la religión, como si fuera un factor de desestabilización de la sociedad moderna".

Mesa de líderes religiosos en Nur-Sultan
Mesa de líderes religiosos en Nur-Sultan

Recordando la ocupación soviética, el Papa señaló que "en este lugar es bien conocida la herencia del ateísmo de Estado, impuesto por decenios, esa mentalidad opresora y sofocante por la cual el simple uso de la palabra “religión” era incómodo", para destacar que "en realidad, las religiones no son un problema, sino parte de la solución para una convivencia más armoniosa".

Es la hora de dejar sólo a los libros de historia los discursos que, por demasiado tiempo, aquí y en otros sitios, han inculcado sospechas y desprecio respecto a la religión, como si fuera un factor de desestabilización de la sociedad moderna

Y es que, subrayó, "la búsqueda de la trascendencia y el valor sagrado de la fraternidad pueden, en efecto, inspirar e iluminar las decisiones a tomar en el contexto de las crisis geopolíticas, sociales, económicas y ecológicas —pero, en la raíz, espirituales— que atraviesan muchas instituciones en la actualidad, también las democracias, poniendo en peligro la seguridad y la concordia entre los pueblos".

Criaturas libres... también para creer

Por tanto, "necesitamos la religión para responder a la sed de paz del mundo y a la sed de infinito que habita en el corazón de todo hombre", para lo cual es preciso asegurar "la libertad religiosa". "Hermanos, hermanas, somos criaturas libres", recalcó. También para creer.

Algunos de los participantes en el congreso
Algunos de los participantes en el congreso

"La libertad religiosa es un derecho fundamental, primario e inalienable, que es necesario promover en todas partes y que no puede limitarse únicamente a la libertad de culto. De hecho, es un derecho de toda persona dar testimonio público de la propia fe; proponerla sin imponerla nunca", subrayó, destacando "la buena práctica del anuncio, diferente del proselitismo y del adoctrinamiento, de los que todos están llamados a mantener distancia".

Frente a ello, "relegar a la esfera de lo privado el credo más importante de la vida privaría a la sociedad de una riqueza inmensa; favorecer, por el contrario, ambientes donde se respire una respetuosa convivencia de las diversidades religiosas, étnicas y culturales es el mejor modo para valorar las características específicas de cada uno, de unir a los seres humanos sin uniformarlos, de promover sus aspiraciones más altas sin cortar su impulso".

Participantes en el Congreso
Participantes en el Congreso

Cuatro desafíos globales

Por otro lado, Francisco quiso plantear "cuatro desafíos globales" que convocan a todos, "aunque de manera especial a las religiones", a una unidad de propósitos. El primero de todos, la pandemia que "nos ha puesto a todos en igualdad de condiciones". "Todos nos hemos sentido frágiles, todos necesitados de asistencia; ninguno plenamente autónomo, ninguno completamente autosuficiente. Pero ahora no podemos dilapidar la necesidad de solidaridad que hemos percibido siguiendo adelante como si no hubiera ocurrido nada, sin dejarnos interpelar por la exigencia de afrontar juntos las urgencias que conciernen a todos. Las religiones no deben ser indiferentes a esto; están llamadas a ir al frente, a ser promotoras de unidad ante las pruebas que amenazan con dividir aún más la familia humana".

Por eso, "específicamente", los hombres y mujeres de fe han de "ayudar a los hermanos y las hermanas de nuestra época a no olvidar la vulnerabilidad que nos caracteriza, a no caer en falsas presunciones de omnipotencia suscitadas por los progresos técnicos y económicos, que en sí mismos no bastan; a no dejarse enredar por los lazos del beneficio y la ganancia, como si fueran los remedios a todos los males; a no secundar un desarrollo insostenible que no respete los límites impuestos por la creación; a no dejarse anestesiar por el consumismo que aturde, porque los bienes son para el hombre y no el hombre para los bienes".

Francisco, junto a otros líderes religiosos
Francisco, junto a otros líderes religiosos

Hacernos cargo de la Humanidad

Porque "los creyentes en la pospandemia, además de sensibilizarse sobre nuestra fragilidad y responsabilidad, están llamados al cuidado; a hacerse cargo de la humanidad en todas sus dimensiones, volviéndose artesanos de comunión, testigos de una colaboración que supere los cercos de las propias pertenencias comunitarias, étnicas, nacionales y religiosas".

¿Por dónde empezar? se preguntó el Papa. "Por escuchar a los más débiles, por dar voz a los más frágiles, por hacerse eco de una solidaridad global que, en primer lugar, se refiera a ellos, a los pobres, a los necesitados que más han sufrido la pandemia, la cual ha hecho emerger prepotentemente la iniquidad de las desigualdades en el planeta".

Inauguración del encuentro de líderes religiosos
Inauguración del encuentro de líderes religiosos

"¡Cuántos, todavía hoy, no tienen fácil acceso a las vacunas! Estamos de su parte, no de la parte del que tiene más y da menos; seamos conciencias proféticas y valientes, hagámonos prójimos a todos, pero especialmente a los tantos olvidados de hoy, a los marginados, a los sectores más débiles y pobres de la sociedad, a aquellos que sufren a escondidas y en silencio, lejos de los reflectores", resaltó el Pontífice con claridad.

Sensibles y solidarios

"Lo que les propongo no es sólo un camino para ser más sensibles y solidarios, sino un itinerario de sanación para nuestra sociedad", pues es "precisamente la indigencia la que permite que se propaguen las epidemias y otros grandes males que prosperan en el ámbito de las necesidades y las desigualdades".

"El mayor factor de riesgo de nuestro tiempo sigue siendo la pobreza", denunció el Papa, recordando que "mientras sigan haciendo estragos la desigualdad y las injusticias, no cesarán virus peores que el Covid: los del odio, la violencia y el terrorismo".

Discurso del Papa
Discurso del Papa

El segundo desafío global es, precisamente, "el desafío de la paz". "Nuestros días están aún marcados por el flagelo de la guerra, por un clima de discusiones exasperadas, por la incapacidad de dar un paso atrás y tender la mano al otro".

Un compromiso activo por la paz

"Se necesita un sacudón y se necesita, hermanos y hermanas, que venga de nosotros", proclamó. "¿Cómo podemos pensar que los hombres de nuestro tiempo —muchos de los cuales viven como si Dios no existiera— estén motivados a comprometerse en un diálogo respetuoso y responsable, si las grandes religiones, que constituyen el alma de tantas culturas y tradiciones, no se comprometen activamente por la paz?".

Discurso del Papa Francisco
Discurso del Papa Francisco

"Recordando los horrores y los errores del pasado, unamos los esfuerzos, para que nunca más el Omnipotente se vuelva rehén de la voluntad de poder humano", rogó Francisco. "Hermanos, hermanas, es necesaria, para todos y para cada uno, una purificación del mal (...). Purifiquémonos de la presunción de sentirnos justos y de no tener nada que aprender de los demás; liberémonos de esas concepciones reductivas y ruinosas que ofenden el nombre de Dios por medio de la rigidez, los extremismos y los fundamentalismos, y lo profanan mediante el odio, el fanatismo y el terrorismo, desfigurando también la imagen del hombre".

No justifiquemos nunca la violencia

"No justifiquemos nunca la violencia. No permitamos que lo sagrado sea instrumentalizado por lo que es profano. ¡Que lo sagrado no sea apoyo del poder y el poder no se apoye en la sacralidad!", clamó. Porque "Dios es paz y conduce siempre a la paz, nunca a la guerra".

"Comprometámonos, por tanto, aún más, a promover y reforzar la necesidad de que los conflictos se resuelvan no con las ineficaces razones de la fuerza, con las armas y las amenazas, sino con los únicos medios bendecidos por el cielo y dignos del hombre: el encuentro, el diálogo, las tratativas pacientes, que se llevan adelante pensando especialmente en los niños y en las jóvenes generaciones" rogó, mostrando su "esperanza de que la paz no sea el frágil resultado de negociaciones escabrosas, sino el fruto de un compromiso educativo constante, que promueva sus sueños de desarrollo y de futuro".

El altar del lucro y del descarte

El tercer desafío es el de "la acogida fraterna", en mitad de un mundo donde "cada día bebés por nacer y niños, migrantes y ancianos son descartados". "Numerosos hermanos y hermanas mueren sacrificados en el altar del lucro, envueltos en el incienso sacrílego de la indiferencia", lamentó el Papa, quien, sin embargo, proclamó que "todo ser humano es sagrado".

Congreso de Líderes Religiosos
Congreso de Líderes Religiosos

"Nunca como ahora presenciamos grandes movimientos de poblaciones, causados por las guerras, la pobreza, los cambios climáticos, en la búsqueda de un bienestar que el mundo globalizado permite conocer, pero al que a menudo es difícil acceder", anunció. "Un gran éxodo está en curso, desde las regiones más necesitadas se busca alcanzar aquellas con mayor bienestar", que requiere "soluciones compartidas y amplitud de miras".

"Ciertamente, defender las propias seguridades adquiridas y cerrar las puertas por miedo viene de manera instintiva; es más fácil sospechar del extranjero, acusarlo y condenarlo antes que conocerlo y entenderlo. Pero es nuestro deber recordar que el Creador, que vela los pasos de toda criatura, nos exhorta a tener una mirada semejante a la suya, una mirada que reconozca el rostro del hermano", añadió el Papa.

Líderes religiosos escuchan al Papa
Líderes religiosos escuchan al Papa

"Redescubramos el arte de la hospitalidad, de la acogida, de la compasión", pidió Bergoglio. "Y aprendamos también a avergonzarnos; sí, a experimentar esa sana vergüenza que nace de la piedad por el hombre que sufre, de la conmoción y del asombro por su condición, por su destino, del cual nos sentimos partícipes", porque "el camino de la compasión es el que nos hace más humanos y más creyentes".

Cuidado de la casa común

El último desafío global no es otro que "el cuidado de la casa común". "Frente a los cambios climáticos es necesario protegerla, para que no sea sometida a las lógicas de las ganancias, sino preservada para las generaciones futuras, para alabanza del Creador", apuntaló Francisco, en línea con todo un pontificado marcado por Laudato Si y Fratelli Tutti.

"También en este desafío unamos esfuerzos. No es el último por importancia, sino que se une al primero, al de la pandemia. Virus como el Covid-19, que, aun siendo microscópicos, son capaces de erosionar las grandes ambiciones del progreso, a menudo están vinculados a un equilibrio deteriorado —en gran parte por nuestra causa— con la naturaleza que nos rodea", culminó Francisco, recordando la deforestación, el comercio ilegal e animales, los criaderos intensivos, esa "mentalidad de la explotación que devasta la casa que habitamos".

"Queridos hermanos y hermanas, sigamos adelante juntos, para que el camino de las religiones sea cada vez más amistoso", concluyó el Papa su discurso. "Que no nos suceda esto, que el Altísimo nos libre de las sombras de la sospecha y de la falsedad, que nos conceda cultivar amistades luminosas y fraternas, por medio del diálogo asiduo y la franca sinceridad de las intenciones. No busquemos falsos sincretismos conciliadores, sino más bien conservemos nuestras identidades abiertas a la valentía de la alteridad, al encuentro fraterno. Sólo así, en los tiempos oscuros que vivimos, podremos irradiar la luz de nuestro Creador".

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