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Los niños son los mayores protagonistas de estos actos espontáneos de ternura
Es común hoy en día que algún feligrés entusiasmado le entregue al papa Francisco una camiseta de fútbol, flores o un bebé en llanto. En el Año Nuevo, una mujer le agarró del brazo con tanta fuerza que el pontífice la reprendió.
Este miércoles el pontífice recibió otra inusual muestra de afecto: un hombre se salió del área reservada para gente con discapacidad y le plantó un afectuoso beso en la frente.
El pontífice pareció sonreír cuando el individuo, quien se puso de pie cuando el papa saludó al grupo al frente del público, le sujetó la cabeza y le plantó el beso, rozando la nariz en la frente del papa. Los dos ya antes habían intercambiado un saludo y los acostumbrados besos de mejilla antes del beso.
El día de Año Nuevo, en la plaza de San Pedro, el papa Francisco pidió públicamente disculpas por haber forcejeado con la mujer que lo agarró la noche anterior en un paseo para ver el pesebre del Vaticano. Admitió que el hecho de haber perdido los estribos con la mujer sentó “un mal ejemplo”.
No es la primera vez que el pontífice presencia de cerca un acto que desborda ingenuidad, ternura y hasta en ciertos casos incomodidad para otros. A cada uno de ellos, el religioso ha sabido contestar con amor.
El 21 de agosto del año pasado, una pequeña con discapacidad mental se subió al escenario durante la audiencia papal, robándole protagonismo al líder de la Iglesia católica. Ante el acontecimiento el papa hizo señas al personal de seguridad para que no la detuvieran, en tanto la menor saltaba, aplaudía y corría por todo el lugar.
“Esta pobre niña es víctima de una enfermedad y no sabe lo que está haciendo”, dijo Francisco al final de su audiencia.
“Pregunto una cosa y todos deberían responder en su propio corazón: ¿Recé por ella cuando la vi? ¿Recé para que el Señor la sane y la proteja? ¿Recé por sus padres y su familia?”,
En el 2018 permitió que un niño argentino, de 7 años, con autismo, se paseara por el escenario sin ser molestado. El menor se puso además a jugar con un elemento de la guardia suiza.
“Déjalo si quiere jugar acá. Es argentino, indisciplinado”, dijo en aquel entonces el pontífice.
Algo parecido sucedió en el 2013 durante la celebración de la Fiesta de la Familia en la plaza de San Pedro, cuando un niño colombiano abrazó al papa, besó su crucifijo y se le sentó en las piernas.
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