El Papa exige a los líderes mundiales "voluntad política clara y tangible" para revertir el apocalipsis climático Francisco, en la COP28: "La hora es apremiante, el futuro de todos depende del hoy que escojamos"

Parolin lee el discurso del Papa en la COP28
Parolin lee el discurso del Papa en la COP28 captura de pantalla

"¡Escuchemos el gemido de la tierra, oigamos el clamor de los pobres, demos oídos a las esperanzas de los jóvenes y a los sueños de los niños!  Tenemos una gran responsabilidad: velar porque no se les niegue el futuro"

“Sería justo encontrar modos adecuados para condonar la deuda económica que grava sobre varios pueblos, teniendo en cuenta la deuda ecológica que hay en favor de ellos”

“¡Cuántas energías está malgastando la humanidad en las numerosas guerras en curso, como en Israel y Palestina, en Ucrania y en muchas regiones del mundo; conflictos que no resolverán los problemas, sino que los aumentarán! ¡Cuántos recursos desperdiciados en armamento, que destruyen vidas y arruinan la casa común!”

“Los cambios climáticos muestran la necesidad de un cambio político. Salgamos del atolladero de los particularismos y nacionalismos, que son esquemas del pasado. Abracemos una visión alternativa, común; esta nos permitirá una conversión ecológica"

"No tiene ningún sentido preservar hoy una autoridad que mañana será recordada por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario. La historia se los agradecerá. Y también las sociedades en las que viven que, en su interior, se encuentran nefastamente divididas en “bandos”: catastrofistas o indiferentes, ambientalistas radicales o negacionistas climáticos"

“Que el 2024 marque el punto de inflexión”. El Papa Francisco, a través de la voz del cardenal Parolin (su infección pulmonar le impidió viajar a Dubai) abrió la COP28 con un discurso en el que hizo referencia a un hecho ocurrido 800 años antes, cuando otro Francisco, el de Asís, compuso su histórico ‘Cántico de las Criaturas’. “También yo, que llevo el nombre de Francisco, quisiera decirles con sinceridad de corazón:  ¡dejemos atrás las divisiones y unamos las fuerzas! Y, con la ayuda de Dios, salgamos de la noche de la guerra y de la devastación ambiental para transformar el futuro común en un amanecer luminoso”.

Así concluye el mensaje de un Bergoglio que arranca lamentando no poder estar presente en la cumbre del cambio climático, aunque “me hago presente porque la hora es apremiante. Me hago presente porque, ahora más que nunca, el futuro de todos depende del hoy que escojamos”.

"Que no se les niegue el futuro"

“Me hago presente porque la devastación de la  creación es una ofensa a Dios, un pecado no sólo personal sino estructural que repercute en el ser  humano, sobre todo en los más débiles; un grave peligro que pende sobre cada uno y que amenaza  con desencadenar un conflicto entre generaciones”, subrayó el Pontífice, quien pidió, “de corazón”, a los líderes mundiales: “¡escojamos la vida, elijamos el futuro! ¡Escuchemos el gemido de la tierra, oigamos el clamor de los pobres, demos oídos a las esperanzas de los jóvenes y a los sueños de los niños!  Tenemos una gran responsabilidad: velar porque no se les niegue el futuro”. 

“Detengamos semejante delirio de omnipotencia”, clamó el Papa, quien insistió en acabar con “las divisiones que existen entre nosotros”, pues “nos hallamos frente a posturas rígidas, cuando no inflexibles, que tienden a proteger los ingresos propios y de sus empresas, justificándose a veces por lo que otros han hecho en el pasado, con reiteradas evasiones de responsabilidad”.

Cumbre climática en Dubai
Cumbre climática en Dubai

La culpa no es de los pobres

“Pero la tarea a la que estamos llamados hoy no es hacia el ayer, sino hacia el mañana; un mañana que, nos guste o no, será de todos o no será”, advirtió el Papa, quien denunció “las tentativas de atribuirle la responsabilidad a los pobres o al número de nacimientos”.

“Son tabús que hay que objetar con decisión. No es culpa de los pobres, porque casi la mitad del mundo, la más pobre, es responsable de apenas el 10% de las emisiones  contaminantes, mientras que la distancia entre los pocos acomodados y los muchos desfavorecidos  nunca ha sido tan profunda. Ellos son, en realidad, las víctimas de lo que está sucediendo”, recordó el Papa, evocando a las poblaciones indígenas, a los que sufren la deforestación, el hambre, la inseguridad alimentaria o se ven obligadas a migrar.

“Con respecto a los nacimientos, no son un problema, sino un recurso; no están en contra de la vida, sino a su favor, mientras que ciertos modelos ideológicos y utilitaristas que se les imponen a las familias y poblaciones, con guantes de seda, son verdaderas colonizaciones”, lamentó Francisco, quien denunció la “preocupante deuda ecológica”.

El camino del multilateralismo

“Sería justo encontrar modos adecuados para condonar la deuda económica que grava sobre varios pueblos, teniendo en cuenta la deuda ecológica que hay en favor de ellos”.  

“Señoras y señores, permítanme que, en nombre de la casa común donde vivimos, me dirija a ustedes, como a hermanos y hermanas, para preguntarles: ¿cuál es el camino para salir de esto? Es el que ustedes están recorriendo en estos días: un camino conjunto, el multilateralismo”, insistió Bergoglio, quien lamentó que “el calentamiento  del planeta esté acompañado por un enfriamiento del multilateralismo”.

Un fondo común contra el hambre

“¡Cuántas energías está malgastando la humanidad en las numerosas guerras en curso, como en Israel y Palestina, en Ucrania y en muchas regiones del mundo; conflictos que no resolverán los problemas, sino que los aumentarán! ¡Cuántos recursos desperdiciados en armamento, que destruyen vidas y arruinan la casa común!”, recalcó Francisco, quien volvió a proponer que “con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares, constituyamos un Fondo mundial para acabar de una vez con el hambre”.

“Los cambios climáticos muestran la necesidad de un cambio político. Salgamos del atolladero de los particularismos y nacionalismos, que son esquemas del pasado. Abracemos una visión alternativa, común; esta nos permitirá una conversión ecológica”, subrayó Francisco, quien aseguró “el compromiso y respaldo de la  Iglesia católica, particularmente activa en la educación y sensibilización a la participación común,  así como en la promoción de estilos de vida, porque si la responsabilidad es de todos, la de cada uno  es fundamental”. 

“Hermanas y hermanos, es esencial un cambio de ritmo que no sea una modificación parcial  de ruta, sino un modo nuevo de avanzar juntos”, exigió Francisco, quien pidió “que esta COP sea un punto de inflexión, que manifieste una voluntad política clara y tangible, que conduzca a una aceleración decisiva hacia la transición ecológica” mediante las tres claves planteadas en Laudate Deum: “Que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente”, y que se lleven a cabo en cuatro campos: “La eficiencia energética, las fuentes renovables, la  eliminación de los combustibles fósiles y la educación a estilos de vida menos dependientes de  estos últimos”.  

“La eficiencia energética, las fuentes renovables, la  eliminación de los combustibles fósiles y la educación a estilos de vida menos dependientes de  estos últimos”

“Por favor, vayamos hacia adelante, no para atrás”, finalizó el Pontífice. “Sean ustedes artífices  de una política que dé respuestas concretas y unificadas, demostrando de este modo la nobleza de la  responsabilidad que revisten y la dignidad del servicio que prestan. Porque para eso está el poder, para servir”.

Porque “no tiene ningún sentido preservar hoy una autoridad que mañana será recordada por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario. La historia se los agradecerá. Y también las sociedades en las que viven que, en su interior, se encuentran nefastamente divididas en “bandos”: catastrofistas o indiferentes, ambientalistas radicales o negacionistas climáticos”.

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