"Es triste escuchar que  el uso de fondos comunes se propone como solución para construir muros" El clamor del Papa en Lesbos: "¡No dejemos que el Mare Nostrum se convierta en un desolador Mare Mortuum! ¡Detengamos este naufragio de civilización!"

Un refugiado se abraza al Papa
Un refugiado se abraza al Papa

"Hermanas, hermanos, sus rostros, sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no  reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas"

"El Mediterráneo se está convirtiendo en un frío cementerio sin lápidas (...). ¡No dejemos que el Mare Nostrum se convierta en un desolador Mare Mortum!"

"Es triste escuchar que el uso de fondos comunes se propone como solución para construir muros"

"La fe nos pide compasión y misericordia, exhorta a la hospitalidad (...). No  es ideología religiosa, son raíces cristianas concretas. Jesús afirma solemnemente que está allí, en el  forastero, en el refugiado, en el que está desnudo y hambriento"

"Hermanas, hermanos, estoy nuevamente aquí para encontrarme con ustedes; estoy aquí para decirles que  estoy cerca de ustedes; estoy aquí para ver sus rostros, para mirarlos a los ojos: ojos cargados de miedo y  de esperanza, ojos que han visto la violencia y la pobreza, ojos surcados por demasiadas lágrimas"

"Es fácil arrastrar a la opinión pública, fomentando el miedo al otro; ¿por qué, en cambio, con el mismo tono, no se habla de la explotación de los  pobres, o de las guerras olvidadas y a menudo generosamente financiadas, o de los acuerdos económicos  que se hacen a costa de la gente, o de las maniobras ocultas para traficar armas y hacer que prolifere su comercio?"

"Miremos el rostro de los niños. Hallemos la valentía de  avergonzarnos ante ellos, que son inocentes y son el futuro. Interpelan nuestras conciencias y nos  preguntan: “¿Qué mundo nos quieren dar?”"

"Hermanas, hermanos, sus rostros, sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no  reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas". Mitilene se ha 'engalanado', si es que así puede llamarse a colocar iluminación y limpiar (en todos los sentidos) las callejuelas en el campo de refugiados de Lesbos, adonde el Papa Francisco llegó esta mañana, rememorando su histórica visita, cinco años atrás, que despertó la conciencia dormida de una Europa que hoy, lamentablemente, sigue cerrando los ojos a esta realidad.

Ayer, y siempre, ha sido Siria, África. Ahora se suma el drama de Afganistán, lugar de procedencia del 60% de los hombres y mujeres que, arriesgándolo todo, tratan de alcanzar el supuesto Edén del Viejo Continente, atravesando el Mediterráneo, un mar de civilización que se ha convertido en un monstruo de muerte y olvido. No para el Bergoglio que dice esto:

"No escapemos rápidamente de las crudas imágenes de sus  pequeños cuerpos sin vida en las playas. El Mediterráneo, que durante milenios ha unido pueblos diversos y tierras distantes, se está convirtiendo en un frío cementerio sin lápidas. Esta gran cuenca de agua, cuna  de tantas civilizaciones, ahora parece un espejo de muerte. ¡No dejemos que el mare nostrum se convierta en un desolador mare mortuum, ni que este lugar de encuentro se vuelva un escenario de conflictos! No permitamos que este “mar de los recuerdos” se transforme en el “mar del olvido”. Les suplico: ¡detengamos este naufragio de civilización!"

Francisco viaja a Grecia y Chipre, pero sobre todo viaja a Lesbos. A rezar, a llorar, a abrazar. Pero sobre todo a escuchar. Los lamentos de Cristhian pusieron voz a los gritos de muchos ahogados, de muchos sepultados por otras noticias. Y para mirar a sus ojos. "Hermanas, hermanos, estoy nuevamente aquí para encontrarme con ustedes; estoy aquí para decirles que  estoy cerca de ustedes; estoy aquí para ver sus rostros, para mirarlos a los ojos: ojos cargados de miedo y  de esperanza, ojos que han visto la violencia y la pobreza, ojos surcados por demasiadas lágrimas", arrancó Bergoglio, quien antes de pronunciar su discurso y escuchar los testimonios dedicó más de veinte minutos a saludar, abrazar (y dejarse abrazar, hasta casi tropezar), acariciar rostros, lágrimas, suspiros. Para aportar esperanzas.

Una crisis que nos concierne a todos

Sus rostros, sus historias, son un problema. "Sí, es un problema del mundo, una crisis humanitaria que concierne a todos", recalcó el Papa. "La pandemia nos ha afectado globalmente, nos ha hecho sentir a todos en la misma barca, nos ha hecho experimentar lo que  significa tener los mismos miedos".

"Hemos comprendido que las grandes cuestiones se afrontan juntos,  porque en el mundo de hoy las soluciones fragmentadas son inadecuadas. Pero mientras se llevan adelante  las vacunaciones a nivel planetario y —aun en medio de muchos retrasos e incertezas— algo parece que se está moviendo en la lucha contra el cambio climático, todo parece terriblemente opaco en lo que se refiere  a las migraciones", lamentó.

Un refugiado se dirige al Papa en Mitilene
Un refugiado se dirige al Papa en Mitilene

"Y, sin embargo -gritó el Papa-, están en juego personas, vidas humanas. Está en juego el futuro de todos,  que sólo será sereno si está integrado. El futuro sólo será próspero si se reconcilia con los más débiles.  Porque cuando se rechaza a los pobres, se rechaza la paz".

Cierres y nacionalismos frente a los que llaman a la puerta

"Cierres y nacionalismos —nos enseña la historia— llevan a consecuencias desastrosas", subrayó Bergoglio, quien insistió en que "es una ilusión pensar que basta con salvaguardarnos a nosotros mismos, defendiéndonos de los  más débiles que llaman a la puerta".

Francisco saluda a varios niños en Mitilene
Francisco saluda a varios niños en Mitilene

Es el sino, y la oportunidad, del mundo globalizado. "El futuro nos pondrá cada vez más en contacto unos con otros; para orientarlo hacia el bien no sirven acciones unilaterales, sino políticas más amplias". "La historia, repito, nos  enseña, pero todavía no hemos aprendido", advirtió el Papa, clamando: "Que no se vuelvan las espaldas a la realidad, que termine el  continuo rebote de responsabilidades, que no se delegue siempre a los otros la cuestión migratoria, como si  a ninguno le importara y fuese sólo una carga inútil que alguno se ve obligado a soportar". 

"Hermanas, hermanos, sus rostros, sus ojos nos piden que no miremos a otra parte, que no  reneguemos de la humanidad que nos une, que hagamos nuestras sus historias y no olvidemos sus dramas", reitera el Papa, recordando a Elie Wiesel. "Ruego a Dios que nos despierte del olvido de quien sufre, que nos sacuda del individualismo que  excluye, que despierte los corazones sordos a las necesidades del prójimo", rogó Francisco.

El Papa, con los más pequeños
El Papa, con los más pequeños

Parálisis del miedo, la indiferencia y el desinterés

"Y ruego también al hombre, a  cada hombre: superemos la parálisis del miedo, la indiferencia que mata, el cínico desinterés que con  guantes de seda condena a muerte a quienes están en los márgenes. Afrontemos desde su raíz al pensamiento  dominante, que gira en torno al propio yo, a los propios egoísmos personales y nacionales, que se convierten  en medida y criterio de todo", pidió. 

"Han pasado cinco años desde la visita que realicé con los queridos hermanos Bartolomé y  Ieronymos", reiteró Bergglio. "Poco ha cambiado sobre la cuestión migratoria.  Ciertamente, muchos se han comprometido en la acogida y en la integración, y quisiera agradecer a los  numerosos voluntarios y a cuantos, a todo nivel —institucional, social, caritativo—, han asumido grandes  esfuerzos, haciéndose cargo de las personas y de la cuestión migratoria".

El clamor del Papa en Lesbos: "¡No dejemos que el Mare Nostrum se convierta en un desolador Mare Mortum!"
El clamor del Papa en Lesbos: "¡No dejemos que el Mare Nostrum se convierta en un desolador Mare Mortum!"

Tras reconocer "el compromiso en la  financiación y construcción de dignas estructuras de acogida y agradezco de corazón a la población local  por todo el bien que ha hecho y los numerosos sacrificios que han aceptado", el Papa invitó a "admitir amargamente que este país, como otros, está atravesando actualmente una situación difícil y que en Europa sigue habiendo personas que persisten en tratar el problema como un asunto que no les incumbe".

"Y, ¡cuántas  condiciones indignas del hombre! ¡Cuántos puntos críticos donde los migrantes y refugiados viven en  situaciones límite, sin vislumbrar soluciones en el horizonte! Y, sin embargo, el respeto a las personas y a  los derechos humanos —especialmente en el continente que no cesa de promoverlos en el mundo— debería  ser salvaguardado siempre, y la dignidad de cada uno debería ser antepuesta a todo", resaltó, lanzando un duro ataque a las políticas de la UE.

El Papa, en Mitilene
El Papa, en Mitilene

Levantando muros con los fondos comunes

"Es triste escuchar que  el uso de fondos comunes se propone como solución para construir muros", clamó. "Ciertamente, los temores y las  inseguridades, las dificultades y los peligros son comprensibles. El cansancio y la frustración, agudizados  por la crisis económica y pandémica, se perciben, pero no es levantando barreras como se resuelven los  problemas y se mejora la convivencia, sino uniendo fuerzas para hacerse cargo de los demás según las  posibilidades reales de cada uno y en el respeto de la legalidad, poniendo siempre en primer lugar el valor  irrenunciable de la vida de todo hombre".

"En varias sociedades los conceptos de seguridad y solidaridad, local y universal, tradición y apertura  se están oponiendo de modo ideológico"

"En varias sociedades los conceptos de seguridad y solidaridad, local y universal, tradición y apertura  se están oponiendo de modo ideológico", sostuvo Francisco. Nos suena, ¿verdad? Prosiguió el Papa: "Más que sostener unas ideas, puede ayudar partir de la realidad,  detenerse, ampliar la mirada, sumergirse en los problemas de la mayoría de la humanidad, de tantas  poblaciones víctimas de emergencias humanitarias que no han provocado sino sólo padecido, a menudo  después de largas historias de explotación todavía en curso".

Explotación de los pobres, guerras olvidadas y financiadas

"Es fácil arrastrar a la opinión pública,  fomentando el miedo al otro; ¿por qué, en cambio, con el mismo tono, no se habla de la explotación de los  pobres, o de las guerras olvidadas y a menudo generosamente financiadas, o de los acuerdos económicos  que se hacen a costa de la gente, o de las maniobras ocultas para traficar armas y hacer que prolifere su  comercio?", denunció, señalando que "hay que enfrentar las causas remotas, no a las pobres personas que pagan las consecuencias de  ello, siendo además usadas como propaganda política".

"Para remover las causas profundas no se puede sólo  resolver las emergencias. Se necesitan acciones concertadas. Es necesario acercarse a los cambios históricos  con amplitud de miras", porque "no hay respuestas fáciles para problemas complejos; existe más bien la  necesidad de acompañar los procesos desde dentro, para superar los guetos y favorecer una lenta e  indispensable integración, para acoger las culturas y las tradiciones de los otros de una manera fraterna y  responsable". 

El Papa saluda a un niño y su padre en Mitilene
El Papa saluda a un niño y su padre en Mitilene

Y "sobre todo, si queremos recomenzar, miremos el rostro de los niños", rogó Francisco. "Hallemos la valentía de  avergonzarnos ante ellos, que son inocentes y son el futuro. Interpelan nuestras conciencias y nos  preguntan: “¿Qué mundo nos quieren dar?”".

El "Mare Mortum"

"No escapemos rápidamente de las crudas imágenes de sus pequeños cuerpos sin vida en las playas. El Mediterráneo, que durante milenios ha unido pueblos diversos  y tierras distantes, se está convirtiendo en un frío cementerio sin lápidas. Esta gran cuenca de agua, cuna  de tantas civilizaciones, ahora parece un espejo de muerte. ¡No dejemos que el mare nostrum se convierta  en un desolador mare mortuum, ni que este lugar de encuentro se vuelva un escenario de conflictos! No permitamos que este “mar de los recuerdos” se transforme en el “mar del olvido”. Les suplico: ¡detengamos este naufragio de civilización!"

Cuántas madres  embarazadas encontraron la muerte rápidamente, estando de viaje, mientras llevaban la vida en su vientre!

"Dios se hizo hombre en las orillas de este mar" evocó el Papa. "Y, en cambio, ofendemos a  Dios, despreciando al hombre creado a su imagen, dejándolo a merced de las olas, en la marea de la  indiferencia, a veces justificada incluso en nombre de presuntos valores cristianos", lamentó. "La fe nos pide  compasión y misericordia, exhorta a la hospitalidad (...). No  es ideología religiosa, son raíces cristianas concretas. Jesús afirma solemnemente que está allí, en el  forastero, en el refugiado, en el que está desnudo y hambriento".

El Papa, durante su discurso en Mitilene
El Papa, durante su discurso en Mitilene

"Ahora pidamos a la Virgen María que nos abra los ojos ante los sufrimientos de los hermanos. Ella  se puso en camino rápidamente al encuentro de su prima Isabel, que estaba encinta. ¡Cuántas madres  embarazadas encontraron la muerte rápidamente, estando de viaje, mientras llevaban la vida en su vientre!  Que la Madre de Dios nos ayude a tener una mirada materna, que ve en los hombres hijos de Dios, hermanas  y hermanos que acoger, proteger, promover e integrar; y a amar con ternura. Que María Santísima nos  enseñe a anteponer la realidad del hombre a las ideas e ideologías, y a dar pasos ágiles al encuentro del que  sufre", finalizó".

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