Mostrar la alegría verdadera de la humildad del Padre. En la Vida verdadera del Espíritu Santo. ¡Maestro, no me elegiste por mi humildad, sino para que sea humilde!

¡Maestro, no me elegiste por mi humildad, sino para que sea humilde!
¡Maestro, no me elegiste por mi humildad, sino para que sea humilde! Alfonso Olaz

Para servir a todos, y no poseer nada.

Ni tu propia vida.

¡Maestro, no me elegiste por mi humildad, sino para que sea humilde!
¡Maestro, no me elegiste por mi humildad, sino para que sea humilde! Alfonso Olaz

¡Maestro, no me elegiste por mi humildad, sino para que sea humilde!

¡Cada día me lo recuerdas!

Caminar como los menores
Y con Francisco de Asís
Acompañando a los niños del Evangelio, los predilectos de Jesús

Teniendo la cara limpia del maestro
Sin tristeza en la mirada
Con la sonrisa verdadera

Para servir a todos, y no poseer nada
Ni tu propia vida
Solo la vida en Jesús
¡Y el corazón de Padre!
Y con Él harás su Voluntad día y Noche.

El humilde nada busca
Su Yo ya murió en el Yo del Padre-
Y descansa de verdad.

Porque cada día
con los ojos virginales del niño
Que destellan tu amor
reciben la palabra en la mirada del Padre
En los acontecimientos de cada día
Y hacen lo que Él les demanda.

Todo es sencillo
Para el que confía en Jesús.
Como los niños del Evangelio.

¡Y así transcurre su vida
Del Evangelio a la vida
Siendo ya libre y dispuesto para todo...!

Mostrar la alegría verdadera de la humildad del Padre
En el Camino recto del Padre
En la Verdad del hijo prometido
En la Vida verdadera del Espíritu Santo.

Y si acaso te preguntaron por Él
responde siempre con su palabra, siempre con la palabra del Maestro
Que es humilde y da la alegría verdadera, la del Evangelio.

Y no busques otra cosa
Que lo ya recibido por Él
Y por Él y por TÍ
Da gracias a Dios siempre por ello.
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