"Que el Vaticano acoja a los inmigreantes ilegales". Discursos populistas e ignorancia atrevida

Partidos que dicen defender las raices cristianas de Europa viven una autentica esquizofrenia intelectual al estar cada vez mas enfrentados a la cabeza visible del catolicismo: el Papa Francisco, a causa de su defensa de los inmigrantes.

Hay frases que, disfrazadas de argumentos, resultan ser -como mucho- exabruptos. Me ha llamado la atención el pronunciado el pasado día 14 por el secretario general de VOX, Javier Ortega Smith, quien pidió a la Iglesia católica que «abra las puertas del Vaticano a toda la inmigración ilegal que crea conveniente» y, para rematar la faena dialéctica, insto a los religiosos a abordar «las cuestiones de Dios», ya que «los de la tierra nos ocuparemos de las cuestiones de la tierra». Parece que pretendía así responder al cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, quien acababa de afirmar que «el mundo no se arregla construyendo muros, sino haciendo puentes».

Así son los populismos, que suelen apelan a los sentimientos -viscerales, sobre todo- y raramente a la razón, basándose en medias verdades cuando no en falsedades. El tratado de Logica llama sofisma a esa figura retorica.  Es muy posible que el Vaticano no tenga espacio físico para albergar a inmigrantes, pero el señor Ortega Smith -del cual desconozco si alguna vez se ha molestado en escuchar a un inmigrante- debería saber que la Iglesia, en numerosos países del mundo, acoge, asiste y acompaña a millones de inmigrantes y refugiados sin pedir ningún tipo de papel. He trabajado como voluntario y asalariado en grupos como Caritas, la Delegación Diocesana de Migraciones de Madrid y ONG como Karibu y son muchos miles de inmigrantes vulnerables los que podrían testimoniar como gracias a organismos de la Iglesia han recibido gratuitamente asistencia jurídica, vivienda, cuidados médicos, formación básica para encontrar un empleo decente… la lista es larga. No se trata de establecer prioridades entre españoles o extranjeros. En la logica cristiana la prioridad se le da a quien esté más necesitado y sea más débil. Y punto.

Durante mis años como religioso viví en comunidades donde teníamos acogidos a inmigrantes sin papeles que carecían de recursos. Hay incluso quien se juega mucho en estos tiempos en los que se criminaliza no solo la inmigración sino incluso a quienes les ofrecen hospitalidad, ayuda o les salvan de una muerte segura. En Estados Unidos hay sacerdotes, religiosas y laicos que han sido detenidos simplemente por ayudar a inmigrantes sin recursos. En nuestro país y otros de la Europa comunitaria aún no hemos llegado tan lejos -todo se andara- pero ya asistimos al espectáculo de oír como a quienes ayudan a estas personas se les tacha de “colaboradores de las mafias”, cuando no de realizar peores fechorías.

Lo de ocuparse de los asuntos de Dios está muy claro para quien conozca el Evangelio (“tuve hambre y me disteis de comer, tuve ser y me disteis de beber…”). El arzobispo Desmond Tutu lo expreso en su día de forma muy gráfica durante los peores años del apartheid en su país: “No consigo entender qué clase de Biblia leen los que dicen que no hay que mezclar religión y política”. La ignorancia es muy atrevida y solo quien desconozca los principios más básicos de la Doctrina Social de la Iglesia y el trabajo que las instituciones religiosas realizan en todo el mundo en favor de la justicia y los derechos humanos puede permitirse el lujo de hacer este comentario que sería digno del más agresivo anticlerical decimonónico. 

Lo que más me llama la atención es que estos comentarios no suelen salir hoy de dirigentes de partidos con esa tradición anticlerical o que consideran la religión como el opio del pueblo, sino de formaciones que se dicen inspiradas en el humanismo cristiano y que pretenden defender las raíces cristianas de Europa. Estos partidos, generalmente de extrema derecha o simplemente de derecha, están cada día más desconcertados porque ven que el máximo líder de los valores cristianos que dicen defender -el Papa Francisco- y numerosos obispos realizan repetidos pronunciamientos de una claridad diáfana a favor de los derechos de los inmigrantes que chocan frontalmente con sus políticas y con los mensajes como los que estamos comentando.

Por cierto, siempre me ha sorprendido lo ramplona de la afirmación: “pues si tanto te importan los inmigrantes, llévate a unos cuantos a vivir a tu casa”. No me detendré en explicar que son numerosas las comunidades religiosas en España y otros países -además de muchos cristianos de a pie- que tienen acogidos a inmigrantes bajo su techo. Ante un argumento así de pata de banco, solo cabe responder: “también estoy a favor de la educación pública y la sanidad gratuitas, y eso no quiere decir que me tenga que llevar a un estudiante o a un enfermo a vivir en mi casa”.

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