Libera nos, Domine

"No ha de ser así entre vosotros" (Mt 20,26; Mc 10,43; Lc 22,26)


VICARIO DE JESUCRISTO
SUCESOR DEL PRÍNCIPE DE LOS APÓSTOLES
SUMO PONTÍFICE DE LA IGLESIA UNIVERSAL
PATRIARCA DE OCCIDENTE
PRIMADO DE ITALIA
ARZOBISPO Y METROPOLITA DE LA PROVINCIA ROMANA
SOBERANO DEL ESTADO DE LA CIUDAD DEL VATICANO
SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS




Son los títulos que el "Anuario Pontificio" reproduce cada año en una de sus primeras páginas al encabezar los datos sobre el papa. Cada uno de ellos merecería un minucioso estudio histórico y exegético (cf. p.e. E. Hoornaert, K. Deschner, al...). Algunos son indebidos o falsos. Otros son exagerados. Uno es heredado impúdicamente del emperador. Otros son asumidos abusiva y escandalosamente. El último es hipócrita y mojigato. Sólo en las últimas ediciones, aparece el verdadero: "obispo de Roma". Y modernamente el papa es llamado "Santidad", "Santo Padre", "Beatísimo Padre". También, "Augusto Pontífice". Con su anuencia y complacencia, ante él se arrodillan laicos de todas las categorías y clérigos de todos los grados. Lo más preocupante, a los títulos se ligan actitudes, boato, vestimenta, riquezas, poder. Sobre todo, poder de atenazar inteligencias, silenciar razonamientos y manipular conciencias. Estamos en "sede vacante". Nada de personalizar. Pensamos en el Papado. Y, porque soy cristiano, me atrevo a rezar gritando:

DE ALGUIEN QUE SE LLAME ASÍ Y SE LO CREA,
¡LÍBRANOS, SEÑOR!
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