Vatileaks y Mordaza

"Dans l'ombre et dans la lumière de Pie XII" de Riccardo Galeazzi-Lisi (Flammarion, Paris, 1960)



Mi biblioteca no supera los 2.000 volúmenes. Libros que atestiguan mi trayectoria académica y mi variada actividad. También, volúmenes de narrativa, historia, arte. En un estante duermen los pocos libros raros. Algunos, con cubierta de cabrito. Entre ellos, uno casi incunable del año 1599 con sentencias rotales y un volumen manuscrito del 1750 con un índice descriptivo de pleitos habidos en Castilla desde 1587.



Allí está el arriba citado libro de Galeazzi-Lisi, encuadernado en pobre rústica y papel absorbente de ínfima calidad. En portada, la foto de Pío XII en conocido ademán de saludar, brazos en alto, a las multitudes. Hojas ya amarillentas. Olor a viejo. 257 páginas. En la primera hoja en blanco, una anotación manuscrita en tinta negra: Bibl. Ind. (Biblioteca Indicis).



-"Mussolini, el hombre de la Providencia" (Pío XI, 1929)

-"Mussolini, con mirada de águila, conduce la suerte de Italia" (Card. Pacelli, 1934, Argentina)

- "Roosevelt, buen cristiano, pero muy ingenuo"

-Il Duce hizo príncipe a Carlo Pacelli, sobrino de Pío XII

-Contrariado por no recibir el Nobel de la Paz 1955

-Churchill, frío, calculador, egoísta, entró, puro en boca, con dos gorilas

-Consideraba la paz como su dominio particular

-Se irritaba por errores de la DC

-Sentía antipatía hacia De Gasperi, al que reprochó la ley de libertad de prensa

-Cuatro veces en vísperas de la definición de la Asunción, en los jardines vaticanos, experimentó el "milagro de Fátima" (baile del sol). Pío XII me lo contó

-Otros milagros en vida confidenciados al autor o a algún prelado: visión "intelectiva" de Cristo, y curaciones de niño ciego, dos jóvenes tuberculosas, dos mujeres con cáncer

-La Secretaría de Estado facilitó un reportaje gráfico periodístico de alguno de estos milagros, reportaje que Pío XII estimó escandaloso

-Fobias: la presencia de moscas, el tabaco (que prohibió a religiosos), la fecha 25 de mes

-Centralizador y autoritario

-Devolvía escritos a la Secretaría por una coma o por un acento

-Castigó a un gendarme porque, al rendirle armas, olvidó arrodillarse ante él

-"Prefiero un médico que sea monárquico, como yo"

-Se cepillaba los dientes hasta lesionarse y procurarse gastritis por desprendimiento de prótesis

-Supersticioso: mal de ojo, fechas fatales, limitó los consistorios a dos (atendiendo la profecía de Teresa Newmann)

-Al menos después de 1954, padecía: severa pulmonía, astenia, rinitis, traqueobronquitis, gastritis con digestiones difíciles y ardores estomacales, hernia de hiato esofágico, hipotensión, labilidad física y neuropsíquica, arritmia, anemia, luxaciones por falta de panículo adiposo, hipermetropía, sordera del oído derecho, mal de dientes, hipo, depresión psíquica, artrosis con parálisis de brazo derecho, colitis, prostatitis, meteorismo

-En 1954, el arquiatra lo convenció para que no renunciara al Papado

-Agonizando, irrumpieron en el dormitorio unas 30 personas, incluídos algunos periodistas

-Cadáver preparado con el singular método de aromatización.







El libro de Galeazzi-Lisi viajó con mis otros libros y enseres de Roma a Madrid cuando dejé el Vaticano, después de mi servicio en la Curia. Al abrir paquetes y maletas, descubrí con sorpresa que el libro, sacado en su día del Archivo Secreto del Santo Oficio, se había deslizado entre mis papeles. Pero ello merece una digresión. Particularmente, he de explicar por qué dicho libro es uno de los raros entre los raros y valiosos.



Al tiempo que desarrollaba mi función curial, hice la especialización de archivero en la Escuela Superior de Archivística del Vaticano. Necesité acudir al Archivo Secreto. Debía elaborar la tesina previa a la obtención del título. En los sótanos del Palazzo, otrora calabozos de la Inquisición, se amontonaban muchos ejemplares del libro de Galeazzi-Lisi. Tomé uno. Lo leí con avidez e interés. Quise saber más. Pregunté a mis colegas seniors. Y ésta es la historia.



El vocablo "arquiatra", de raíz griega, significa "médico principal". El pintoresco nombre se da al médico de cabecera del Papa. Galeazzi-Lisi, oftalmólogo, pertenecía a una importante familia con ascendencia en el Vaticano. Había sido elegido por el entonces Cardenal Pacelli como médico suyo, no sólo como oculista. Treinta años pegado a la persona de Pacelli. Conocía a Pacelli"centímetro a centímetro" -Galeazzi dixit- y no sólo como médico. Fue excepcional confidente del mismo Papa.



Muerto Pío XII en octubre de 1958, Galeazzi-Lisi se arrogó licencia para difundir aspectos médicos inéditos, y no sólo médicos, del extinto Papa. Lo hizo por medio de conferencias y artículos, a veces con fotografías consideradas irrespetuosas por la Jerarquía. El Vaticano protestó y lo destituyó del cargo. Consiguió que el Colegio Médico italiano reprobase al cesado "arquiatra" y lo expulsara del instituto profesional. Galeazzi-Lisi escribió entonces el citado libro. Intentó, en vano, su edición en Italia. Acudió a la benévola editorial gala "Flammarion". Apenas salido de prensa en su edición francesa, año 1960, el libro fue retirado de la comercialización. El Vaticano, en acuerdo económico millonario con el autor y con el editor, adquirió todos los derechos. Almacenó los ejemplares editados e incluyó la obra en el "Índice de libros prohibidos", entonces todavía vigente (el Índice fue suprimido en 1966). Dos años después, en 1962, inexplicablemente, apareció una traducción castellana del polémico libro, obra de la editorial barcelonesa Lluis de Caralt, si bien en reducida tirada y sin posteriores ediciones. Su título, "A la luz y bajo la sombra de Pío XII". Hoy no es posible - eso creo - encontrar la edición original francesa y sólo algunas bibliotecas (p.e. Comillas) disponen de la edición española.



He apuntado que el libro de Galeazzi-Lisi me resultó interesante. Es también intrigante. Con ágil estilo, ofrece una viva biografía de Pío XII en paralelo con la del autor. Treinta años al lado de un personaje como Pacelli, con privilegiado acceso diario a su persona, son garantía de autenticidad histórica. El relato supera la biografía. Diría que se trata de una hagiografía. El "arquiatra" venera a su augusto paciente y lo encumbra hasta casi divinizarlo. Es mucho lo positivo que destaca de Pío XII. Sin duda, no es por eso que Galeazzi-Lisi fue marginado, amonestado y amordazado para el resto de su vida. Murió en 1968.



Más arriba reproduzco, a modo de titulares o perlas, frases e ideas tomadas del libro. Algunas son comprometedoras. Así las consideraron altilocados eclesiásticos. La institución médico-colegial italiana las juzgó imprudentes, anti-éticas y/o delictivas. Fueron ésas y otras similares las revelaciones atrevidas que fundamentaron la censura y la expulsión. Frases e ideas políticas de Pío XII que comprometían también a su antecesor. Comportamientos diplomáticos discutibles. Aspectos negativos de su carácter y de su actuación. Manías y limitaciones. Credulidad y autoritarismo. Grave incapacidad psicofísica para desempeñar la función del Papado a partir de 1954. Intrigas palaciegas. El papel de Sor Pascualina. Miserias inherentes a la vejez y a la enfermedad. Detalles sobre la manipulación del cadáver.



Y, sin embargo, nadie se atreve a dudar - de hecho nadie dudó - de la veracidad del relato ni de la autoridad testimonial del escritor. El libro "Dans l'ombre et dans la lumière de Pie XII" es indispensable para perfilar la semblanza del gran Pontífice.



Mordaza. Censura. Inquisición. Prepotencia. Encubrimiento. Discriminación. Soborno. Marginación. Dominio. Hipocresía. Endiosamiento. Calumnia. Adulación. Todo o algo de esto puede ser aplicado al caso. El libro de Galeazzi-Lisi evidencia el peligro de la dictadura y del poder incontrolado e incontrolable. El "arquiatra" escritor, acaso inconscientemente, nos pone en guardia contra el culto a la personalidad, aunque se trate de autoridad sacra y divinizada. Servatisservandis, Stalin y Franco, también su entorno, siguieron similares patrones autoritarios, en su vida, en su declive, en su agonía, en su muerte. Fue y es necesaria la sabia labor de los historiadores para rescatar la verdad de entre los escombros del populismo barato y del hermetismo de la interesada cohorte dominante. Porque la verdad se teje de fallos, errores, abusos, aciertos y, a veces, heroísmos.



El affaire Galeazzi-Lisi demuestra que el "vatileaks" no es un fenómeno completamente nuevo. Con las debidas diferencias de tiempo y medios, Paoletto es asimilable a Riccardo. Ambos gozaban de la máxima estima del respectivo Papa, tenían acceso a su apartamento, incluso a su dormitorio y a su retrete. Lo veían, oían, tocaban y aseaban. Con él conversaban. Eran invitados a su mesa y a sus paseos. Las indiscreciones de uno y otro se miden por su intensidad y su cantidad. El remedio ha debido ser diverso y acomodado. Esta vez, los documentos, o algunos de ellos, ya estaban en poder de Eric Frattini y a disposición del público. Imposible el secuestro y la compra de derechos. Pero ha sido posible la mordaza. Paolo Gabriele se confesó único responsable. Su felonía sólo pretendía el bien de la Iglesia Católica, ahora necesitada de reforma. El iletrado "mayordomo" siente por ello una urgente ineludible responsabilidad. Una misión histórica, emuladora del "restaura mi Iglesia" del pobre de Asís. Sorprendente, pero teóricamente posible. Más sorprendente todavía, el mutismo de su cómplice, el informático Claudio Sciarpelleti, ante el tribunal. Mínimo arresto domiciliario a Claudio y una suave condena a Paoletto. Por contraste, ningún cardenal o eclesiástico aparece implicado. El portavoz, Federico Lombardi, promete seguir investigando. Sabemos que los tiempos en Roma se cuentan por siglos. O milenios. Del affaire Galeazzi han transcurrido apenas 52 años. Lo mismo que en 1960, la mordaza funciona en 2012.




























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