¿Tiene futuro la verdad? Perfil dominical 18-VIII-2019

*   “La verdad nos hace libres”, se afirma en el mensaje de Jesús (Evangelio de san Juan, cap.     ).    Y si la libertad es, en lo humano, prerrogativa, librea y distintivo  sin recambio, quiere decirse con ello que ambas cosas –libertad y verdad- han de darse la mano y hermanarse para que los hombres y mujeres sean realidad y no proyecto; porque si una de las dos fallara o enfermase sin remedio, dejarían de ser lo que son  para quedarse en algo menos que seres humanos. Y cualquiera puede fácilmente  conjeturar en qué otra cosa se quedarían, si tal cosa sucediera, por hipótesis o en realidad.

**  “Dónde está la utilidad de nuestras utilidades? Volvamos a la verdad”

       “La verdad es lo que es; y sigue siendo verdad, aunque se piense al revés (A. Machado,  en Proverbios y Cantares,  XXVI y  XXIX)…

¿Tiene futuro la verdad? ¿Lo tiene también el hombre?  

Que la verdad tenga futuo no parece dudoso, como señala George Steiner al final de su Nostalgia de Absoluto; que lo tenga también el hombre a pesar de estar diseñado para hacerse con ella luchando por ella”  pudiera serlo más.  Sobre todo, si nos  hiciéramos esas  preguntas mirando, viendo y reflexionando los textos litúrgicos de hoy, para  conjeturar al menos lo que la mente y el corazón quieran decirnos sin traicionar ni su letra ni su espíritu. Pudieran dar alas a una discusión viva y profunda, porque llevan dinamita dentro. No lo voy a intentar siquiera. Sólo alguna reflexión en alta voz sobre alguno de sus perfiles. Nada más.

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-  “He venido para prender fuego en el mundo y deseo que arda…  ¿Pensáis que he venido a  traer al mundo la paz?.   No, división he venido a traer.    En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres”. (cap. 12, 40)

-   “Los principales del reino dijeron al rey Sedecías: “Muera ese Jeremías porque está desmoralizando a los soldados de la ciudad y a todo el pueblo con semejantes discursos”  (Del profeta Jeremías, cap. 38)

-   “Recordad al que soportó la oposición de los malos y no os canséis ni perdáis el ánimo    Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el mal”  (San Pablo, Carta a los Hebreos, cap. 12).

Los tres apuntes van en parecida dirección,   que bien pudiera resumirse en otra frase del mismo mensaje de Jesús. Esa que dice que “al reino de Dios se le hace violencia y sólo con audacia y valor se le puede alcanzar”.  Con ellos  me propongo tejer este Perfil

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La verdad escuece y cuanto con ella se relaciona cuesta, desde alcanzarla  hasta mantenerla y luchar por ella; en ocasiones, hasta la vida cuesta y sigue costando a muchos y en todos los frentes en que la verdad se debate, cruentos o incruentos, pequeños o grandes.

Pero la verdad no es –necesariamente- lo que yo pienso y digo, lo que me dicen que diga o lo que me gustaría decir. Porque , como Antonio Machado poetiza en una de sus rimas y pensamientos mejor trabados, “la verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”. Todos los cambalaches y juegos con la verdad hacen daño a la verdad.

 

La verdad,  como el verdadero amor son caminos de libertad,  como el odio y la mentira o la farsa lo son de esclavitudes,  voluntarias o a la fuerza de las cadenas  

Y no está tanto la libertad en “elegir” un camino o  en seguir una ruta o la otra sin trabas de nadie; y menos lo está en hacer lo que uno quiera sin encomendarse, como se dice, “ni a Dios ni al diablo. La libertad de fondo, la más auténtica y legítima libertad, está en conseguir ser uno mismo, lo que debe ser, de acuerdo con sus posibilidades de desarrollo,  con ayuda de otros, pero sin que nadie le fuerce u oprima de ninguna manera; en que sus actos y sus obras sean, se hagan, la patente de su propia verdad.

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Amigo. “Agárrate que hay curva”. Cógete bien al manillar de tu vida o peripecia vital cuando hayas leído esos  apuntes de las tres lecturas de hoy domingo.   Frotarse los ojos de sorpresa quizás no baste y sea menester avivar el caletre para comprender un poco de lo mucho que puede sacarse de aquí.

¿Es posible un lenguaje tan duro, casi provocador, en los labios del mismo Jesús que vino a salvar con el amor y el perdón?

¿Puede pensarse algo más benéfico que la paz?

¿Puede haber algo más pernicioso que una guerra?

Las divisiones –no la diversidad- ¿pueden verse en positivo?

Si sólo se  miran las superficies o las apariencias es posible que “los árboles nos impidan ver el bosque” como suele decir un socorrido refrán. Porque “fuego” no es solamente la llamarada del pirómano que abrasa el monte o arrasa el verde de un matorral; porque también se llama “fuego” a la pasión de un alma en vilo de amor  o al calor humano de un espíritu en llamas, en una lucha sin pausa por el amor, la justicia, la libertad o el ideal de la conciencia que un hombre o mujer rectos se han impuesto como metas de vida; o el empeño de toda una vida volcada entera en favor “las razones del corazón”, que –como se ha de saber- no son siempre las de una mente desnuda de sensibilidades y apetencias más allá de las propias narices o el propio parecer tejido a golpes de particulares y egoístas suficiencias.

Por eso, con lo que dice Jesús en este y otros pasajes no se sale del guión trazado.    Habiendo venido a salvar por el amor que es camino de verdad y de libertad, es normal que se levante todo él , y todo lo que as él se refiera, como bandera de “contradicción”.    Los que lo toman y los que lo dejan; los que aplauden y  los que vociferan; los que hacen de la utilidad la verdad y los que, al revés,  piensan la verdad con independencia de lo que uno mismo piensa o cree, por fuerza se han de colocar en opuestos bandos…  

¿Acaso el Evangelio deja de ser todo él una “guerra” de casi todos en Israel contra aquel mensaje?   ¿Acaso prever y apuntar el mal es hacer el mal?   ¿Acaso el profeta miente por anticiparse a los hechos y anunciarlos tan como van a ser? ¿Es que las conciencias han de amoldarse al capricho del “jefe” y no se han de legitimar por sí mismas sin imposiciones de modas ni plegamiento a resabios de ideologías y pensares menos fiables que la fuerza de un ridículo  ratón?

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Ando releyendo estos días un libro editado en 2005. repasado ya otras veces y que ahora vuelvo a tomar en la mano por no haber cesado,  sino más bien incrementado en peso y en fuerza las circunstancias que provocaron la primera edición francesa.  Se titula “Le christianisme en accusation” y lo compone un frondoso diálogo ente un historiador cristiano –René Remond- y el que hace las preguntas y lo pone en el brete de  aclararse sobre la “suerte actual” del cristianismo, o tal vez mejor del catolicismo, en Europa sobre todo y en España lo mismo –Marc Lebucher.

Parte de una verdad de la historia moderna en Occidente sobre todo. El Cristianismo lleva tiempo sentado en el banquillo de los acusados,  y no son uno ni dos, sino muchos, los que  -con alguna razón en ocasiones pero sin buenas razones la mayor parte de las veces- parecen haberse dado el oficio de realzar lo malo y callarse todo lo bueno que –en los veinte siglos de existencia, y ahota también- haya podido dar el Cristianismo a la cultura de Occidente  cyuabdi nfue Occidente abnderado de valores sòlidos y perennes que hoy, por mala suerte o ventura incluso terrena para el mismo, parecen haberse vuelto en contra de quien los promoviera, aunque la verdad sea que una buena parte de la cultura de la más auténtica modernidad sea debida sin duda a lo mucho que el cristianismo tiene de “religión civilizada”, como  Chesterton acredita,  sin dudarlo siquiera, en Ortodoxia.

Pero el catolicismo, como termina diciendo René Remond, sin apearse de la historia de la humanidad, no está muerto ni a punto de ser enterrado.    Sus gozosos enterradores habrán de esperar un poco todavía. “Sans  pretendre jouer  au devin, je suis prêt à parler qu’il –l’homme- sera capable demain encore d’ouvrir des chemins de liberté et d’espérance. ¿Pourquoi  ne le ferait-il sous l’impulsion et  l’inspiration du christia¡nisme?”  (cfr. pag. 190).

¿No estarán la libertad, la verdad y la esperabnza de los hombres en esa “contradicción” que ha sido, es y seguirña siendo el mensaje de Jesús.

Los hombres tienen la palabra siempre que no se olviden de que esa “divina contradicción” va de la mano del “Dios que se hace hombre” desde el Pesebre a la Cruz. Pensando un poco, se ve bastante claro.

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La verdad escuece y escuece más a quienes  no interesa la verdad porque “su verdad” –no siempre de buena fe ni bien ceñida de autocrítica- estorba unos planes más útiles.

Bien daba en el clavo quien llamó a la verdad “áspera verdad” (nada menos que Danton, como atestigua Stendhal; o el que patentó esa frase según la cual “les plus détestables mensonges   sont ceux qui se rapprochent le plus de la verité”, como apostillara André Gide por la boca de Oscar Wilde.

Amar el error más que la verdad o quedarse en el error sin mover un dedo por la verdad es un signo de posmodernidad y una muestra del declive en que han caído los valores más perennes en esta cultura de medios y no de fines, como  ya en su tiempo denunciara solemne Ortega y Gasset.

¿Tiene futuro la verdad? ¿Tiene futuro el hombre? Pensemos.

SANTIAGO PANIZO ORALLO

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