VII  MARTES  DE PASCUA /CICLO C/4-06-2019

Evangelio y Breve comentario del VII Martes de Pascua en el Ciclo C. 

VII  MARTES  DE PASCUA /CICLO C/4-06-2019 

EVANGELIO DEL DÍA: Jn 17,1-11ª

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.»

COMENTARIO:                             

            Celebramos el VII Martes de Pascua y Decía Madre Teresa de Calcuta que “el fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz”.                            

          En el Evangelio de este VII Martes de Pascua, Jesús comienza la llamada “oración sacerdotal”  en la inminencia de la “hora”, el momento histórico salvífico hacia el que converge toda su vida, cuando será glorificado pasando por la pasión y la muerte en actitud de extrema obediencia filial al Padre  (Jn 17,1-11a).                                                                                                                                                            Jesús, lleno de entusiasmo, en el momento intenso de la cena última pascual, da su última enseñanza en forma de oración al Padre: ruega por la propia glorificación, por la custodia de los discípulos, pidiendo especialmente la unidad.                                         

     Oremos al Señor y le pedimos, por intercesión de María, que nos ayude a ser testimonio de amor en nuestros ambientes, y pedimos por todos los sacerdotes. Amén.

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