XXIX LUNES DEL TIEMPO ORDINARIO/ CICLO B/22-10-2018

XXIX LUNES DEL TIEMPO ORDINARIO/ CICLO B/22-10-2018


EVANGELIO DEL DÍA: Lc 12,13-21

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»
Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»
Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»
Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»

COMENTARIO:

Celebramos el Lunes de la Vigésimo Novena Semana del Tiempo Ordinario. Hoy la Iglesia celebra la memoria del Santo Juan Pablo II.
No olvides que la dimensión religiosa constituye un elemento decisivo y fundamental del ser humano, y olvidarla tiene grandes consecuencias para la sociedad y para el hombre mismo.
Creer en Dios y reconocerlo como el “Totalmente Otro” enlaza con uno de los esfuerzos humanos de mayores consecuencias: la búsqueda de sentido global a la propia existencia, al curso de la historia y al conjunto de la realidad.
En el Evangelio de este Lunes de la XXIX Semana del Tiempo Ordinario leemos el Evangelio de San Lucas (Lc 12,13-21)
Un hombre se acerca a Jesús para que mediara en el reparto de la herencia con su hermana. Jesús advierte y previene sobre la codicia de los bienes, que nos hacen sentir seguros pero que es incapaz de garantizar la continuidad de la vida. Amontonar riquezas para uno mismo es lo contrario a mostrarse generosos y desprendidos, poniendo la confianza solamente en Dios, donde está la verdadera riqueza.
Pidamos generosidad para anunciar y proclamar el Reino de Dios en nuestros ambientes. Amén.

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