Dar la tabarra

Los días pasan y el juguete roto sigue en el suelo, sin que se atisbe ánimo alguno de recomponerlo.

Para acabar de arreglarlo, tampoco faltan medios afirmando que los diocesanos de Solsona están defraudados con su antiguo pastor, quien -según ellos- les debe una explicación.

Tampoco sería mucho pedir que los encargados de elegir obispos dejen de estar en la inopia, de tomar el rábano por las hojas y de mirar a la luna.

El obispo Xavier Novell

Los medios de comunicación siguen, erre que erre, dándonos la tabarra con el dimitido obispo de Solsona, Xavier Novell, y su amante Silvia Caballol, una mujer de 38 años,  divorciada de un musulmán marroquí y madre de dos hijos, ligada, según dicen, a ciertas prácticas exorcistas y autora de ensayos erótico-satánicos.

Duro e intransigente en asuntos varios que van desde la independencia de Cataluña hasta la situación de los homosexuales, Novell ha llegado a esa decisión, según se informa, tras largo discernimiento y detenidas consultas con varias personas no precisamente ligadas a la Iglesia. ¡Qué ya es tener puntería, hombre!

El caso es que los días pasan y el juguete roto sigue en el suelo, sin que se atisbe ánimo alguno de recomponerlo, esto es, de dar el primer paso hacia el respeto que su dignidad de persona merece. A nadie se le ha de negar, creo yo, el derecho a una vida privada en el regazo de Dios, a eso que algunos libros de espiritualidad llamarían el santo abandono.

Para acabar de arreglarlo, tampoco faltan medios afirmando que los diocesanos de Solsona están defraudados con su antiguo pastor, quien -según ellos- les debe una explicación. Esperemos que no sea la de Pepe Isbert en Bienvenido Mr. Marshall, ni tan larga como esas enciclopedias por entregas, ya que los comentarios no cesan y el caso creo que da para poco más que pena.

Hace unas semanas se fue a la casa del Padre mi amigo Manuel Guerra con largo historial bibliográfico a las espaldas como autor en sectas y en masonería. Una lástima, sin duda, porque de haberle pillado en trance nos habría regalado, como solía en ciertas ocasiones, con un tema divertidísimo. Dejémonos, pues, de historias y de cantinelas que no llevan a ninguna parte, y dediquémonos a mejorar el mundo desde otras latitudes. A estas alturas qué más da si en Solsona en vez de un pastor había un borrego.

Uno entiende que esto da poco de sí. En todo caso, bien harían quienes prefieran seguir con lo de leña al mono y dale que te pego en cambiar de rumbo y dedicarse a cuestiones de mayor fundamento, y no en romperse los cascos para hacernos un bolonio. El gato escaldado, del agua fría huye. Tampoco sería mucho pedir que los encargados de elegir obispos dejen de estar en la inopia, de tomar el rábano por las hojas y de mirar a la luna.

Silvia Caballol

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