Ecumenismo de gestos

Protagonistas del ecumenismo de gestos

El papa Francisco no cesa de sorprender desde su ecumenismo de vanguardia. El día de san Pedro y san Pablo de 2019 le dio al de gestos. Sigue rompiendo moldes, pues, y tendiendo incansable puentes a favor de un ecumenismo integral, comprometido y valiente. Unas veces, con el de la sangre. Otras, con el de los pobres. Y otras, en fin, con el de la misión.

Viene a ser la suya, tirando de imagen plástica, como una carrera de Fórmula 1 de la FIA (no confundir, por favor, con la FIFA), en la que no parece tener apenas competidores, y quienes lo intentan, el que no sufre una avería en el motor, entra en boxes para no llegar a la meta fuera de control.

Tampoco faltan, claro es, maniobras indebidas que terminan en el espectacular batacazo, quedando sus autores como jifa de puro inmisericordes. Y conste que no me refiero a esos cardenales que, a propósito de la misericordia, se declaran en los antípodas de la línea bergogliana, con lo que deslucen la púrpura en demasía. Ni menos aún a ex nuncios reducidos desde su inanidad a fea calamidad. No. Hablo, más bien, de eclesiásticos a quienes el ecumenismo les parece un cuento chino, y sólo mencionar el decreto Unitatis redintegratio les produce urticaria. Si con los Papas anteriores lo llevaban mal, con éste ya ni te cuento.

La sorpresa esta vez ha saltado en el capítulo de reliquias durante la solemnidad de los santos Apóstoles san Pedro y San Pablo. Es bien sabido que a partir del Vaticano II hay anualmente intercambio de delegaciones. El 30 de noviembre la de Roma se llega a Estambul (Constantinopla), para sumarse al Patriarca Ecuménico en la solemnidad de san Andrés, y el 29 de junio, en cambio, es la de Constantinopla la que visita Roma para unirse al Papa en la celebración de los santos Apóstoles san Pedro y san Pablo. Estas delegaciones han tenido algún año su repunte de altísimo nivel: bien el Papa en Estambul; bien el Patriarca Ecuménico en Roma.

La delegación patriarcal de este 2019 estuvo encabezada por el arzobispo Job de Telmessos, copresidente de la Comisión Conjunta Internacional para el Diálogo Teológico entre las Iglesias Católica y Ortodoxa, y formada por el obispo Máximo de Melitene, vicario general de la metrópoli francesa del Patriarcado Ecuménico, y por el diácono Bosporios Mangafas. Todo parecía discurrir a ritmo de continuidad heredada cuando saltó la sorpresa.

Bajando a la tumba del apóstol Pedro en la Basílica Vaticana, hacia el final de la Misa, el Santo Padre anunció al jefe de la Delegación que deseaba hacer un regalo a su «hermano», el Patriarca Bartolomé. Un don del que el Papa no especificó en ese momento su naturaleza. Fue al final de la celebración, cuando Francisco le pidió al arzobispo Job que lo acompañase en el coche.

Ambos se dirigieron hacia el Palacio Apostólico hasta llegar a la capilla de los apartamentos papales. Sólo en ese momento el Papa tomó el relicario que su predecesor san Pablo VI había colocado en la pequeña capilla -esos nueve fragmentos de huesos que el Papa Montini quería a su lado- y se lo ofreció a su huésped.

La Delegación patriarcal, el cardenal Koch y monseñor Palmieri mostrando el Relicario

La reacción del Arzobispo no se hizo esperar: «Esto es para nosotros un acontecimiento extraordinario e insospechado, porque no nos lo podíamos esperar -dijo apenas repuesto de la sorpresa-. Históricamente -agregó-, las reliquias de san Pedro siempre han estado en Roma y, por lo tanto, Roma ha sido el destino de peregrinación para los ortodoxos.

Había algunas reliquias que antes habían viajado a Estambul, pero eran reliquias que se llevaron los cruzados. Reliquias que, tras las buenas relaciones establecidas con la comunidad ortodoxa después del Concilio Vaticano II, hicieron su «regreso» a su patria. Esta vez se trata de reliquias de san Pedro, y solo con un «billete de ida» a Constantinopla: «otro paso gigantesco hacia la unidad concreta», concluyó el Arzobispo.

A monseñor Job de Telmessos le faltó tiempo, claro es, para manejar el móvil e informar lo antes posible al Patriarca, quien recibió la noticia con inmensa alegría, y organizó inmediatamente el viaje del Relicario a Estambul, donde a la mañana siguiente, mañana ya del domingo 30 de junio, le fue entregado a Su Santidad por monseñor Andrea Palmieri, subsecretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (PCPUC), también en Estambul.

El Patriarca anunció personal y públicamente el regalo a los fieles durante la celebración de la fiesta de los Apóstoles, que en la Iglesia ortodoxa tiene lugar al día siguiente de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo. Y que este 2019 caía en domingo. Expresó su gran alegría y gratitud al papa Francisco por su presente fraternal en la Gran Iglesia de Cristo. Las reliquias santas se presentaron, pues, a la veneración de los fieles durante la liturgia de los santos apóstoles Pedro y Pablo en Constantinopla el 30 de junio en la iglesia de Feriköy, que conmemoró su fiesta patronal. 

Relicario de san Pedro regalado por el papa Francisco a Bartolomé I

Se trata de nueve fragmentos óseos del primer Papa de la historia, parte de los que fueron encontrados en la década de los 60. El resto reposan debajo de la Basílica de san Pedro en el Vaticano. Así lo relata el propio Patriarcado en su página de Facebook, donde se pueden ver las fotos de la ceremonia de recepción en Estambul: iglesia de los Doce Apóstoles, barrio de Şişli.

Bartolomé I expresó su alegría por este importante regalo. «El papa Francisco -explicó- ha tenido este gran gesto fraternal, histórico, gesto consistente en regalar (al Patriarcado Ecuménico) las reliquias del Apóstol, que hasta ahora habían estado en la capilla papal del Palacio Apostólico del Vaticano, puestas allí por voluntad de Pablo VI».

«Valiente y audaz iniciativa, esta del papa Francisco a la Iglesia de Constantinopla, por la cual le expresamos nuestra rendida gratitud», concluyó su santidad Bartolomé I ante los fieles, una vez terminada la divina liturgia, durante la cual, y por primera vez,  fueron expuestas las reliquias. Este bello gesto del papa Francisco enlaza, en realidad, con otros hasta cierto punto similares de sus inmediatos predecesores. A saber:

1) El 26 de septiembre de 1964 representantes de san Pablo VI dirigidos por el cardenal Bea trasladaron el Venerado Cráneo de san Andrés desde la Basílica de San Pedro en Roma y se lo entregaron a Constantino, metropolita de Patrás, en la Plaza de los Tres Aliados, presentes miles de personas, 20 obispos, el Presidente del Gobierno, George Papandreou, el clero de la Metrópolis y muchas otras personalidades.

2) En Heraclión, capital de Creta, existe una iglesia dedicada a san Tito, primer obispo de la Isla puesto allí por san Pablo, en cuyo lado izquierdo reposa dentro de un relicario de plata el Venerado Cráneo del Santo. Ante el avance turco, fue a parar primero en Venecia, de donde volvió a Creta en 1966, tiempos ya montinianos.

3) El martes 30 de noviembre de 2010, el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, entregó por la mañana, en nombre del papa Benedicto XVI, unas reliquias de san Andrés al metropolita Alexander, durante una celebración litúrgica en la catedral ortodoxa de la Asunción, en Astaná, capital de Kazajstán. El gesto respondía a la petición que tanto el Metropolita ortodoxo como el Arzobispo católico habían elevado al Papa, quien, por su parte, decidió destinar a las respectivas iglesias dos fragmentos de las preciosas reliquias. Esta elección revestía profundo significado, en cuanto que subrayaba la común veneración de los Apóstoles.

4) La veneración común de las reliquias de san Gregorio el Teólogo y san Juan Crisóstomo, Padres de la Iglesia de Oriente, santos patriarcas de Constantinopla, doctores de la Iglesia que, junto con san Basilio el Grande, han sido siempre honrados con una fiesta en la Iglesia católica, llevó a san Juan Pablo II a donar parte de sus reliquias a Constantinopla. Su entrega tuvo lugar en la Basílica Vaticana el 27 de noviembre de 2004.

5) Las reliquias de san Nicolás de Myra, en Bari, al sur de Italia, estuvieron en Rusia del 21 de mayo al 28 de julio del 2017, gracias a un acuerdo alcanzado entre el papa Francisco y el patriarca de Moscú, Kirill, cuando el encuentro de Cuba (12.2.2016). «Evento único -precisó el metropolita Hilarión a la prensa rusa-, ya que estas jamás han abandonado la Basílica de San Nicolás de Bari desde que fueron depositadas allí hace 930 años. Cientos de fieles rusos visitan cada año Bari para venerarlas, pero a la mayoría les resulta difícil hacer el viaje».

El Patriarca de Constantinopla recibe las reliquias de san Pedro

De lo que precede sale al exterior que el papa Francisco se había sumado ya a este clima de intercambio de dones, sobre todo con el envío de las de san Nicolás a Rusia. Lo de ahora, sin embargo, ha revestido un carácter especial determinado por lo que tales reliquias representan.

Fue Pío XII, en junio de 1939, recién elegido, quien ordenó el inicio de las excavaciones bajo la Basílica de San Pedro, confiando la dirección a Monseñor Ludwig Kaas. Los trabajos duraron diez años y llevaron al descubrimiento de la sepultura del Apóstol, pero no de sus reliquias.

Reanudadas las excavaciones en 1952, quedó también involucrada en ellas la prestigiosa arqueóloga Margherita Guarducci, experta en la lectura de grafitos, quien consiguió descifrar en uno de ellos, del año 160, esta lectura engriego: Petros enì («Pedro está aquí»). La anotación parecía, por tanto, indicar el lugar preciso de la sepultura del Apóstol.

La profesora Guarducci encontró más tarde en una caja, en los locales de las Grutas Vaticanas, los huesos que habían sido recogidos en el lóculo identificado como la tumba de Pedro: «En 1964, llegué a la certeza de la identificación; en 1965 publiqué por primera vez los resultados obtenidos...las excepcionales reliquias de Pedro provenientes de una tumba, científicamente comprobadas y declaradas auténticas por los más rigurosos exámenes científicos, demuestran con absoluta certeza que la Iglesia de Roma está fundada ya no metafóricamente sino realmente sobre Pedro».

El don que el papa Francisco, sucesor del Apóstol Pedro, ha querido hacer ahora sin previo aviso al Patriarca de Constantinopla Bartolomé, sucesor del Apóstol Andrés, está inseparablemente ligado a la memoria de san Pablo VI. Fue él quien el 26 de junio de 1968, dos días antes de la solemne conclusión del Año de la Fe, anunció por sorpresa el descubrimiento de las reliquias atribuidas a Pedro; lo hizoen la audiencia general del miércoles: «Tenemos razones para creer que se han encontrado los pocos, pero sagrados, restos mortales del Príncipe de los Apóstoles».

De esos huesos conservados en la necrópolis bajo San Pedro, Pablo VI se hizo entregar nueve fragmentos, para conservarlos en la capilla privada del apartamento papal, dentro de una caja de bronce con la siguiente inscripción: “Ex ossibus quae in Arcibasilicae Vaticanae hypogeo inventa Beati Petri Apostoli esse putantur” (De los huesos encontrados en el hipogeo de la Basílica Vaticana, que se cree que son del Beato Pedro Apóstol).

En la clausura del Año de la Fe (2013) el papa Francisco mostró los restos de San Pedro

El cofre que contenía los nueve fragmentos óseos había sido exhibido abierto en el atrio de la Basílica Vaticana junto al altar por deseo del papa Francisco con ocasión de la Misa conclusiva del Año de la Fe, el domingo 24 de noviembre de 2013.

Con este don se refuerza aún más la relación entre Roma y Constantinopla, en memoria de un Papa – san Pablo VI – que fue protagonista de pasos fundamentales en el camino ecuménico después del histórico encuentro en Jerusalén con el Patriarca Atenágoras.

Hay todavía más razones que sustentan la excepcionalidad del gesto franciscano. Veamos: El 28 de junio, Francisco recibió a la Delegación en una audiencia privada y la invitó a almorzar. Esta luego se reunió con el presidente del PCPUC, cardenal Kurt Koch, y el subsecretario del mismo, monseñor Andrea Palmieri.

Durante la reunión, se pasó revista a los asuntos actuales de ambas Iglesias, así como a los próximos pasos de la Comisión Conjunta Internacional para el Diálogo Teológico entre las Iglesias Católica y Ortodoxa, cuya próxima cita de la Comisión de Coordinación está programada para el próximo mes de noviembre en el Monasterio Bose (Italia). Su orden del día no es otro que el estudio del texto «Primacía y conciliaridad durante el segundo milenio y hoy».

El don de las preciosas reliquias de san Pedro que Francisco acaba de poner en manos de Bartolomé I no puede ser, pues, más pertinente; ni la circunstancia -solemnidad de los santos Apóstoles Pedro y Pablo-, más oportuna; ni el destinatario directo -Patriarca Ecuménico-, más conveniente. Por esos días, además, se estaba celebrando en Roma el Sínodo de la Iglesia greco-católica de Ucrania, país que centra en la actualidad los grandes puntos de mira del ecumenismo.

Esos nueve huesos que el papa Montini quería junto a sí

En cuanto a Bartolomé I, bien sabido es que algunas Iglesias ortodoxas se lo están poniendo difícil a base, algunas veces, de gratuitas descalificaciones e insidias. El papa Francisco, pues, a la hora de su ecumenismo de gestos, ha sabido elegir a quién donar esas reliquias de san Pedro. Las fotografías que a este estudio incorporo así lo corroboran.

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