Mijaíl Gorbachov, un hombre para la paz

Ya se ve que la suerte final anda mal repartida, mayormente como consecuencia de una política ramplona y rayana en megalomanía suelta. No todos acaban en las Murallas del Kremlin, ciertamente. En el caso que nos ocupa, habrá que echar mano de Quevedo para repetir con su famoso verso que Raísa y Mijaíl “Polvo serán, mas polvo enamorado”. 

Gran hombre el que se nos va. Cambió la vida de su país y del mundo, en general. “Cambió el mundo para siempre", dijo a Efe Pável Palazhchenko, portavoz e intérprete del finado. Cambiaron con él muchas cosas en la sociedad rusa y se vino abajo el Muro de Berlín. Pero triunfó la paz, esa gloriosa palabra tantas veces maltratada por los mismos que la invocan.

La biografía de Gorbachov queda perfectamente definida en dos palabras: “glasnost” y “perestroika”. Bajo el mandato del estadista que hoy recibe sepultura se puso fin a más de treinta años de la Guerra Fría y el mundo probó las mieles de la libertad. Nos deja a los 91 años de edad, justo cuando su país ha renovado las guerras intestinas con Occidente.

Las obras de Putin, en cambio, conforman una verdadera montaña rusa: Mariupol, Azov, Zaporiyia, y la portuaria Odesa a orillas del mar Negro, aparte naturalmente Crimea, Donetsk y Dombás.

Mijaíl Gorbachov, el hombre que cambió la historia del siglo XX

La muerte de Mijaíl Serguéyevich Gorbachov está dando pie a los más dispares comentarios en estas horas previas al sepelio en el Cementerio de hombres ilustres de Moscú (Novodevichy), junto a su amada Raísa Gorbachova, y donde también descansan figuras ilustres como Mstislav Rostropóvich y Nikita Kruschev. Así que la suerte final, ya se ve, anda mal repartida como consecuencia mayormente de una política ramplona y rayana en megalomanía suelta. No todos acaban en las Murallas del Kremlin, ciertamente, pero en el caso que nos ocupa, y como para compensar, habrá que echar mano de Quevedo para repetir con su famoso verso que Raísa y Mijaíl Polvo serán, mas polvo enamorado.  

Al son de los medios, predomina la tendencia a colocar al estadista desaparecido, por contraste naturalmente, frente al actual inquilino del Kremlin, ese antiguo coronel del KGB al que el mandatario de la Casa Blanca endosaba hace unos meses el remoquete de “criminal de guerra”. A Putin, en todo caso, le ha sobrado tiempo para marcar distancias, primero con las 15 horas de retraso en salir a los medios comunicado oficial en mano, luego para informar de su ausencia en el funeral -se necesita ruindad-, y, por último, para negar al hombre que no logró evitar el colapso del imperio soviético los honores de Estado concedidos, en cambio, al dipsómano Boris Yeltsin.

Idolatrado en Occidente por haber permitido a Europa del Este escapar del control comunista soviético, pero poco querido en su país a causa del caos que desataron sus reformas de la “perestroika”, Gorbachov será hoy, sábado 3 de septiembre de 2022, enterrado tras una ceremonia pública en el Salón de las Columnas de Moscú. Está previsto que a su capilla ardiente llegue una guardia de honor militar, pero no el funeral de Estado, que se merecía y que sin duda hubiera recibido de no haberse interpuesto la mezquindad de un político mediocre.

Raísa Borbachova

Gran hombre el que se nos va. Cambió la vida de su país y del mundo, en general. “Cambió el mundo para siempre", dijo a Efe Pável Palazhchenko, portavoz e intérprete del finado. Cambiaron gracias a él muchas cosas en la sociedad rusa. Cayó el Muro de Berlín. Pero triunfó la paz, esa gloriosa palabra tantas veces maltratada por los mismos que la invocan. A raíz de la caída de la URSS, Antonio Garrigues Díaz-Cañabate, llegó a decir que Gorbachov era el hombre que más había hecho por la paz en todo el siglo XX.

Con los españoles reinaron siempre cordiales relaciones. Sus viajes a nuestra tierra resultaron especialmente cómodos, inolvidables, históricos. Sobre todo sus visitas a Mallorca y a la isla de Lanzarote en 1992, ya él retirado de la política activa. Se hospedó durante tres semanas de agosto en la mansión real conocida como “La Mareta”, en el polo turístico de Costa-Teguise.

El inmueble originariamente perteneció al rey Hussein de Jordania, quien, al parecer, ni lo llegó a estrenar. Luego fue cedido al rey Don Juan Carlos I y, finalmente, su titularidad pasó al Patrimonio Nacional. Por la finca han pasado importantes dignatarios como la propia familia real española, Václav Havel (expresidente de Chequia), Helmut Kohl (ex canciller alemán) y, posteriormente, se ha convertido en residencia de verano de varios presidentes del Gobierno de España.

Se define a Gorbachov como figura clave en la apertura a Occidente en la última etapa de la Guerra Fría, y en la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989. Por ello cabalmente fue condecorado con el Premio Nobel de la Paz. Abrió las puertas de España a 16 millones de alemanes. Así que no debe extrañar que el presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, y el de la Comisión Europea, Jacques Delors, fueran galardonados en Oviedo con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 1989 "por sus esfuerzos a lo largo de los últimos años para favorecer la cooperación internacional y eliminar las barreras que dificultan el entendimiento entre las naciones". 

Si hay dos palabras asociadas a nuestro protagonista y a su decisiva etapa al frente de la URSS, estas son "perestroika" y "glásnost". La primera significa "reconstrucción" y la segunda "apertura". La “perestroika” se ocupaba de la reestructuración económica de la Unión Soviética. La “glásnost” pretendía atenuar las políticas restrictivas que impedían la libertad de expresión y la libre circulación de las ideas. Estos dos conceptos innovadores que Gorbachov impulsó con ahínco cambiaron la hasta entonces rígida naturaleza de la Unión Soviética, tanto que al final acabó por caer.

La URSS, con todos sus errores, que los tuvo gordos, consiguió también, no obstante, grandes logros. Fue el primer país en el mundo capaz de garantizar a todos sus ciudadanos, una vivienda, un trabajo, una educación y una sanidad universal y de calidad; una jubilación adecuada al tipo de trabajo realizado, vacaciones pagadas, derecho a baja remunerada con el 100% del salario y la igualdad salarial entre mujeres y hombres.

Mijaíl y Raísa con Don Juan Carlos y Doña Sofía

La enorme burocracia, el exceso de normas y reglamentos en las empresas y la carencia de medios modernos de gestión, fueron algunas de las causas de su caída. Las cuotas de producción se fijaban en términos cuantitativos, lo que dio lugar a una producción de baja calidad.

Como los salarios, bonos y promociones, dependían de que se alcanzaran los objetivos fijados por los planes del sistema central de planificación, se inducía a falsear los resultados.

“Cada cual es, Sancho, hijo de sus obras”, le dice Don Quijote a su escudero. La biografía de Gorbachov, siendo así, queda perfectamente definida en dos palabras: “glasnost” y “perestroika”. Bajo el mandato del estadista que hoy recibe sepultura se puso fin a más de treinta años de la Guerra Fría y el mundo probó las mieles de la libertad. Nos deja a los 91 años de edad, justo cuando su país ha renovado las guerras intestinas con Occidente. Y en este sábado de su entierro, al que no asistirá por impedimentos de agenda -hace falta ser cínico esgrimiendo excusas- el mandatario del Kremlin acaba de cerrar indefinidamente la manivela del gas a prácticamente toda Europa.

Las obras de Putin, en cambio, conforman una verdadera montaña rusa: Mariupol, Azov, Zaporiyia, y la portuaria Odesa a orillas del mar Negro, aparte naturalmente Crimea, Donetsk y Dombás. Y un interminable reguero de sangre, de cadáveres y fosas comunes, sin omitir la destrucción de numerosas iglesias, mezquitas y sinagogas en Ucrania.

De tener que elegir no dos, sino una sola palabra, la cosa es clara y sin vuelta de hoja: Gorbachov, PAZ; Putin, GUERRA. Don Quijote pone el resto: “Cada cual es, Sancho, hijo de sus obras”.

Raísa Gorbachova y Mijaíl Gorbachov, en una imagen de archivo. (Getty/Diane Freed)

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