¿Nuevo cisma en la Iglesia ortodoxa rusa?

San Agustín el Hiponense detectó en los fraccionamientos donatistas una especie de ley interna de la herejía, según la cual, la división engendra división: de frusto frustum (In Ps. 36 II 20; C. Ep. Parm. I, 4,9).

Días atrás, el Consejo de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana llegó a solicitar formalmente a Bartolomé I que le retirase a Kirill su condición de patriarca, culpándole de «interferir» en sus «asuntos internos» y de «propagar la herejía de una doctrina etno-racial basada en la ideología del ‘mundo ruso’».

El gobierno británico sancionó el jueves 16 de junio al patriarca Kirill, jefe de la Iglesia ortodoxa rusa, como parte de un nuevo paquete de medidas en respuesta a la invasión rusa de Ucrania. Esta decisión incluye no poder entrar en el Reino Unido y la congelación de activos en el país.

Metropolita Onufrio

Lo escribió san Agustín contra la Secta de Donato: «No existe urgencia alguna que pueda justificar la ruptura de la unidad» (Réplica a Parmeniano, II, 11,25). El paso del tiempo ha confirmado sobradamente su principio de que el cisma llama al cisma: en efecto, de los donatistas salieron primianistas, maximianistas, rogatistas, claudianistas, urbanistas (o urbanenses), etc. El Hiponense detectó en tales fraccionamientos una especie de ley interna de la herejía, según la cual, la división engendra división: de frusto frustum (In Ps. 36 II 20; C. Ep. Parm. I, 4,9) [cf. P. Langa, nc 28. Parmeniano y los cismas rogatista y claudianista: BAC 498, p.886s).

Este fatal revés, tan repetido en la historia, se ha puesto últimamente de moda entre algunas Iglesias ortodoxas, antes y después de  que Rusia invadiera a Ucrania. La Iglesia ortodoxa rusa, con su patriarca Kirill a la cabeza, maestro en este deplorable comportamiento, llegó a excomulgar al mismísimo Patriarcado Ecuménico, que parece mentira, pero así es. Presa de semejante arreón, extendió luego el anatema a cuantas Iglesias ortodoxas cerrasen filas detrás del patriarca Bartolomé I. El actual conflicto ruso-ucranio ha hecho el resto.

Desde finales de mayo hasta la recta final de junio del 2022, Kirill ha pisado fuerte el acelerador de los despropósitos, y el resultado ahí está. Según AsiaNews, la Iglesia ortodoxa ucraniana (la del metropolita Onufrio, dependiente de la ortodoxo-rusa), rompió el viernes 27 de mayo con Moscú, basada en las diferencias sobre la invasión rusa de Ucrania, que Onufrio definió como «la guerra de Caín». Tras el ataque del Kremlin a Kiev el pasado 24 de febrero, muchos metropolitas, obispos y sacerdotes de esta Iglesia ucraniana vinculada durante siglos al Patriarcado ruso habían dejado ya de mencionar, según la tradición ortodoxa, el nombre del patriarca Kirill de Moscú. 

El sínodo ortodoxo ucranio procedió inmediatamente a modificar el estatuto de su propia Iglesia, para adecuarlo a la autonomía proclamada. Kirill se quedó así más solo que nunca. Hasta mediados de mayo tenía el apoyo de Onufrio, pese a mostrar éste desde el inicio de las hostilidades su tajante rechazo a la violencia de Putin contra su pueblo. Pero el feo asunto dio un giro definitivo desde este manifiesto de plena independencia espiritual del 27 de mayo. Y aquí no iba a quedar la cosa.

Metropolita Hilarión

El 7 de junio de 2022 el Santo Sínodo de la Iglesia ortodoxa rusa, reunido en sesión ordinaria bajo la presidencia de Kirill en el Monasterio de San Daniel (Danilov en ruso), decidió: 1) Liberar a Marc , metropolita de Budapest y Hungría, agradeciéndole su trabajo. 2) Designar en su lugar al metropolita Hilarión de Volokolamsk, y relevarlo de su cargo como Presidente del Departamento de Asuntos Eclesiásticos Externos, Miembro Permanente del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa y Rector de la Instituto de Estudios Superiores Santos-Cirilo-y-Metodio. 3) Designar en su lugar a su eminencia Antonio, metropolita de Quersoneso, con el título de Volokolamsk, quedando este último temporalmente responsable del Exarcado de Europa y de la dirección de la Administración de las instituciones del Patriarcado de Moscú en el extranjero y ser liberado de la administración de la diócesis de Quersoneso. 

4) Encomendar la administración temporal de la diócesis de Quersoneso al Arzobispo de Madrid y Lisboa, Néstor. Y 5) Nombrar Rector del Instituto de Estudios Superiores de los Santos Cirilo y Metodio, conservando sus funciones actuales, al arcipreste Maxim Kozlov, presidente del Comité de Educación de la Iglesia ortodoxa rusa.

¿Indica este-relevo pérdida de confianza del patriarca Kirill, que lo convirtió en su «número dos» en 2009? ¿Tiene que  ver en ello la guerra de Rusia en Ucrania? Aunque a primera vista eso parezca, es todavía pronto para responder positiva o negativamente a este y otros muchos interrogantes.

Que en dicho relevo se percibe  un retroceso en la carrera de Hilarión es evidente. No obstante, Budapest no es para él un destino del todo nuevo, pues ya se encargó de su administración temporal en 2003. Por otra parte, aunque sea una sede relativamente pequeña en la Ortodoxia, su jurisdicción está ahora en alza: Rusia tiene en la Hungría de Viktor Orbán un caballo de troya dentro de la Unión Europea. De hecho, fue Orbán quien consiguió que en el último paquete de sanciones comunitarias no figurara el nombre del patriarca Kirill. 

En la visita del 1 al 5 de junio a Budapest, Hilarión agradeció al gobierno húngaro su rechazo a las sanciones contra Kirill. Durante su estancia, también se entrevistó con el arzobispo católico de la ciudad, cardenal Peter Erdo, a quien le une gran amistad. Kirill, pues, en el asunto Hilarión no las tiene todas consigo.

Maria Lvova-Belova

Días atrás, por ejemplo, y con el apoyo explícito de Epifanio Dumenko (el primado de la nueva Iglesia ortodoxa autocéfala de Ucrania), el Consejo de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana llegó a solicitar formalmente a Bartolomé I que le retirase a Kirill su condición de patriarca, culpándole de «interferir» en sus «asuntos internos» y de «propagar la herejía de una doctrina etno-racial basada en la ideología del ‘mundo ruso’», entendiendo, en definitiva, que promovía un «cisma».

En declaraciones a RT1, el patriarca de Constantinopla, si bien no contestó a esa petición concreta de decenas de sacerdotes ortodoxos ucranianos, sí reconoció que Kirill había «defraudado» a quienes esperaban una condena unánime de la invasión de Putin desde el seno de la Ortodoxia. Además, reconoció, «cómo se lo justificará ante su conciencia». Por último, también lamentó lo que, a su juicio, está en la base de todo: «La Iglesia rusa codicia la primacía de Constantinopla».

AsiaNews califica lo de retirar a Hilarión de osadía bastante inesperada, acorde con el estilo impetuoso del Patriarca moscovita Kirill (Gundyaev). Se trata de una auténtica revolución en la cúpula del patriarcado, que aún resulta difícil de descifrar. Hilarión fue el primer colaborador de Kirill y uno de los posibles sucesores. Creció en el grupo de sus fidelísimos. Es patrólogo y teólogo, y, en términos culturales, representa el ala más refinada de la élite eclesiástica de la Iglesia rusa, a la que también exaltó con sus obras como compositor musical y publicaciones sobre la Historia de la Iglesia rusa. Además, fundó la Escuela Superior de Aspirantes y Doctores Cirilo y Metodio para la formación superior de los teólogos rusos, donde ahora ha sido sustituido por un teólogo muy conservador, el padre Maxim Kozlov. Ahora bien, su destitución indica ciertamente un desacuerdo de opiniones con el Patriarca. ¿Cuáles? Determinarlas con precisión es, hoy por hoy, prácticamente imposible.

Las divisiones en la Ortodoxia siguen sorprendiendo a todos los niveles: en el ámbito universal, con la ruptura de Moscú-Constantinopla, en las que ahora dividen a rusos y ucranianos, y en la interna del Patriarcado de Moscú, donde podría haber sorpresas en el futuro. Porque no todo va a ser en la UE dar marcha atrás como con Hungría.

Según la agencia AFP, el gobierno británico sancionó el jueves 16 de junio al patriarca Kirill, jefe de la Iglesia ortodoxa rusa, como parte de un nuevo paquete de medidas en respuesta a la invasión rusa de Ucrania. Esta decisión, que incluye no poder entrar en el Reino Unido y la congelación de activos en el país, también va dirigida a María Lvova-Belova, mediadora para los derechos de los niños del Kremlin. Fueron asimismo sancionados responsables del sector de los transportes y militares acusados de «matar, violar y torturar a civiles» en Bucha, cerca de Kiev.

Las palabras de la Ministra británica para las Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones, Liz Truss, son terminantes: «Nos dirigimos contra los cómplices y autores de la guerra de Putin que están infligiendo un sufrimiento indecible a Ucrania, incluyendo el traslado y la adopción forzada de niños». Kirill ha puesto su Iglesia al servicio del presidente Putin, compartiendo su ambición de una Rusia conservadora y apoyando la ofensiva en Ucrania. La Comisión Europea propuso sancionarlo, pero la UE renunció a ello por la oposición de Hungría. Esta vez, en cambio, el Reino Unido no está dispuesto a ceder ante Viktor Orbán.

La guerras nunca se sabe cómo acaban.  Del punto y final en esta de Rusia con Ucrania van a depender muchas cosas, la suerte de Kirill entre ellas. También el futuro de Hilarión, por supuesto. Porque se le achacarán cosas negativas, sin duda, pero tonto no es: ¡qué diré tonto, es listísimo! Así que ya puede andar atento por el tremedal el hoy patriarca Kirill, que el día menos pensado podría verse a Hilarión ciñendo el Kukol patriarcal. ¿O nos vamos a tragar que Hilarión no se tiene a estas alturas de la película bien trabajado no sólo al actual Santo Sínodo, sino incluso a la Jerarquía entera de la Iglesia ortodoxa rusa?

¿Tan lejos queda el 6 de febrero de 2022, cuando Putin distinguió a Hilarión con la máxima condecoración de Rusia en el curso de una ceremonia solemne de entrega de los más altos premios estatales rusos en el Salón de San Jorge del Gran Kremlin a eminentes representantes rusos de la ciencia, la medicina, la aviación, el arte y la religión? (Cf. P. Langa, Hilarión, condecorado y destituido: RD, 23.3.2022).

Hasta cuándo aguantará la Jerarquía ortodoxa rusa a Kirill, no lo sabemos. Por ahí apunta el título de este artículo. Este cisma, de producirse, sería, desde el punto de vista estratégico, de los más devastadores en la nómina del cirilismo metafísico.

Patriarca Kirill

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