Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos. Sus cinco presidentes

Primerísimos componentes del Secretariado junto a san Juan XXIII

El viernes 5 de junio de 2020 se ha cumplido el 60º aniversario de la institución en Roma del Secretariado para la unidad de los cristianos. Se explica por eso la celebración ese día de una misa en acción de gracias presidida por su presidente, cardenal Kurt Koch, en la Capilla «Santa María Reina de la Familia», en el Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano. Recordó el purpurado Koch en su homilía, propia de la circunstancia,  que «la unidad es una categoría fundamental de la fe cristiana y parte integrante  de la Iglesia, tanto que la fe cristiana renunciaría a sí misma si dejase de buscar la unidad».

Esta búsqueda, expuesta hoy a «un fuerte viento contrario», nos ha hecho sin embargo descubrir que es sobre todo un intercambio de dones del que todas las comunidades cristianas, grandes y pequeñas, emergen enriquecidas y reforzadas. Magnífica ocasión, dijo luego, de agradecer a cuantos han trabajado o colaborado en tan benemérito Dicasterio durante estos largos años. Queda así explicado que yo recuerde aquí a sus cinco presidentes.

Fue san Juan XXIII quien lo instituyó el 5 de junio de 1960, Pentecostés aquel año, dentro de un gran lote de comisiones y subcomisiones del entonces futuro Concilio en la Carta apostólica en forma de motu proprio Superno Dei nutu. Las palabras a él relativas dicen:

«Demostrando Nuestro amor y benevolencia hacia los que se llaman cristianos, pero están separados de esta Sede Apostólica, para que también ellos puedan seguir los trabajos del Concilio y encontrar más fácilmente el camino para alcanzar la unidad por la cual «Jesucristo dirigió al Padre Celestial tan ardiente súplica», instituimos un "Consejo" o Secretariado especial, presidido por un Cardenal, escogido por Nos, y organizado como se ha dicho de las Comisiones»(n.9).

Durante el Concilio fue conocido por Secretariado de la Unidad, o simplemente como el Secretariado. Bastaba ésta sola palabra para identificar a quienes trabajaban por el ecumenismo. En 1963, el Santo Padre precisó que estaría compuesto por dos secciones, encargadas respectivamente de las relaciones con las Iglesias ortodoxas y con las Iglesias ortodoxas orientales, de una parte y, de la otra, de las relaciones con las Iglesias y las Comunidades eclesiales del Occidente.

En 1966, ya terminado el Concilio, san Pablo VI lo confirmó como órgano permanente de la Santa Sede. La estructura, sin embargo, cambiaría más tarde mediante la constitución apostólica de san Pablo VI, Regimini Ecclesiae Universae, del 15 de agosto de 1967. 

Al día siguiente de Pentecostés (05.06.1960), salieron los nombres de los presidentes. La oficina empezó a funcionar en Roma a partir del 1 de agosto de 1961 bajo la presidencia del cardenal Bea. Como secretario ejecutivo, monseñor Willebrands y dos asistentes, el francés monseñor Jean-François Arrighi (Schmidt, St., S. I. Agostino Bea, il cardinale dell’unità, Città Nuova Editrice, Roma 1987, 853), durante  algunos decenios subsecretario, y el americano paúl padre Thomas Stransky, desde el principio y durante diez años fiel colaborador. Todos ellos salen en la foto que abre este artículo, muy recordada estos días. 

El Concilio había pedido una profunda renovación de los organismos centrales de la Santa Sede, algo que acabó por sacar adelante san Juan Pablo II promulgando el 28 de junio de 1988 la constitución apostólica Pastor Bonus, a partir de la cual el Secretariado se empezó a llamar, y así continúa, Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos.

Desde 1974, y en este mismo orden de cosas, funciona la Comisión para las relaciones con el hebraísmo, la cual, aunque distinta, sigue hasta hoy en el ámbito del Pontificio Consejo para la unidad, cuyo presidente lo es también de dicha Comisión. He aquí, pues, la breve nómina de presidentes del Pontificio Consejo.

Cardenal Agustín Bea

1.- Cardenal Agustín Bea (28.05.1881- + 16.11.1968). Nombrado por san Juan XXIII presidente del Secretariado el 6 de junio de 1960, así permanece hasta su muerte el 16 de noviembre de 1968. Le correspondió echar a andar la máquina, algo más que difícil tratándose de un dicasterio nuevo en el organigrama de la Curia Romana (Schmidt,  passim).

La primera función fue invitar a las otras Iglesias y Comuniones mundiales a enviar observadores al Concilio. Desde las primeras semanas, san Juan XXIII decidió poner la institución al mismo nivel de las otras comisiones, lo cual es indicio de su difícil andadura inicial.

El Secretariado, por otra parte, preparó y presentó al Concilio los documentos sobre el ecumenismo (Unitatis redintegratio), las religiones no cristianas (Nostra ætate), la libertad religiosa (Dignitatis humanae) y, en colaboración con la comisión doctrinal, la constitución dogmática sobre la divina revelación (Dei Verbum). La personalidad bíblica de Bea pesó lo suyo en la Dei Verbum, sin duda, pero también en los otros documentos mencionados. El prestigio del Secretariado no hizo, con él, sino crecer y crecer.

Salió entonces publicada la primera parte del primer Directorio de ecumenismo (1967; la segunda llegó en 1970). Acudieron los primeros cinco observadores católicos a la tercera asamblea general del CEI en Nueva Delhi (1961), y 15 a la cuarta en Upsala (4-20.07.1968). Su brazo derecho esos años fue, ciertamente, monseñor Willebrands, viajero incansable por los diversos rincones del mundo, dos, entre ellos, a la Unión Soviética de Kruschev, como ahora veremos.

No quiere decir esto que Bea se quedase en el Vaticano de brazos cruzados. Al contrario: viajó, y mucho, en esos años: a Nueva York y a tantos otros lugares del mundo. Nadie mejor que su secretario y biógrafo Schmidt, a quien remito, para pormenores. El 7 de diciembre de 1965, víspera de la clausura del Concilio, tuvo lugar en San Pedro la ceremonia de la abrogación de las excomuniones entre Roma y Constantinopla. Hay fotos en blanco y negro donde se ve al cardenal Bea leyendo el Breve de san Pablo VI Ambulate in dilectione. Desde 1968, los teólogos católicos son miembros de pleno título de la Comisión Fe y Constitución (FC), departamento teológico del CEI. Nuestro Dicasterio y FC preparan juntos desde entonces el material del Octavario.

Cardenal Johannes Willebrands

2.- Cardenal Johannes Willebrands (4.09.1909 - +2.08.2006). Sucedió a Bea el 12 de abril de 1969. Elevado a cardenal el 28, se retiró en calidad de Presidente emérito el 12 de diciembre de1989. Hans Küng aclara:

«Sin el trabajo previo sobre todo del animoso ecumenista católico Willebrands -amigo del gran ecumenista protestante holandés doctor Willem Visser’t Hooft, secretario general del CMI fundado en 1948-  hubiera sido imposible llegar tan rápidamente a un Secretariado para la unidad de los cristianos , cuyo espíritu rector, con el cardenal Bea al frente, no será otro que el de Jan Willebrands» (Libertad conquistada. Memorias, Ed. Trotta, Madrid 2004, 244s.).

Con él prosiguieron los observadores católicos en las asambleas del CEI: Nairobi (1975) y Vancouver (1983). El metropolita Nikodim de Leningrado propició su primer viaje a la URSS para invitar a los observadores rusos al Concilio: facilitó las cosas su encuentro en Metz (no, como por error se dice, la entrevista del metropolita con el cardenal Tisserant). Su segundo viaje fue el 1 de febrero de 1963, para recoger al arzobispo greco-católico  Slypij.

Los dos volúmenes de su Diario, escritos entre 1958-65, dan cuenta de sus misiones secretas en los Países del Este para calmar a obispos católicos opuestos a la Dignitatis humanae, en la que trabajó junto a Bea. Lo hizo también en ecumenismo, religiones no cristianas y divina Revelación, y puso en marcha múltiples iniciativas entre católicos y acatólicos, abriendo manos y corazón al anglicanismo, la FLM y el CEI.

Invitado a Upsala, preparó la visita del doctor Fisher a Juan XXIII, llevó el mensaje de Pablo VI a la X Conferencia de Lambeth y acompañó a Bea con la reliquia de san Andrés hasta Patrás. Leyó en francés el texto de abolición de las excomuniones Roma-Constantinopla. A raíz de su entrevista con Nikodim viajó hasta la URRS, primer eclesiástico que lo hacía después de 1917 –tampoco, pues, Casaroli, como algunos escriben– para invitar a observadores rusos al Concilio.

Muerto Nikodim en brazos de Juan Pablo I, acogió en la iglesia de Santa Ana del Vaticano, regentada por los agustinos, a la delegación rusa y voló con ella hasta Leningrado para las exequias. Ninguna frase mejor de su papel en la liberación de Slipyj que la del secretario particular de Juan XXIII, Capovilla: «Monseñor Willebrands ha prestado un óptimo servicio desde todos los puntos de vista».

Cardenal Edward Idris Cassidy

3.- Cardenal Edward Idris Cassidy (5.07.1924 - …). Para suceder a Willebrands, san Juan Pablo II llamó el 12 de diciembre de 1989 al arzobispo australiano Cassidy, que ejercía de sustituto desde hacía un año en la Secretaría de Estado, elevándolo a la dignidad cardenalicia el 28 de junio de 1991. Presidió el Pontificio Consejo hasta el 3 de marzo de 2001, doce años, pues, no completos, precisamente los críticos años aquellos del cambio de milenio y del Jubileo 2000, con  documentos papales como la Tertio millennio adveniente (10.11.94), y Novo millennio ineunte (6.01.2001).

Y sobre todo la carta apostólica Orientale Lumen (2.05.95) y la carta encíclica Ut unum sint (25.05.95), en la que san Juan Pablo II pide analizar el curso de los últimos diez siglos y señala la falta de unidad de los cristianos entre «los pecados que exigen mayor compromiso de penitencia y de conversión», al tiempo que lo califica como «un problema crucial para el testimonio evangélico en el mundo».

El 31 de octubre de 1999 Cassidy firma en Augsburgo (Alemania), en nombre de la Iglesia católica, la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación. A su lado, lo hace el obispo Christian Krause de la Federación Luterana Mundial(FLM).  El documento representó un extraordinario paso adelante a la hora de zanjar las divisiones entre ambas denominaciones cristianas, que llevaban 482 años, desde el doloroso 1517, cuando lo de Martín Lutero y sus 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo en Wittenberg.

De Cassidy llevan asimismo la firma dos importantes documentos del Pontificio Consejo, a saber: el Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo (CERI: Madrid 1993); y La dimensión ecuménica en la formación de quienes trabajan en el ministerio pastoral (Typys Vaticanis -1997).

Quien esto escribe estaba por aquellos años de profesor en Roma: una mañana, volviendo de Radio Vaticano, se detuvo en Via dell’Erba, sede entonces del Pontificio Consejo. Estuve conversando un buen rato con él, con Cassidy, de quien recuerdo que a mi pregunta sobre la importancia de ambos documentos, sobre todo el primero, y qué grado de recepción tendrían en países como España, me contestó entre sonriente y resuelto: «Nosotros [es decir, los que estamos al frente del Dicasterio] ya hemos hecho lo que teníamos que hacer; ahora sólo hace falta que hagan otro tanto, lo que les corresponde por lo menos, los obispos de España».

Cardenal Walter Kasper

4.- Cardenal Walter Kasper (5.03.1933 - …). El 16 de marzo del 99 Juan Pablo II llama a Kasper, obispo entonces de Rottenburg-Stuttgart (Alemania), para secretario del Pontificio Consejo. Elevado a cardenal el 21 de febrero de 2001, el 3 de marzo es nombrado presidente del Dicasterio, cargo en el que permanece hasta el 1 de julio de 2010.

En 1994 había co-presidido la comisión conjunta romano-católica evangélico-luterana del Pontificio Consejo. Nombrado consultor de la Congregación para la doctrina de la fe y del Pontificio Consejo para la Cultura (1998), su bagaje intelectual era amplísimo al recalar en Roma. Sólo su bibliografía de 1960-98 daba 617 publicaciones.

Investido doctor honoris causa por Comillas (Madrid) el 30 de marzo de 2004 en el Aula Magna del campus de Cantoblanco, me cupo el honor de hacer, horas más tarde, su laudatio-presentación en el Centro Ecuménico Misioneras de la Unidad ante representantes de otras Iglesias y Religiones: supe esa misma noche que sus doctorados honoris causa ascendían, con el de Comillas, a 14. La cifra luego ha crecido.

El más teólogo de los cinco presidentes, su ecumenismo le llegó en su juventud, trabajando en el BEM y luego con la Comisión mixta en el Documento sobre la Justificación.

Cabe destacar de su gestión dicasterial el restablecimiento de las relaciones Roma-Moscú, deterioradas a la muerte de Juan Pablo II; la co-presidencia con el metropolita Ioannis Zizioulas en la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa (cf. P. Langa,  «Belgrado, Ravena y Pafos, tres hitos en el diálogo teológico entre católicos y ortodoxos»: Diálogo Ecuménico 45/142-143 [2010] 187-242);  y la convocatoria en Roma, 21-24 de mayo de 2003, del Simposio sobre el ministerio petrino, iniciativa ligada al n. 95 de la Ut unum sint (cf. W.Kasper, Il ministero petrino. Catolici e ortodossi in dialogo. Cttà Nuova. Roma 2004).

En este tiempo se celebró la asamblea general del CEI en Porto Alegre (Brasil: 14-23.02.2006), el Año Paulino (2008-2009), cuya clausura -la de Jerusalén- fue por él presidida en la Basílica de San Esteban, y en Roma el Sínodo de la Palabra (2008). Bartolomé I le calificó de «verdadera suerte para la Ecumene».Y Ronald Lauder, presidente del Congreso Judío Mundial, le manifestó su aprecio: «Usted, con su vida, ha hecho realidad los objetivos que se proponía la declaración Nostra aetate».

Cardenal Kurt Koch

5.- Cardenal Kurt Koch (15.03.1950 - …).  El 1 de julio de 2010, día en que Kasper cesa, Benedicto XVI nombra al obispo de Basilea Kurt Koch arzobispo a título personal y presidente del Pontificio Consejo, en el que permanece hasta el 28 de febrero de 2013 (por sede vacante de Benedicto XVI), y para el que vuelve nombrado por el nuevo papa Francisco el 16 de marzo de 2013.

Doctor en teología con la tesis El Dios de la historia. La teología de la historia en Wolfhart Pannenberg como un paradigma de la teología filosófica en una perspectiva ecuménica (1987), del 1982 al 89 fue también profesor invitado en la Universidad de Friburgo (Suiza) por un semestre, y dictó clases como profesor de teología dogmática y de moral en el Instituto catequético de Lucerna.

Durante su presidencia destaca el concepto del martirio ecuménico, afortunada idea puesta en escena por el papa Francisco, que él no cesa de promover sin dejar de sacarle brillo en libros, conferencias, artículos y congresos.

Coincidiendo con su presidencia se celebró en Busan (Corea-30.10-8.11.2013) la asamblea general del CEI. El hecho más notorio, sin embargo, el que le sobrevivirá a justo título en la posteridad, es la cuidadosa preparación, junto al metropolita ruso Hilarión de Volokolamsk -los dos aparecen en las fotos-, del encuentro del papa Francisco y el patriarca ruso Kirill en el Aeropuerto internacional José Martí, de La Habana, el 12 de febrero de 2016, con la firma de la Declaración conjunta.

Durante su gestión al frente del Pontificio Consejo, por otra parte, el papa Francisco no ha cesado de subir el listón de la causa viajando, por ejemplo, a Lampedusa (2013), Lesbos (2016) y Bari (2020), amén de los numerosos viajes de matiz ecuménico emprendidos en estos años, que son ya los de Francisco. En tal sentido han de ser consideradas las visitas papales a Lund (Suecia-2016) como prólogo al V Centenario de la Reforma (2017), y a la sede del CEI en Ginebra (2018), para participar en el 70º aniversario de la Fundación del CEI.

El cardenal Koch, pues, sabe mantener en alza la doble función del Pontificio Consejo, a saber: la promoción, dentro de la Iglesia católica, de un auténtico espíritu ecuménico según el Decreto conciliar Unitatis redintegratio y, paralelamente, la actividad en todos los campos que pueden contribuir a la promoción de la unidad de los cristianos, sobre todo una estrecha colaboración con el Consejo Ecuménico de las Iglesias (CEI) y su sede en Ginebra.

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Grandes presidentes los cinco, sin duda; nombres famosos todos y de brillo propio cada uno; relevantes figuras del ecumenismo contemporáneo, como se puede ver: Agustín Bea, cardenal alemán, poniendo sus vastos conocimientos de Sagrada Escritura al servicio del ecumenismo y con voz propia en el Concilio; Johannes Willebrands, cardenal holandés, haciendo lo propio, pero siempre con rostro ecuménico para el ecumenismo y desde el ecumenismo; Edward Idris Cassidy, cardenal australiano, volcando sobre la santa causa su vida toda de diplomático de la Santa Sede.

El cardenal alemán Walter Kasper, uno de los más grandes teólogos de la Iglesia católica, dialogando incansable y siempre constructivo durante las comisiones mixtas, y, por supuesto, con los líderes religiosos a base de sumar armonía y elegancia en su teología, también la ecuménica. Y el cardenal suizo Kurt Koch  exhibiendo bondad, compostura y discreción en los encuentros interconfesionales, siempre atento al decreto Unitatis redintegratio y sin perder de vista los horizontes ecuménicos que no cesa de abrir por doquier para la Iglesia católica el papa Francisco.

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