El Vademécum ecuménico y los medios de comunicación

«La falta de comunicación mutua a lo largo de los siglos ha agudizado las divergencias entre las comunidades cristianas. Los esfuerzos para fomentar y fortalecer la comunicación pueden desempeñar un papel clave para acercar a los cristianos divididos» (Vademécum ecuménico,13).

«Internet es cada vez más el medio por el que el mundo percibe el rostro de la Iglesia» (Vademécum ecuménico,14).

«La preocupación de la Iglesia por la unidad de los cristianos en obediencia a Cristo, así como el amor y estima por las otras comunidades cristianas, deben aparecer inmediatamente evidentes en nuestras páginas web diocesanas» (Vademécum ecuménico,14).

Ecumenismo  e Internet

El concilio Vaticano II dedicó uno de sus dieciséis documentos a los medios de comunicación social. Me refiero concretamente al decreto Inter mirífica, promulgado el 4 de diciembre de 1963. Insistiendo, pues, en la vigilante preocupación de los sumos pontífices y obispos sobre tan importante asunto, consideró «pertinente tratar las principales cuestiones» (IM, 2) al respecto.

Son muchas, sin duda, y algunas bien conocidas ahora, que no entonces, porque en 1963 ni se las conocía ni tampoco se hacían estas imaginables a corto plazo en la dimensión hoy alcanzada, por ejemplo la del mundo virtual de Internet. Claro que también es mucho el tiempo de sorpresas transcurrido. ¡Anda que no ha pasado agua ni nada desde entonces por debajo de los puentes! El mundo virtual de ahora es ya otro mundo dentro de la comunicación.

Pero como quiera que la Iglesia católica, fundada por Cristo el Señor para llevar la salvación a todos los hombres y, en consecuencia, urgida por la necesidad de evangelizar, «considera que forma parte de su misión predicar el mensaje de salvación, con la ayuda, también, de los medios de comunicación social, y enseñar a los hombres su recto uso» (IM 3), de ahí el no pequeño problema que se plantea de pronto al socaire de lo que sigue diciendo Inter mirífica:

«Para el recto uso de estos medios es absolutamente necesario que todos los que los utilizan conozcan las normas del orden moral en este campo y las lleven fielmente a la práctica» (IM 4). Conocer las normas dichas y llevarlas a la práctica es picar muy alto, vamos que no está, ni de lejos, al alcance de los más.

«Peculiares deberes incumben a todos los destinatarios, es decir, lectores, espectadores y oyentes que, por una elección personal y libre, reciben las comunicaciones difundidas por tales medios» (IM 9). Así que «todos los hijos de la Iglesia, de común acuerdo, tienen que procurar que los medios de comunicación social, sin ninguna demora y con el máximo empeño, se utilicen eficazmente en las múltiples obras de apostolado, según lo exijan las circunstancias de tiempo y lugar» (IM 13).

También aquí, me parece a mí, procurar que los medios sin ninguna demora y con el máximo empeño, se utilicen eficazmente en las múltiples obras de apostolado, según lo exijan las circunstancias de tiempo y lugar pasa por la diagonal de la exigencia o por el envite de la encrucijada.

En vista, por tanto, de lo que precede, es obvio que el reciente Vademécum ecuménico haya decidido incorporar a su contenido el uso de los medios de comunicación y de las páginas web de las diócesis (V, II, 13-14). Sería ocioso, claro es, repetir aquí todo lo que adelanta Inter mirífica. Démoslo por supuesto, que ciertamente no es poco, y aportemos más bien, eso sí, cuanto el Vademécum dispone dentro del predicho marco conciliar, a saber: un enfoque ecuménico en el uso de los medios (cf. V, 13). 

Medios de comunicación social

Afirma por de pronto el Vademécum que «la falta de comunicación mutua a lo largo de los siglos ha agudizado las divergencias entre las comunidades cristianas. Los esfuerzos para fomentar y fortalecer la comunicación pueden desempeñar un papel clave para acercar a los cristianos divididos» (V,13).

Se dice y se vuelve a decir -lanzó precisamente la idea san Pablo VI- que el movimiento ecuménico ha obrado entre los cristianos el milagro de redescubrirnos hermanos.

Va quedando, por tanto, atrás, a Dios gracias, la orinienta ferralla de una literatura de enfrentamientos y descalificaciones que a nada condujo, como no fuera a recrecer la siniestra intención de zaherir y hacer mal. Eso, además de echar por tierra cualquier posible esfuerzo de conducta ecuménica, era llanamente dicho una falta de caridad.

Y bien, en tal redescubrimiento han jugado su insustituible papel los medios. De ahí la necesidad de fomentar y fortalecer la comunicación. Esto evidentemente es clave. La comunicación facilitará el diálogo, y éste, el entendimiento. La frase del cardenal Mercier sigue siendo tan válida como axiomática:

El cardenal Suenens, su sucesor, aferrado a la máxima de Mercier, repetía en los foros ecuménicos del orbe el famoso dicho de su antecesor: «Tenemos que encontrarnos para conocernos, conocernos para amarnos, amarnos para unirnos» (cf. Pedro Langa, Apóstoles de la unidad. San Pablo, Madrid 2015, p.269).

La sabia frase del purpurado y académico belga Désiré Mercier, basta reparar en ella, cuadra de lleno con lo que en ecumenismo es y representa el tema de la identidad, lo cual viene a ser, en definitiva, el importante protagonismo de los medios en la santa causa de la unidad cristiana.

«Los que representan a la Iglesia en las comunicaciones sociales -matiza con total acierto el Vademécum- deben estar impregnados por las disposiciones ecuménicas anteriormente descritas» (V,13; cf. mis anteriores entregas El “Vademécum ecuménico” que se necesitaba: RD 08/12/2020; y Conferencia de presentación del “Vademécum ecuménico”: RD 10/12/2020). La presencia católica en los medios de comunicación debe demostrar que los católicos estiman a sus hermanos y hermanas en Cristo, y que están disponibles para escuchar y aprender de ellos» (V, 13).

La frase es clara de puro rotunda: deben demostrar que estiman y están disponibles. Lo cual, dentro ya del ecumenismo, implica descender a honduras de mucho calado. El documento de marras del Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos prescribe en el número 14 dar algunas recomendaciones para los sitios y las páginas web de las diócesis.

Ecumenismo

Y lo hace con frase magistral, de esas que luego repiten los oradores a menudo: «Internet es cada vez más el medio por el que el mundo percibe el rostro de la Iglesia» (14). Cuando se celebró el concilio Vaticano II y salió a la luz el decreto Unitatis redintegratio, los expertos en ecumenismo comprendieron pronto el extraordinario paso adelante que la Iglesia católica daba con aquel decreto:

nada menos que presentar al pancristianismo sus cartas credenciales en el tema de la unidad, esto es, desvelar ante los cristianos no católicos su identidad ecuménica.  Algo parecido, mutatis mutandis, a cuanto aquí ocurre.

De ahí lo que el número 14 señala  a renglón seguido sobre Internet: «Es un espacio -dice- donde tanto los fieles católicos como los demás encuentran representada a la Iglesia local y desde el que juzgarán sus prioridades y preocupaciones» (Ib.). Pero, lejos de quedarse en la frase redonda, el Vademécum avanza seguidamente una clara normativa al respecto:

 1.- «Debemos prestar atención a esta nueva dimensión de la vida eclesial. La preocupación de la Iglesia por la unidad de los cristianos en obediencia a Cristo, así como el amor y estima por las otras comunidades cristianas, deben aparecer inmediatamente evidentes en nuestras páginas web diocesanas» (Ib.).

2.- «Quienes administran las páginas web diocesanas deben ser conscientes de su responsabilidad en la formación cristiana. El delegado diocesano para el ecumenismo y la comisión ecuménica deben ser fácilmente localizables y contactados mediante la página web» (Ib.).

3.- «El sitio web puede ofrecer enlaces sumamente útiles a la página web de la comisión ecuménica de la Conferencia Episcopal o del Sínodo, al sitio web del Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos, así como a los enlaces de los consejos ecuménicos locales o nacionales» (Ib.).

4.- «La página ecuménica de un sitio web diocesano es un excelente espacio para dar a conocer los eventos y publicar las noticias. De todos modos, será siempre necesario pedir permiso antes de utilizar fotografías de los interlocutores, ya que en algunos casos la publicidad puede causarles dificultades» (Ib.).

Normativa, esta, como se echa de ver, sagaz y prudente, experiencial y oportuna. Las sucesivas recomendaciones prácticas lo corroboran:  familiarizarse con el Directorio Ecuménico y emplearlo, porque también el Vademécum bebe las cristalinas aguas de esa fuente; favorecer la difusión de documentos y materiales de carácter ecuménico en el sitio web diocesano; publicar noticias ecuménicas a través del sitio web para que los fieles de la diócesis puedan ver que su obispo se reúne, ora y trabaja sin retirar el hombro con las otras comunidades cristianas locales, y no se queda de un aire, amuermado quizás, o en la inopia, si es que no mirando a la luna. Incluso publicar, en Navidad o en Pascua, un mensaje común con  otro líder o líderes cristianos, y tener una celebración ecuménica con otras comunidades cristianas locales sobre una cuestión de interés común, y así seguido.

Cuando algunos medios de comunicación inventan

Sale de lo dicho que el Vademécum ha tratado de poner en valor, como ahora suelen despacharse los cursis, la importancia que los medios de comunicación social revisten en asunto de tantos quilates como el ecuménico. Y lo hace, además, con elegancia y, a veces, hasta con frase maestra. Ojalá cunda el ejemplo.

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