«El ecumenismo es un viaje eclesial a la tierra santa de la unidad»

«Esta crisis de salud con múltiples consecuencias me hizo darme cuenta de que todo lo que damos por sentado es realmente un regalo de Dios que debemos apreciar con gratitud».

«Celebrar es ya abrir juntos el sello de confianza que anima nuestro auténtico deseo de comunión. La clave del éxito de esta heroica empresa no puede surgir sin la acción misma del Espíritu Santo que se despliega a través del diálogo».

«No es casualidad que los documentos más recientes de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa hayan estado preocupados desde el documento de Chieti en 2016 con la articulación entre sinodalidad y primacía ». 

«Me atrevo a transmitirles el saludo fraterno de Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé, sin cuya profunda convicción de la necesidad de un acercamiento ecuménico con la Iglesia de Roma, la calidad de nuestros diálogos y la esperanza que llevamos de encontrarnos juntos un día en torno a un altar común no podrían estar en el horizonte de lo posible».

El papa Francisco besa respetuosamente el encolpion del Metropolita Emmanuel

El metropolitano Emmanuel de Calcedonia encabezó este año  la delegación del Patriarcado Ecuménico que visitó Roma del 27 al 29 de junio de 2021 para tomar parte en las celebraciones patronales de san Pedro y san Pablo. El 28 por la mañana, la delegación fue recibida por el papa Francisco en el Palacio Apostólico del Vaticano. Tras los saludos de rigor, su eminencia Emmanuel leyó ante el Papa un discurso de alto valor ecuménico, ya por el contenido, ya por la categoría del orador, ya, en fin, por las circunstancias, entre las que se debe enumerar la entrega de una carta autógrafa del Patriarca.

El Papa respondió con otro no menos interesante (cf. Cristianos en camino hacia la plena comunión: RD, 04.07.2021). Más tarde, la delegación se reunió con el cardenal Kurt Koch en el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y el sábado 29 de junio asistió a la solemne celebración eucarística en honor de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, presidida por el Santo Padre.

Emmanuel abrió su discurso ante el Papa refiriéndose al proceso de desescalada de la pandemia y sus «muchas dificultades que aún se deben superar, ya que esta crisis ha reforzado profundamente las desigualdades». Mostró luego viva gratitud por encontrarse en el Vaticano, corazón de la Ciudad Eterna, para hablar «del sincero apego del Patriarcado Ecuménico a la búsqueda de la unidad de los cristianos y de su genuino deseo de comunión». 

Al gran sentido de esperanza, sumó «la convicción que está muy cerca de mi corazón desde hace más de un año: Esta crisis de salud con múltiples consecuencias me hizo darme cuenta de que todo lo que damos por sentado es realmente un regalo de Dios que debemos apreciar con gratitud».

En la lista de las cosas que damos por sentado y de las que nos hemos visto privados durante el año pasado está el diálogo con nuestra Iglesia hermana en Roma. De ahí que nuestra delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla participe hoy «con gratitud y alegría en las festividades de su fiesta patronal». 

Emmanuel aportó seguidamente su visión teológica del fenómeno: «Celebrar es ya abrir juntos el sello de confianza que anima nuestro auténtico deseo de comunión. La clave del éxito de esta heroica empresa no puede surgir sin la acción misma del Espíritu Santo que se despliega a través del diálogo, kairos desarrollándose en el misterio mismo de la economía divina».

El Meropolitano Emmanuel durante el discurso

El orador midió muy bien sus palabras al matizar con la sinodalidad de fondo: «Solo podemos alegrarnos de las múltiples formas que adopta este diálogo. Por supuesto, ha sido oficialmente teológico sobre todo desde 1979, porque la búsqueda de la verdad no es una empresa que divide, sino una obra de reconciliación. 

En este sentido, el trabajo realizado por Su Santidad sobre la cuestión de la sinodalidad en la Iglesia tiene un eco poderoso en la Iglesia Ortodoxa. Esperamos conocer las conclusiones de sus reflexiones en el próximo Sínodo de los Obispos en 2023, que se centrará en Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión. Me atrevo a verlo como uno de los frutos de nuestras relaciones ecuménicas».

Por supuesto que el metropolitano Emmanuel de Calcedonia no es ajeno a las dificultades que implica el argumento de la sinodalidad, primero por ser ortodoxo, y pertenecer a una Iglesia como la del Patriarcado Ecuménico, tantas veces involucrado en resolver contenciosos dentro de la misma Ortodoxia -como el problema de la Iglesia ortodoxa rusa a propósito de lo de Ucrania, donde él mismo ha tenido un protagonismo relevante-.

Y luego a resultas de los compromisos a él encomendados por su santidad Bartolomé I dentro de la misma nueva Iglesia ortodoxa autocéfala de Ucrania, amén de su papel durante el Santo y Gran Concilio de la Iglesia Ortodoxa en Creta (2016). De cuyo contexto se desprende el siguiente fragmento del discurso:

«Ciertamente no es casualidad que los documentos más recientes de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa hayan estado preocupados desde el documento de Chieti en 2016 con la articulación entre sinodalidad y primacía. También me gustaría señalar que este documento apareció apenas unas semanas después de la celebración del Santo y Gran Concilio de la Iglesia Ortodoxa en Creta. 

Ciertamente no hay un vínculo directo entre estos dos hechos, pero me gusta pensar que esta concordancia temporal en la que la Iglesia Ortodoxa tuvo la difícil experiencia de esta sinodalidad tan consustancial a ella no es fortuita, porque nos invita a reflexionar. sobre lo que está en juego en nuestro diálogo». 

Acabado este filón, Emmanuel se preocupó de fijar bien la importancia ecológica de los últimos documentos del papa Francisco para destacar que se trata de un tema en el que su santidad Bartolomé I viene bregando desde mucho antes de la elección pontificia de Francisco, y él mismo, Emmanuel, ha viajado al Oriente Medio y se ha implicado en los problemas interreligiosos allí pungentes:

«Al mismo tiempo, hay muchas otras posibilidades que pueden aumentar nuestro deseo de unidad para unir nuestros corazones. Porque construyen al unísono con las preocupaciones ecológicas. La Encíclica Laudato Si ' (2015) refleja muchas de las enseñanzas de Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé. La Encíclica Fratelli Tutti (2020) recuerda un importante texto publicado el mismo año y bendecido por el Patriarcado Ecuménico: Por la vida del mundo: hacia un ethos social de la Iglesia Ortodoxa

Estos son solo dos ejemplos entre muchos que atestiguan una convergencia en las preocupaciones compartidas por nuestras Iglesias hermanas por seguir dando testimonio en el aquí y ahora de sociedades atravesadas por la secularización no solo de importancia, sino de la indispensable necesidad de dar a conocer el mensaje de salvación traída por la economía salvífica del Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo».

Emmanuel durante la entrevista que se le hizo en el Vaticano

Su eminencia Emmanuel se remitió luego a los orígenes del diálogo entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa recordando el famoso encuentro de su santidad Pablo VI y su santidad Atenágoras en Jerusalén en el ya remoto 1964:

«Santidad: El diálogo entre las Iglesias católica y ortodoxa se formó en el crisol de una peregrinación histórica y profética a Jerusalén en 1964. El ecumenismo es, por tanto, un viaje eclesial a la tierra santa de la unidad. El Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras parten como peregrinos, regresan como hermanos. No se viene a buscar en una peregrinación el único recuerdo de una historia, por sagrada que sea. El peregrino viene a encontrarse allí. 

Van al encuentro de Dios, donde Dios ha venido al encuentro de la humanidad, dejándose entregar por la vida del mundo con un simple beso. El diálogo católico-ortodoxo comienza también con un beso que, en las tradiciones litúrgicas de Oriente y Oriente, proclama que «Cristo está entre nosotros».

Emmanuel de Calcedonia, en fin, no  podía omitir que el sucesor de Atenágoras es hoy Bartolomé I, el cual está celebrando el 30º aniversario de su elección al trono del Patriarcado Ecuménico:

«Con estas modestas palabras me atrevo a transmitirles el saludo fraterno de Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé que, como sin duda no sin saberlo, está celebrando el trigésimo aniversario de su elección al trono del Patriarcado Ecuménico. Sin su profunda convicción de la necesidad de un acercamiento ecuménico con la Iglesia de Roma, la calidad de nuestros diálogos y la esperanza que llevamos de encontrarnos juntos un día en torno a un altar común no podrían estar en el horizonte de lo posible».

Este último párrafo, dicho por quien lo dijo, y delante de quien fue leído, encierra un elogio hacia Bartolomé I como pocos de los muchos que habrá recibido en su ministerio patriarcal de Constantinopla, y es, en todo caso, de muchos quilates ecuménicos.

El Epílogo fue breve y elocuente: «La alegría que nos trae este reencuentro después de un año de separación nos llama a redoblar nuestras oraciones por quienes continúan afectados por la pandemia COVID-19. Os agradecemos sinceramente vuestra acogida fraterna depositando en el Señor la esperanza de nuestra unidad redescubierta».

El espigado Metropolitano de Calcedonia, su eminencia Emmanuel

Emmanuel, de nombre secular Adamakis, nació en el pueblo griego Agios Nikolaos el 19 de diciembre de 1958, o sea que va camino ahora mismo de los 63 años. Recibidos diaconado y presbiterado en 1985, llegó la consagración episcopal en 1996. Metropolitano de Francia y Exarca del Patriarcado Ecuménico desde 2003, en febrero del corriente 2021, el Santo Sínodo del Patriarcado Ecuménico lo eligió por unanimidad como Metropolitano Mayor de Calcedonia.

Miembro de la Junta Directiva multirreligiosa del Centro Internacional Rey Abdullah bin Abdulaziz para el Diálogo Interreligioso e Intercultural (conocido mundialmente por su abreviatura KAICIID), ha sido un firme defensor del consenso y el diálogo entre religiones, presidente de la Conferencia de Iglesias Europeas, de la Asamblea de Obispos Ortodoxos de Francia y director de la Oficina de Enlace de la Iglesia Ortodoxa con la Unión Europea.

También copresidente de la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz y responsable del diálogo interreligioso con el judaísmo y el islam en nombre del Patriarcado Ecuménico.

En la actualidad está considerado como el número 2 del Patriarcado Ecuménico, lo que da idea de su altura eclesial ortodoxa, y no lo digo por la física de jugador de baloncesto como reflejan las fotos, y de la categoría del personaje que este año encabezó la delegación del Patriarcado Ecuménico en las fiestas patronales de San Pedro y San Pablo.

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