José de Segovia Eso (It) que nos da miedo

Temores, todos tenemos. La cuestión es qué hacemos con ellos.

La historia de King muestra que no hay peor miedo que el terror imaginado, lo que pensamos que puede ocurrir y no existe más que en nuestra cabeza.

El miedo tiene un poderoso efecto en nuestra vida. Cuando nos domina, nos puede llegar a paralizar, pero también a cometer grandes errores. Nos puede llevar a hacer cualquier cosa. No hay, sin embargo, peor miedo que el terror imaginado, lo que pensamos que puede ocurrir y no existe más que en nuestra cabeza.

King ha revelado hace poco que tomaba cocaína hasta el año 86, que publicó este libro.

Al hablar de Eso (It)en los años 80, Stephen King no sólo quiso reflejar la cultura del miedo que había en la era Reagan, sino el fin de la inocencia que acompaña a la generación de los 60, tras el asesinato de Kennedy. Este grupo de niños en la idealizada América de los años 50, se reencuentra a finales de los 80, para enfrentarse a sus propios fantasmas, aunque tengan forma de un siniestro payaso.

Este es uno de esos libros íntimos de King, llenos de recuerdos de esa infancia perdida, que sitúa en el territorio familiar de Maine. Los escenarios de la historia se pueden incluso localizar en el pueblo donde todavía vive, Bangor. Allí están todavía los yermos de los Barrens –donde se forma el club de los perdedores–, la estatua del Gigante –la figura del legendario leñador del folclore estadounidense llamado Paul Bunyan–, el canal y la torre del depósito de agua.

En la extensa entrevista que concedió a la revista Rolling Stone en el 2014, King cuenta que no sólo era alcohólico cuando tuvo la idea de escribir esta historia en 1978, sino que ese año comenzó a tomar cocaína –adicción que mantuvo hasta el año 86, que publicó este libro–. La sorprendente revelación que hace en esa entrevista, es que dejó la droga y la bebida por su nueva fe en Dios.

NUEVA ADAPTACIÓN

Hay muchas adaptaciones de la obra de King al cine y la televisión, incluidas algunas que muchos no relacionan con “el maestro del terror”, como Cuenta conmigo(Stand By Me, 1986), Cadena Perpetua(The Shawshank Redemption, 1994) o La milla verde(1999). Este fin de semana se estrena la segunda parte de la nueva versión cinematográfica deIt –que no secuela, sino que son dos capítulos de una misma historia, como la versión televisiva de los 90–.

El payaso se ha visto siempre como una figura triste, pero nunca ha producido el terror que despierta en It.

Es una película comercial –no como la versión primera que preparó Cary Fukunaga, el autor de la serie de HBO True Detective–. La hizo un argentino, Andrés Muschietti, pero es un típico producto de Warner. La que hicieron para la televisión en 1990 tiene también dos partes muy claras. La primera estaba mejor en la versión televisiva de Wallace, pero la segunda no estaba nada lograda. Así que no le sería difícil superarla.

Originalmente la primera parte del guión de Cohen –que había adaptado Carrieen 1976 para Brian de Palma– tenía siete actos, que introducía en cada uno, a uno de los personajes. Lo que no resultaba muy cinematográfico. La nueva versión intenta de nuevo narrar la historia de los niños sin los continuos saltos temporales de la novela. Eso sí, traslada la acción del principio de 1958 a 1989, para conectar con el público más joven. Y esta segunda parte es en la actualidad, supongo.

REALIDAD OCULTA

La idea de King desde el principio era desvelar ese monstruo oculto que hay en las entrañas de un pueblo tan tranquilo y apacible como Derry, prototipo de la pequeña localidad de la América profunda en que se desarrollan muchas de sus historias. Es por supuesto el reducto en que se basa el poder de Trump. Por lo que muchos no pueden evitar hacer una analogía entre la nueva versión cinematográfica y el actual gobierno de Estados Unidos. Así como proliferan las ilustraciones que presentan al presidente con los rasgos del siniestro payaso Pennywise.

King no sólo quiso retratar la cultura del miedo que había en la era Reagan, sino el fin de la inocencia que acompaña la generación de los 60, tras el asesinato de Kennedy.

El payaso es sólo una de las forma que toma Eso (It). Como los “boggarts” de Harry Potter, “toma la forma de aquello que más miedo te da”, por citar a la siempre precisa Hermione. O sea, asume la apariencia de lo que más aterroriza a la persona con la que está en contacto. En la década de los 50, cuando se desarrolla la primera parte de la novela, toma la forma de los monstruos del celuloide clásico, como el hombre lobo, la Momia, Drácula o Frankenstein. Lo que aterrorizaría a un niño entonces.

Es obvio que está hablando de los miedos que todos tenemos desde la infancia. De ahí que los crímenes sean las desapariciones y asesinatos de niños, que nunca son resueltos. La única chica de los siete que forman el club, Bev, esconde los abusos que forman la historia oculta de esa América respetable, que alberga la pobreza de familias como la suya. Ella no es sólo el medio de iniciación sexual de estos niños, sino que reproduce la figura del padre abusador en un marido que continúa violándola en ese trágico círculo del mal, que se perpetúa continuamente.

EL PODER DEL MAL

La fuerza que tiene el mal en las novelas de King viene sin lugar a dudas de su educación cristiana. Creció en la iglesia metodista, yendo al culto cada domingo y a una escuela bíblica de verano. Cuando estaba en el grupo de jóvenes de esta iglesia protestante, le surgieron las dudas cuando le enseñaron que los católicos irían al infierno por su idolatría. Su tía Molly se convirtió a la iglesia de Roma, al casarse con un católico. Tenía once hijos y uno de ellos era muy amigo de Stephen. Esto le apartó de la fe, hasta su redescubrimiento por su problema de adicción.

King creció en la iglesia metodista, yendo al culto cada domingo y a la escuela bíblica de verano, pero se apartó y ha encontrado ahora la fe, tras un problema de adicción.

“Yo creo en el mal –dice King–, pero toda mi vida dudaba si había un mal fuera de mí, una fuerza en el mundo dispuesta a destruirnos desde dentro, individual y colectivamente. O si venía de dentro, genéticamente, como parte del medio ambiente.” Ahora no tiene dudas: “El mal está dentro de nosotros. Cuando mayor te haces, ya no piensas en una fuerza exterior diabólica. Viene de la gente. Y si no nos enfrentamos a ello, tarde o temprano, acabará con nosotros.”

El problema de Stephen con el alcoholismo era conocido por muchos, pero nadie sabía de su adicción a la droga durante ocho años, ya que era un escritor de éxito y hombre de familia. En la entrevista que lo desvela, dice también que su libro Miseryes sobre la cocaína: “Anne Wilkins es la coca”. Abandonado por su padre a los 2 años, la vida de King está marcada por esa sombra oscura, que le ha hecho sentirse dominado por los miedos. Y desde los 18 años no paró de beber.

MÁS ALLÁ DE LA ANSIEDAD

Todos tenemos preocupaciones, cosas que nos producen ansiedad y que sentimos que no podemos controlar. A veces nos parece que no podemos soportar la tensión y nuestros miedos van a acabar con nosotros, como los protagonistas de It. Temores, todos tenemos. La cuestión es qué hacemos con ellos.

Pedro dice que no hay mejor lugar donde dejarlos que en las manos de Aquel que cuida de nosotros (1 P. 5:7). Estas palabras son un eco de un Salmo (55:2), que muestra la preocupación por lo que puede suceder en el futuro y el dolor de una experiencia amarga. El creyente puede descargar su ansiedad en Dios, porque “Él tiene cuidado de vosotros”.

Abandonado por su padre a los 2 años, la vida de King está marcada por esa sombra oscura, que le ha hecho sentirse dominado por los miedos.

Todos llevamos cargas, que tememos que nos aplastarán en el camino de la vida. La compañía de amigos, como “el club de perdedores”, te puede servir de ayuda, incluso de consuelo, pero no te puede librar de tus problemas. Los miedos los llevas dentro, por ese mal que King ha descubierto que hay dentro de cada uno de nosotros.

Los únicos Hombros que pueden librarnos de esa carga, son los de Aquel que la llevó hasta ser aplastado por ella en la cruz. Alguien que te quiere, te escuchará y te entenderá, pero no puede tomar tu problema y llevarlo él en tu lugar. Sólo hay Uno que lo ha cargado sobre su espalda, hasta la muerte misma, para que no tengamos que ser aplastados por él. ¡En su cuidado estamos seguros!

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