José de Segovia El año que ‘el rey del porno’ se hizo evangélico

La historia de Ruth Stapleton y de Larry Flynt te muestra lo que era el cristianismo evangélico antes de convertirse en la moralina conservadora con la que ahora se asocia.

La conversión de Flynt fue anunciada por la revista 'Time' como una de las más extraordinarias desde que Pablo dejara de dar coces contra el aguijón.

Ha muerto Larry Flynt (1942-2021), el fundador del mayor “imperio del porno”, la revista Hustler y la productora VCA. Conocido por sus batallas legales, su candidatura política y el ataque criminal de un asesino en serie, que le dejó en una silla de ruedas, su vida fue llevada al cine por el checo Milos Forman en El escándalo de Larry Flynt (1996). La película incluye el episodio de su conversión en el año 1976 al cristianismo evangélico por el testimonio de la hermana del presidente Jimmy Carter, la evangelista pentecostal Ruth Stapleton (1929-1983).

Si Hugh Hefner (1926-2017) quería dar a Playboy el estilo de la clase media liberal, permisiva respecto al sexo pero interesada en leer también las grandes firmas de los intelectuales que escribían para ella, Larry Flynt siempre quiso llevar el “porno duro” de Hustler al obrero cuyo único tabú fuera “el buen gusto”. No aspiraba a la elegancia de Penthouse, sino que según el otro pornógrafo más influyente de la época, el judío Al Goldstein (1936-2013) –editor de la revista Screw, que era como la guía del ocio sexual en el Nueva York de los 70–, “Hustler fue siempre vulgar, antielitista y antiacadémica”. Sus fotos no tenían nada de sugerente. Todo era explícito hasta lo ginecológico.

La conocida feminista Gloria Steinem describió a Flynt como “un pornógrafo sádico y violento”. La pregunta que me hago es cómo llega esta buena señora, tan espiritual, madre de cuatro hijos y hermana del presidente conocido por su sincera fe bautista, a tratar con semejante pornógrafo. La historia de esta evangelista pentecostal te muestra lo que era el cristianismo evangélico antes de convertirse en la moralina conservadora con la que ahora se asocia.

La película de Milos Forman incluye el episodio de la conversión de Flynt, por el testimonio de la hermana del presidente Carter, la evangelista pentecostal Ruth Stapleton.

Del porno a Cristo

Es cierto que estas cosas sólo pueden pasar en Estados Unidos, por supuesto, donde prácticamente no existe el ateísmo o el agnosticismo. Y el mundo evangélico siempre se ha relacionado con el sector menos respetado de la población. Muchos presos se convierten en la cárcel, sobre todo criminales, donde la mayoría de los ejecutados dicen haber “nacido de nuevo”. Y muchas “estrellas del porno encuentran a Dios y lo dejan”, dice Nina Hartley (1959) en el primer documental de una serie de tres con entrevistas sobre qué hacen Cuando se acaba el porno (2012), aquellos que se dedicaban a ello.

Cuando le preguntan a alguien que lleva tantos años metida en este mundo, como Hartley –que comenzó con la llegada del vídeo en los 80–, por qué hay tantas conversiones evangélicas en su medio, ella cree que es que “porque la religión en Occidente, especialmente el cristianismo, te dice: ‘¡Te amo! ¡te perdono! ¡puedes venir a casa ahora!, que no te echaré, ¡bienvenida! Eso es increíblemente poderoso… ¡Yo me apunto a eso!’”. Aunque ella no comparte su fe, te sorprende la comprensión que tiene del Evangelio como un mensaje de Gracia.

La conversión de Flynt fue anunciada por la revista Time como “una de las más extraordinarias desde que Pablo dejará de dar coces contra el aguijón”. Aseguró al semanario a finales de 1977: “No es una estrategia publicitaria. He pedido perdón a Dios por todo lo que he hecho de mal a otros”. Y habló en la Conferencia Nacional de Mujeres pentecostales en Houston diciendo: “Debo pedir disculpas a todas las mujeres de América”. La pregunta que todos tenían es que haría ahora con su “imperio” multimillonario de cuatrocientos empleados, publicaciones, películas y productos sexuales. Según decía él entonces, se iba a convertir en “una fundación religiosa no lucrativa” y Hustler en “una revista cristiana”.

Una vida escandalosa

Cualquiera que haya visto la película de Forman, sabe que de Flynt se puede decir cualquier cosa, excepto que no era sincero. Su honestidad brutal le hace ser un provocador nato toda su vida, no con la fina ironía de un cínico, sino de la forma más grosera posible. Criado en el medio rural de Kentucky, su padre era un agricultor que fue a la Segunda Guerra Mundial, pero se convirtió en un alcohólico. Se cría, por eso, con su madre y su abuela, con las privaciones que había dejado en el campo la pobreza de la Gran Depresión. Su hermana muere de leucemia y sus padres se divorcian.

Larry entró en el Ejército de adolescente, falsificando su edad. Se aficiona al póker, pero se licencia con honra. Trabaja unos meses en una fábrica, hasta que le despiden. Entonces se hace contrabandista de licores hasta que, acosado por las autoridades, entra en la Marina en 1960, donde se hace operador de radar. Estaba en el portaaviones Enterprise cuando recogieron al astronauta John Glenn. Se licencia de nuevo sin problemas en 1964. Su madre llevaba entonces un bar en Ohio, que convierte en el primer Club Hustler con bailarinas medio desnudas. Tiene tanto éxito que pronto abre otros cinco más.

La revista nace con ese nombre en 1972 como un boletín para su cadena de clubs con dos páginas en blanco y negro, que va ganando en extensión. Al llegar la crisis del petróleo en 1973, empieza a perder dinero y decide convertir la publicación en un producto pornográfico tan explícito que muestra los genitales femeninos abiertamente –algo que Playboy no hacía–. Su infamia se hace mayor cuando saca unas fotos en 1975 de Jacqueline Kennedy Onassis tomando el sol desnuda. Con el millón de copias que vendió de ese número se compró una mansión.

El atacante era un asesino en serie, supremacista blanco, que fue ejecutado, después de dejar a Flynt en una silla de ruedas, el resto de su vida.

Una mujer excepcional

La hermana del presidente Jimmy Carter venía de una familia bautista que se dedicaba a cultivar algodón. Su madre era enfermera en la clínica local del pueblo de seiscientos habitantes de Plains (Georgia), donde el padre tenía una tienda que vendía de todo. Los Carter eran, sin embargo, descendientes del fundador de la universidad Cornell. Lo que les hace, por cierto, parientes lejanos del presidente Nixon y de Bill Gates. Vivían rodeados de trabajadores afroamericanos de las plantaciones.

Ruth estudió literatura y filología inglesa en la universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill. Se casó en 1948 con un veterinario de apellido Stapleton. Tenían cuatro hijos cuando tuvo un accidente de coche, mientras sufría una depresión crónica. Se recuperó en un grupo de terapia, cuando asistió a un encuentro evangélico en un hotel de Carolina del Norte. Allí “experimentó a Dios como un Dios de amor”. Tres meses después va a un segundo retiro, donde entra en contacto con el pentecostalismo. Recibe “el bautismo del Espíritu” en una reunión y “habla en lenguas”, manifestando un “don de sanidades”.

Ella tenía mucho interés en lo que se llamó “la curación de memorias”. Escribió dos libros sobre ello, antes de morir de cáncer, a los 54 años, un mes después de fallecer su madre. Los Carter padecían cáncer de páncreas. Los tres hermanos del presidente murieron de ello, tempranamente. El año 1977 es cuando más relación tiene con Flynt. Lo conoce por un productor de informativos de la CBS llamado Wershba. El pornógrafo estaba en medio de uno de sus procesos por “obscenidad” en Cincinatti cuando, consciente de abusos infantiles, se pregunta por la verdad de la religión. Larry pasa un fin de semana con los Stapleton en su casa de Fayetterville. Flynt les invita, entonces, a su mansión de veintitrés habitaciones en Columbus, donde hablan de la fe y el sexo.

Convertido y atacado

El 17 de noviembre de 1977 Larry llama a Ruth desde San Antonio. Ella dice que “Flynt hablaba acelerado, pero “en la confusa conversación supe que algo había ocurrido”, contaba. Al redactor jefe de la oficina de Chicago de la revista Time, Benjamin Cate, le dijo que había “encontrado a Dios a cuarenta mil pies en un viaje en avioneta entre Denver y Houston”. Dijo que “fue algo poderoso y asombroso”. Se veía: “Hundido en el pozo más hondo, pero avergonzado, clamé a Dios”. Cuando se lo contó a su esposa Althea, ella reaccionó diciendo: “El Señor ha entrado en tu vida, pero veinte millones de dólares han salido”.

Los dolores que le producían los nervios afectados por el ataque le hicieron adicto a los calmantes, pero en su silla de ruedas siguió envuelto en multitud de procesos.

Goldstein llamó a Flynt desde Nueva York, para ver si había perdido la cabeza. Larry le contestó calmadamente: “¡El Gran Chico de arriba está de nuestro lado!”. Había leído en algún sitio que el 92 % de la gente cree en Dios. Creía que “no había tantos que creyeran en la pornografía”. Sus publicaciones fomentarían ahora “una actitud sana frente al sexo con un mensaje espiritual”. Ya “no trataremos a las mujeres como pedazos de carne”, anunció.

Parece que los evangélicos hemos perdido la Buena Noticia de que por la limpieza y justicia de Cristo, podemos ser lavados y justificados.

El 6 de marzo de 1978 estaba con su abogado en un juicio por obscenidad en el Condado de Gwinnett, en Georgia, cuando a la puerta de los juzgados de Lawrenceville, un hombre disparó al otro lado de la calle. El atacante era un asesino en serie, supremacista blanco, airado porque Flynt había publicado unas imágenes de sexo interracial en la revista. Las balas dañaron la espina dorsal y se quedó paralizado de cintura para abajo, sufriendo grandes dolores. Desde entonces estaba en una silla de ruedas. Tomaba tantos calmantes que tuvo una apoplejía que le afectó al habla. El atacante fue condenado por ocho asesinatos y ejecutado en 2013. Un mes antes de recibir la inyección letal, Flynt dijo que se oponía a la pena de muerte.

Siempre contradictorio

Desde su profesión de fe, Flynt no tuvo más que problemas. Los dolores que le producían los nervios afectados por el ataque criminal le hicieron adicto a los calmantes. Se quedó casado con la esposa que tenía entonces, Althea –la cuarta ya–, pero muere ahogada por accidente en 1987, a los 33 años. Se volvió a casar por quinta vez. Su hija mayor, Tonya, se hizo cristiana y militante contra la pornografía, pero le acusó de abusos sexuales en la infancia. Él lo negó, pasó una prueba de polígrafo y decía tener una grabación en que ella confesaba que la demanda era por razones económicas, pero el asunto nunca se llevó a juicio.

Se presentó a las elecciones como candidato republicano en 1984, después de haber sido procesado por profanar la bandera. Era la época de la Mayoría Moral de Reagan, pero Flynt sugiere en una ocasión que el pastor bautista conservador Jerry Falwell perdió la virginidad en una relación incestuosa con su madre. El predicador le demanda y en 1988 el Tribunal Supremo le da razón a Flynt, estableciendo un importante precedente para la libertad de expresión. Lo sorprendente es que diez años después aparecieron como amigos, dándose un abrazo por televisión, en señal de perdón.

Flynt nunca abandonó la pronografía.

No era fácil tratar con Flynt. Él mismo se confesó bipolar. Tuvo constantes problemas, pero él también los buscaba. En 2014 perdió a su hija Lisa en un accidente de coche con 47 años. Su muerte fue por un ataque al corazón. Tenía 78 años. Nunca abandonó la pornografía. Era muy contradictorio. Tras ser candidato republicano, se hizo demócrata con Clinton. Aprobaba el matrimonio homosexual y se opuso a Trump. Publicó sus memorias y puede que pase a la Historia con el rostro del actor Woody Harrelson. En la película de Forman, Courtney Love es Althea, su esposa bisexual, a la que él deja tener relación con mujeres, pero que acaba adicta a la heroína y la cocaína, cuando él dependía de los calmantes. Su historia de amor es conmovedora.

Una relación sorprendente

No sé que quedó de la fe de Larry, pero me sorprende la relación que tuvo con Ruth. No sé qué mujer mayor, evangelista como ella, estaría hoy dispuesta a acercarse a un pornógrafo como él, denostado por todos. Sea por el puritanismo conservador o el progresismo feminista, Flynt era el objeto de desprecio de todos. No puedo ver en ella más que los rasgos de Aquel que fue considerado “amigo de pecadores” (Lucas 7:34).

La religión es demasiado respetable para acercarse a personas como él. Sin embargo, como dice la veterana estrella del porno Nina Hartley, esto es lo singular del cristianismo, esa aceptación de la Gracia a pecadores como él. Es por eso, que cuando Pablo describe la vida de los miembros de la iglesia de Corinto, antes de su conversión, nos dice que algunos eran “fornicarios, idólatras, adúlteros, afeminados, que se echan con varones, ladrones, avaros, borrachos, maldicientes, estafadores” (1. Co. 6.9-11). No fue a la Mayoría Moral de Corinto a la que apeló la predicación apostólica de “el escándalo de la cruz” (1:18, 31).

Me preguntó dónde están las Ruth Carter Stapleton de nuestro tiempo, entre tanta moralina, conservadora o progresista. El problema no es sólo que los evangélicos se hayan politizado tanto, es que parece que han perdido la Buena Noticia de que por la limpieza y justicia de Otro, Cristo Jesús, podemos ser lavados y justificados. En Él puede ser santificado –o sea, hecho diferente– hasta Larry Flynt, por la obra sobrenatural su Espíritu… ¿Creemos todavía esto?

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