Dos víctimas acusan de pederastia a varios monjes: la Abadía no contesta ¿Abusos en el Valle de los Caídos?

Misa de los benedictinos en la Abadía
Misa de los benedictinos en la Abadía RD

La orden -que según la nueva ley de Memoria Democrática habrá de abandonar el Valle en los próximos meses- se niega a hablar y solo dice que se encomienda "a la Providencia". Uno de los acusados, de 86 años, salió de Cuelgamuros y se hizo sacerdote diocesano de Madrid. En conversación con el periodista, niega los hechos

Antonio Arévalo, de 72 años, es uno de los denunciantes, y señala a cinco monjes, uno que abusó de él y otros cuatro a los que vio, o supo de sus acciones a través de sus compañeros. “Tengo 72 años, y la verdad es que he vivido toda mi vida con esto. Tras ver cómo iban saliendo casos de abusos a la luz, llegó un momento en que dije: yo tengo que participar en esto. Quiero contar los abusos que se cometían allí. Yo tuve las primeras experiencias sexuales a los diez años con los monjes”

Es uno de los rincones más oscuros de la reciente historia de la Iglesia española, especialmente por su vinculación con la dictadura de Franco. Sin embargo, jamás había contado caso alguno de abusos a menores, pese a contar en su interior con una famosa Escolanía. Hasta ahora. Una investigación de El País, cuyos casos fueron entregados en su día al Papa Francisco, a los benedictinos y a la diócesis de Madrid, revela cómo, al menos, dos víctimas denuncian a media decena de monjes del Valle de los Caídos, hoy resignificado como Valle de Cuelgamuros.

En el texto, firmado por Íñigo Domínguez, dos antiguos alumnos del internado de la abadía, en los años sesenta y setenta, acusan a seis monjes. La orden -que según la nueva ley de Memoria Democrática habrá de abandonar el Valle en los próximos meses- se niega a hablar y solo dice que se encomienda "a la Providencia". Uno de los acusados, de 86 años, salió de Cuelgamuros y se hizo sacerdote diocesano de Madrid. En conversación con el periodista, niega los hechos.

Antonio Arévalo, de 72 años, es uno de los denunciantes, y señala a cinco monjes, uno que abusó de él y otros cuatro a los que vio, o supo de sus acciones a través de sus compañeros. “Tengo 72 años, y la verdad es que he vivido toda mi vida con esto. Tras ver cómo iban saliendo casos de abusos a la luz, llegó un momento en que dije: yo tengo que participar en esto. Quiero contar los abusos que se cometían allí. Yo tuve las primeras experiencias sexuales a los diez años con los monjes”, explica.

"Nos daba una copita y abusaba de nosotros"

Arévalo acusa como su agresor a Albino Ortega, fallecido en 1980, famoso porque fabricaba un licor benedictino. “Enel área oeste tenía una destilería. Llevaba a los niños allí. Me acuerdo del sabor dulzón del licor. Nos daba una copita y luego abusaba de nosotros. En mi caso eran tocamientos y masturbaciones, pero es que yo no debía de gustarle mucho, le iban los gorditos y con dos compañeros míos fue a más”. Este monje también era su confesor: “Te sentaba encima, y era un sobón. Yo dejé de confesarme y tenía un problema, porque era creyente e iba a comulgar sin confesar, y eso me torturaba porque creía que estaba en pecado mortal”. Ortega dejó la abadía en 1966 y se trasladó al monasterio de Samos, en Galicia, hasta su muerte.

Otro monje al que acusa es L. S. B.: “Te ponía la mano en el hombro, y empezaba a sobarte. Te tocaba los genitales por encima de la ropa, y también te cogía la mano y se la llevaba a los suyos. Era un pederasta, era evidente”. También ha fallecido. Arévalo señala a otros tres religiosos, según las confidencias de otros compañeros, aunque admite que él no sufrió agresiones de ninguno de ellos. Sus iniciales son J. A. G., el hermano F. y uno del que no recuerda el nombre, solo el apodo, La Oveja.

"No tengo ni idea de lo que me habla"

Por su parte, el otro denunciante, que prefiere permanecer en el anonimato, es José G., acusa a otro monje, T. B., que dejó la abadía en 1975 para pasar al clero diocesano y luego ha sido sacerdote en la Comunidad de Madrid durante casi 50 años. Este clérigo, en conversación con El País, responde con pausa: “No tengo ni idea de lo que me habla”.
Las denuncias han llegado hasta el Defensor del Pueblo. Entretanto, en la Abadía nadie responde: “Todo lo referente al Valle lo lleva Dios, y como hay una realidad trascendente, nosotros no nos preocupamos, y como Él lleva las riendas de la Historia, dejamos a Él que lo resuelva. Comprendemos que los periodistas tienen su trabajo, pero hemos tomado la decisión de dejarlo todo a la Providencia divina”, respondió uno de los monjes en conversación telefónica. Sobre las acusaciones de abusos, únicamente ha explicado: “Llevo aquí 60 años y no tengo noticias de nada”.
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