El expresidente de la Generalitat defiende el diálogo y el respeto mutuo como valores esenciales para la convivencia Artur Mas: “Cataluña es un ejemplo de capacidad de tender puentes entre religiones y culturas”

"Pensando en los hijos, en los nietos, y en todos los que vendrán después, tengo la sensación que nosotros hemos sido una generación bastante privilegiada porque hemos tenido paz durante décadas. En otros lugares del mundo no ha sido así"
"Hay una deriva autocrática, autoritaria, a la cual cada vez se apunta más gente. Esto me lleva a pensar que los sistemas democráticos tradicionales nos fallan, si no no habría tantos partidarios de estas otras opciones, sobre todo entre gente joven"
"Cada vez estamos más desdibujados en el mundo. Nuestro sistema productivo de creación de riqueza, de progreso, está agrietado y hay otros países del mundo que nos pasan claramente por el delante, y no solo los Estados Unidos"
"Cataluña es un ejemplo de capacidad de tender puentes entre religiones y culturas. Soy testigo directo, por mi trayectoria política e institucional, de esta voluntad de diálogo y de respeto mutuo, de comprensión y de querer construir cosas conjuntamente. Esto es un activo, y más en el mundo actual"
" En la obra arquitectónica de Gaudí participan centenares de artesanos de aquella época, gente que tenía un oficio y que sabía que las cosas se tenían que hacer muy bien. Hay un tercer mensaje en la obra gaudiniana: la creación entendida como un proceso que une el talento con los valores espirituales"
"Cada vez estamos más desdibujados en el mundo. Nuestro sistema productivo de creación de riqueza, de progreso, está agrietado y hay otros países del mundo que nos pasan claramente por el delante, y no solo los Estados Unidos"
"Cataluña es un ejemplo de capacidad de tender puentes entre religiones y culturas. Soy testigo directo, por mi trayectoria política e institucional, de esta voluntad de diálogo y de respeto mutuo, de comprensión y de querer construir cosas conjuntamente. Esto es un activo, y más en el mundo actual"
" En la obra arquitectónica de Gaudí participan centenares de artesanos de aquella época, gente que tenía un oficio y que sabía que las cosas se tenían que hacer muy bien. Hay un tercer mensaje en la obra gaudiniana: la creación entendida como un proceso que une el talento con los valores espirituales"
" En la obra arquitectónica de Gaudí participan centenares de artesanos de aquella época, gente que tenía un oficio y que sabía que las cosas se tenían que hacer muy bien. Hay un tercer mensaje en la obra gaudiniana: la creación entendida como un proceso que une el talento con los valores espirituales"
| Jordi Pacheco y Xavier Pete
(Agencia Flama).- Después de varias décadas de intensa trayectoria personal, profesional y política, el economista y 129.º presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas (Barcelona, 1956), vive alejado de las dinámicas de partidos y centrado en su papel institucional como expresidente, que implica contribuir a la buena salud de la política y el debate público exponiendo sus puntos de vista sobre temas de pasado, presente y futuro que afectan al país.
A pesar de estar retirado de la primera línea política, Mas mantiene una agenda “intensa, movida y llena en muchos sentidos”, pero diferente a la que había tenido anteriormente. “Es una vida algo más tranquila, más serena, que permite reflexionar más, que da más libertad, más tiempo”, apunta a Flama el expresidente, en una conversación que tiene lugar en pleno milenario de Montserrat y a las puertas del centenario de la muerte de Antoni Gaudí, dos efemérides de gran trascendencia para el país.
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¿Cómo ve el mundo Artur Mas desde la perspectiva actual y cuáles son las principales inquietudes o preocupaciones que le vienen al pensamiento cuando lee la prensa o mira el telediario?
De entrada, procuro tener una mirada crítica y no tragarme todo aquello que leo. Y menos si viene de redes sociales o canales por el estilo. Intento poner cierto filtro porque sé, quizás por experiencia, que lo que se dice no siempre se corresponde exactamente con la realidad.
Dicho esto, tengo una serie de preocupaciones fundamentales. La primera, el deterioro y la amenaza que observo sobre los sistemas democráticos tal como los hemos conocido hasta ahora. Hay una deriva autocrática, autoritaria, a la cual cada vez se apunta más gente. Esto me lleva a pensar que los sistemas democráticos tradicionales nos fallan, si no no habría tantos partidarios de estas otras opciones, sobre todo entre gente joven. Para mí, que he defendido y defiendo el sistema democrático con todo lo que implica, esta es una cosa que me preocupa.

El segundo elemento de preocupación es europeo. Creo que cada vez estamos más desdibujados en el mundo. Nuestro sistema productivo de creación de riqueza, de progreso, está agrietado y hay otros países del mundo que nos pasan claramente por el delante, y no solo los Estados Unidos. Todo esto constituye una amenaza para el estado del bienestar de Europa. No podremos mantener nuestras políticas sanitarias, educativas, de servicios sociales, de pensiones, de ocio si no tenemos un modelo productivo que alimente toda esta gran máquina de redistribuir la riqueza.
Desde una óptica más catalana, me preocupa esta sensación que nuestras grandes apuestas para avanzar, como podían ser el Estatuto de Autonomía y el Proceso de autodeterminación, por razones diferentes no acaban de salir. Esto hace que no podamos aspirar a aprovechar bastante las potencialidades en todos los sentidos que tenemos como país.
No hay que decir que también me preocupan las guerras que vemos por todas partes. Desgraciadamente, no son una cosa nueva, puesto que de guerras ha habido siempre. La novedad es que hasta ahora muchos de nosotros no habíamos visto una guerra en Europa. Pensando en los hijos, en los nietos, y en todos los que vendrán después, tengo la sensación que nosotros hemos sido una generación bastante privilegiada porque hemos tenido paz durante décadas. En otros lugares del mundo no ha sido así. La posibilidad de sufrir una guerra o actos terroristas interpela nuestros sentimientos más humanos.
Recientemente hemos visto al presidente Salvador Illa en un diálogo abierto con el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello. ¿Cree que estos espacios de intercambio de ideas entre gobiernos e instituciones religiosas como por ejemplo la Iglesia católica tendrían que ser más frecuentes? ¿Es positivo?
Es absolutamente positivo, en una democracia, todo el mundo tiene que poder hablar con todo el mundo. Es interesante que se hable y desde posiciones diferentes, para que cada cual defienda sus ideas, su modelo, su manera de ver las cosas. Ahora, esto se tiene que hacer con respeto y con un sentido positivo para intentar aprender del otro y estar dispuesto a renunciar a una parte de lo que piensas si finalmente quieres un acuerdo con el otro, que también tiene que renunciar a una parte de su postura si desea llegar a acuerdos.

¿Echa de menos la figura del político cristiano, o de los valores cristianos, en la esfera política, en Cataluña y el resto de Europa?
Más allá de la identificación con una determinada religión, lo que echo de menos es una aproximación humanista a los grandes debates de nuestro tiempo, como por ejemplo la inmigración, presente actualmente en numerosos países de Europa y más allá. Es un tema que genera inquietudes, tensiones sociales y estropicios políticos y que, a pesar de que tiene que ver con las personas, a veces se habla como si se tratara de mercancías o productos. En contextos así, hace falta una mirada humanista, que para algunos puede ser demócrata cristiana, y para otros puede ser de otra religión o posicionamiento ético al margen del hecho religioso.
¿Cómo observa la multiconfesionalidad existente en Cataluña, donde conviven 14 religiones principales y otras minoritarias, y qué puede aportar, en este panorama, el laicismo activo por parte del pueblo y las instituciones?
En este sentido, Cataluña es un ejemplo de capacidad de tender puentes entre religiones y culturas. Soy testigo directo, por mi trayectoria política e institucional, de esta voluntad de diálogo y de respeto mutuo, de comprensión y de querer construir cosas conjuntamente. Esto es un activo, y más en el mundo actual. Ahora que vemos el conflicto entre israelíes y palestinos, el mismo fenómeno de Jerusalén, con el choque de religiones que significa y el hecho de que aquella ciudad sea uno de los factores que impide históricamente los acuerdos de base entre unos y otros, cuando ves todo esto, la voluntad de entendimiento que existe en Cataluña cobra todavía más valor.

Usted ha formado parte del núcleo fundacional del Movimiento Gaudí, de reciente creación, que apuesta por difundir el legado y los valores del arquitecto de Reus. ¿Qué dice, hoy, su figura, en Cataluña y en el mundo?
Lo primero que nos dice Gaudí es que para dejar huella de verdad hay que hacer cosas excepcionales y rompedoras, ser imaginativo, innovador, y correr el riesgo de no ser entendido o aplaudido por tus coetáneos. También nos habla de genialidad, de excelencia, de la bondad del buen oficio. En la obra arquitectónica de Gaudí participan centenares de artesanos de aquella época, gente que tenía un oficio y que sabía que las cosas se tenían que hacer muy bien. Hay un tercer mensaje en la obra gaudiniana: la creación entendida como un proceso que une el talento con los valores espirituales. Gaudí no esconde su cristianismo, sino que lo expresa en todas sus dimensiones y esto lo lleva a crear una obra de espíritu elevado. Este es un mensaje sublime en cuanto a la fusión de valores y materialismo.
¿Cree que León XIV vendrá a Barcelona a presidir la misa de la inauguración de la torre de Jesús de la Sagrada Familia, en junio de 2026? ¿Le gustaría?
Me gustaría mucho, pero no tengo ni idea de si vendrá. No se puede confundir el deseo con la realidad ni con cosas que no dependen de nosotros. Lo que podemos hacer es invitarlo a venir, hacer que se sienta a gusto aquí, que entienda la trascendencia de esta efeméride y que comprenda que es una cosa singular en el mundo y, particularmente, en el mundo cristiano. Si esto lo tiene presente, es probable que venga. Entiendo que la agenda del Santo Padre es tremendamente complicada, pero Barcelona está relativamente cerca de Roma. Hemos tenido otras visitas de papas en Cataluña, como la de Benedicto XVI en 2010, cuando vino a dedicar la Sagrada Familia. Con este precedente, podríamos animar al papa León a no ser menos que el papa Benedicto [ríe].

El Movimiento Gaudí se presentó oficialmente enMontserrat, coincidiendo con el milenario del monasterio. ¿Cómo vive usted esta otra importante conmemoración?
Es de aquellas cosas que hacen mucho de gozo e ilusión. Este país ha sido capaz de hacer muchas cosas grandes y una de ellas ha sido Montserrat. Es un motivo de orgullo que una cosa nacida hace diez siglos todavía muestre este esplendor y arraigo en el país. Dejando de banda el atractivo turístico que pueda tener, Montserrat injerta la esencia más profunda de Cataluña desde el punto de vista cultural, espiritual, identitario y nacional. Que una realidad así irradie durante mil años y lo continúe haciendo, es sencillamente extraordinario.
Este año se celebra el 30 cumpleaños de Arrels Cristianes de Catalunya, que tuvo entre los artífices al obispo Joan Carrera. ¿Qué ha significado para usted la figura de este prelado?
Para mí fue un referente personal, cristiano e, incluso, político. Más allá de su posición religiosa, el obispo Carrera mostró siempre una auténtica preocupación por el país; era un catalanista, sin identificarse necesariamente con opciones políticas concretas, y quería la tierra. Sus años como obispo auxiliar de Barcelona coincidieron con un periodo intenso para mí en la política, y en todo aquel tiempo tuve una relación muy estrecha con él, agradecí su consejo, sus reflexiones y proximidad.
Le hemos leído decir la frase que “si en la vida, no has leído ‘El capital’ de Karl Marx, ‘La riqueza de las naciones’ de Adam Smith, y la Biblia, te pierdes 3 grandes obras de la literatura universal”. ¿Lo continúa pensando?
Sí, son 3 libros imprescindibles para cualquier persona que quiera entender la historia de la humanidad. No son fáciles de leer, porque no son cortos y necesitan mucha dedicación y paciencia. ‘El capital’ y ‘La riqueza de las naciones’ los doy por leídos. En cuanto a la Biblia, siempre lo he leído por fragmentos y ahora tengo ganas de leerla entera y desde una aproximación histórica y cultural. Espero tener el tiempo para hacerlo.
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