"¡Qué hermosa sería la humanidad si todos fuéramos como él!" Enrique de Castro, un surco de humanidad

Enrique de Castro
Enrique de Castro

Desde que nos conocimos, hace muchísimos años, Enrique de Castro fue para mí un gran amigo. Coincidimos en muchas luchas sociales y reivindicaciones religiosas. Y era un amigo fiable, de esos que sabes que no te falla nunca

Siempre se habla de Jesús y las malas compañías, pues, salvando las distancias, Enrique estaba siempre en 'malas compañías', que eran curiosamente muy buenas compañías con las que él vivía.

Desde que nos conocimos, hace muchísimos años, Enrique de Castro fue para mí un gran amigo. Coincidimos en muchas luchas sociales y reivindicaciones religiosas. Y era un amigo fiable, de esos que sabes que no te falla nunca. Un amigo fiable y siempre alternativo en todo, en lo social y en la dimensión religiosa, que son las dos claves que definen su vida.

Como amigo, diría que era profundamente humano, tan humano que, pensando en él, y parafraseando a Shakespeare, uno podría ¡qué hermosa sería la humanidad si todos fuéramos así!, porque Enrique era un hombre de calle, acogedor, sobre todo de los jóvenes, de las madres de la droga, de los problemas del barrio, con la casa abierta para todos, de una Iglesia casa de todos.

Enrique de Castro
Enrique de Castro

Desde un punto de vista social, sería interminable hablar de sus muchas luchas, sus huelgas, sus reivindicaciones constantes siempre del lado de la sociedad más olvidada, es decir, siempre del lado de los pobres, de tal manera que él vivía en su casa un grupo de chavales con los que hacía familia. Él era una persona doméstica, acogedora, con su talante y sus forma de ser, como todos, pero socialmente era un referente

Religiosamente, siempre veía en él la escena del Evangelio de Juan, cuando Felipe invita a Natanael para que conozca a Jesús, y cuando este lo ve dice, ¡he ahí un judío en el que no hay doblez'. Y Enrique de Castro era un Natanael cristiano, un seguidor fiel y perfecto de Jesús de Nazaret, una persona deliciosa que, como Jesús, acogía a todo el mundo, a los excluidos de la sociedad, de la religión, de la política...

El cura Enrique de Castro
El cura Enrique de Castro

Siempre se habla de Jesús y las malas compañías, pues, salvando las distancias, Enrique estaba siempre en 'malas compañías', que eran curiosamente muy buenas compañías con las que él vivía.

Enrique era una de esas personas que iba por la vida con los ojos muy abiertos a la acogida y a la humanidad, una persona admirable cuya pérdida es grande y y que ciertamente la siento mucho, pero siempre nos quedará el referente de una persona que ha sido admirable. Enrique ha creado un surco de humanidad allí por donde ha pasado.

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