40º aniversario del primer viaje de Juan Pablo II a España Los diez días en los que Karol Wojtyla decidió darle la vuelta a la Iglesia española

El Papa, al pisar suelo español por primera vez
El Papa, al pisar suelo español por primera vez

“Con verdadera emoción acabo de pisar suelo español. Bendito sea Dios, que me ha permitido venir hasta aquí, en este mi viaje apostólico”. Con estas palabras, pronunciadas hace hoy 40 años en el aeropuerto de Barajas, comenzaba el histórico viaje de Juan Pablo II a España, el primero de un Papa a “la católica España”

"Llegaba Karol Wojtyla para un viaje maratoniano que le llevaría durante diez días por dieciséis localidades de catorce provincias, ciudades y pueblos cuyas calles abarrotaron millones de españoles al paso de aquel novedoso papamóvil"

"Diez días en los que el antiguo actor de teatro desplegó sus mejores artes escénicas para meterse a la mayoría de la población en el bolsillo, lo que sin duda debió de sorprenderle un tanto, pues de una parte de la Iglesia española salían entonces hacia Roma informes y consignas de la descristianización del país"

"Hace 40 años, Juan Pablo II, de la mano del cardenal Martínez Somalo, del nuncio Tagliaferri, de obispos como Suquía y Rouco y de florecientes realidades eclesiales como el Opus Dei, comenzaban a poner la puntilla en su propia casa a la Iglesia de la Transición"

“Con verdadera emoción acabo de pisar suelo español. Bendito sea Dios, que me ha permitido venir hasta aquí, en este mi viaje apostólico”. Con estas palabras, pronunciadas hace hoy 40 años en el aeropuerto de Barajas, comenzaba el histórico viaje de Juan Pablo II a España, el primero de un Papa a “la católica España”, como la definió aquel “atleta de Dios” que, sin embargo, llegaba todavía convaleciente del atentado sufrido el 13 de mayo de aquel 1981 en la plaza de San Pedro.

Llegaba Karol Wojtyla para un viaje maratoniano que le llevaría durante diez días por dieciséis localidades de catorce provincias, ciudades y pueblos cuyas calles abarrotaron millones de españoles al paso de aquel novedoso papamóvil, llenando estadios, santuarios y misas al aire libre para escucharle en alguno de los 47 discursos y homilías oficiales que pronunció en aquellas jornadas, además de numerosos saludos.

Tres días después de la victoria de Felipe González

Y llegaba apenas tres días después de otra jornada histórica, el 28 de octubre, cuando la sociedad española acaba de decidir en las urnas que los socialistas volvieran a gobernar -y por abrumadora mayoría de 202 diputados- por primera vez en España después de la Guerra Civil. Y lo hacía -esa era la excusa oficial- la víspera de la conmemoración oficial, el 1 de noviembre, de los 400 años de la muerte de Santa Teresa de Jesús.

Felipe González escucha al Papa en la recepción en el Palacio Real
Felipe González escucha al Papa en la recepción en el Palacio Real

De hecho, aquella convocatoria electoral fue uno de los primeros escollos que tuvieron que sortear los obispos españoles, presididos por Gabino Díaz Merchán, con el claro influjo de cardenal Tarancón, y que, a pesar de la tentación (y tentativa) del presidente Calvo Sotelo para que el viaje pontificio coincidiese con la campaña electoral, pues veía que le podría beneficiar, finalmente, y tras una reunión de doce horas, una delegación de la Conferencia Episcopal viajó a Roma para solicitar un retraso en las fechas de la estancia papal en España, retraso que en Roma vieron también con alivio. Finalmente, Juan Pablo II recorrería el país del 31 de octubre al 9 de noviembre.

Diez días en los que el antiguo actor de teatro desplegó sus mejores artes escénicas para meterse a la mayoría de la población en el bolsillo, lo que sin duda debió de sorprenderle un tanto, pues de una parte de la Iglesia española salían entonces hacia Roma informes y consignas de la descristianización del país y de los peligros que lo atenazaban ante el auge en las encuestas de un PSOE que anunciaba entre sus planes inmediatos el divorcio e incluso el aborto… Cuestiones a las que dio respuesta el Papa en la multitudinaria Misa para las familias en la madrileña plaza de Lima, el 2 de noviembre.

Encuentro con los jóvenes en el Santiago Bernabeu
Encuentro con los jóvenes en el Santiago Bernabeu

De hecho, Wojtyla había abroncado durante una visita a Roma al cardenal Bueno Monreal, al que reprochó que el episcopado español hubiese “consentido una Constitución atea”. El cardenal de Sevilla, muy atorado, logró replicarle con respeto: “No, Santidad, no es una Constitución atea; hasta figura en ella una mención expresa a la Iglesia Católica”.

Hoja de ruta para España

Daba igual. Juan Pablo II venía a España con una hoja de ruta programática para España, un país que veían abocado de nuevo al socialismo, por más que ya entonces se supiese que más de la mitad del votante (e incluso de los afiliados al PSOE) socialista se confesaba católico. Es decir, de los diez millones de españoles que tres días antes había votado por el candidato Felipe González, más de cinco millones eran cristianos confesos.

De esa manera, Juan Pablo II se encontró a una sociedad que le recibió con los brazos abiertos y a unos políticos de izquierda que en ningún momento les mostraron la mínima hostilidad, antes al contrario. Y aunque los discursos del Papa (la mayoría escritos en España) mostraban aprecio por las nuevas instituciones democráticas que se había dado el país (no hubo alusión alguna a la “Constitución atea”), aquella estancia papal destilaba un fin de época, sobre todo para la Iglesia española que salía con nota de la Transición, a la que había ayudado a dar a luz, preparándola para su propia transición eclesial hacia un modelo de nueva evangelización que, en realidad, tenía mucho de recristianización.

Madrid, entusiasta acogida a Juan Pablo II
Madrid, entusiasta acogida a Juan Pablo II

España acogía durante diez, al grito entusiasta de ‘Totus tuus’, y ‘Juan Pablo II, te quiere todo el mundo’, consignas en las que tuvo mucho que ver el Opus Dei, decididamente entusiasmado con el viaje de Wojtyla, a aquel ‘Peregrino de la esperanza’, que tal era el lema oficial.

España seguía siendo "la tierra de María"

Y Wojtyla podía comprobar cómo, a pesar de los informes que recibía, aquella seguía siendo “la tierra de María” y la Iglesia seguía disfrutando de un notable aprecio y reconocimiento social. Si los organizadores lo hubieran planeado a modo de plebiscito sobre la catolicidad de España, Juan Pablo II podría regresar tranquilo al Vaticano.

Juan Pablo II, en Alba de Tormes
Juan Pablo II, en Alba de Tormes

Pero por más que sus discursos fueran conciliadores (como lo era el espíritu de algunos de sus autores), el “cambio” estaba en marcha e iba a llegar no solo a la sociedad, que abrazaría en todo los aires que llegaba de Europa, sino a la Iglesia en España, que empezaba a resignarse a los aires que venían del Vaticano.

Hace 40 años, Juan Pablo II, de la mano del cardenal Martínez Somalo, del nuncio Tagliaferri, de obispos como Suquía y Rouco y de florecientes realidades eclesiales como el Opus Dei, comenzaban la puntilla en su propia casa a la Iglesia de la Transición y la reconciliación, a la Iglesia del cardenal Tarancón y de aquellos entonces jóvenes pastores que se habían subido con entusiasmo a la ola del Vaticano II.

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