"Esta ordenación no es solo un momento personal para Christina.También es una señal de algo más grande que está sucediendo en la Iglesia" Gracia y bendición en abundancia para la obispa católica gallega Christina Moreira

"La obispa irlandesa-estadounidense Bridget Mary Meehan presidió la ordenación con presencia, con una luz personal llena de la vitalidad y la espontaneidad que le otorgan sus 77 años vividos con profundidad"
"Una ordenación que combinó el tono solemne y ceremonial de lo que se organiza con un cariño cuidadoso, y al mismo tiempo una forma de hacer compartida, entrañable, alegre y con espontaneidad"
La homilía de la obispa Bridget Mary resultó fresca, llena de contenido y vida: "Esto no es solo una ceremonia. Es un momento de resurrección. Retomamos un hilo que se ha tejido en la Iglesia desde sus inicios"
"No me cabe la menor duda de que el Santo Espíritu está hablando a través de la vocación de Christina, una vocación cuidadosamente discernida y fuertemente purificada por las críticas desde diversos estamentos de la iglesia"
La homilía de la obispa Bridget Mary resultó fresca, llena de contenido y vida: "Esto no es solo una ceremonia. Es un momento de resurrección. Retomamos un hilo que se ha tejido en la Iglesia desde sus inicios"
"No me cabe la menor duda de que el Santo Espíritu está hablando a través de la vocación de Christina, una vocación cuidadosamente discernida y fuertemente purificada por las críticas desde diversos estamentos de la iglesia"
| Tareixa Ledo Regal*
La Consagración Episcopal de una mujer
La Asociación de Mujeres Sacerdotes Católicas Romanas (ARCWP) y la Comunidade do Home Novo de A Coruña nos invitaron a un evento inusual: la consagración episcopal de Christina Moreira Vázquez.
La capilla de un pazo en la comarca de Santiago de Compostela, propiedad de uno de los miembros de la Comunidade do Home Novo, nos recibió la tarde de San Juan. Allí nos reunimos personas procedentes de Alemania, Austria, Francia, Suiza, Estados Unidos y también de diferentes lugares de la península como Portugal, Extremadura, Madrid, Catalunya, Castilla-León, Andalucía y, por supuesto, de Galiza.

«Nuestro estilo litúrgico es inclusivo y nuestra mesa eucarística está abierta a todas y todos. Venid y uníos de acuerdo con vuestros deseos y del modo que estéis más cómodas. Todas y todos sois bienvenidas a la mesa», apuntóMary Theresa, presbítera y maestra de ceremonias que guió los diferentes momentos del acto.
La obispa irlandesa-estadounidense Bridget Mary Meehan presidió la ordenación con presencia, con una luz personal llena de la vitalidad y la espontaneidad que le otorgan sus 77 años vividos con profundidad. Estuvo acompañada por Gisela Forster -obispa alemana- y Christine Mayr-Lumetzberger -obispa austriaca- para, como indicaba la invitación, «transmitir la sucesión apostólica en el ámbito de la iglesia circular e inclusiva a la que pertenece, para acompañar y ordenar a mujeres llamadas a servir a comunidades abiertas donde todas las personas sean bienvenidas».
«Nos reunimos hoy con alegría para esta ordenación y comenzamos en el nombre de Dios, fuente de todo ser, mundo eterno y Espíritu Santo», comenzó la obispa Bridget Mary al iniciar la celebración. Y así fue: una ordenación que combinó el tono solemne y ceremonial de lo que se organiza con un cariño cuidadoso, y al mismo tiempo una forma de hacer compartida, entrañable, alegre y con espontaneidad.
La celebración comenzó con la Liturgia de la Palabra en la que María Teresa Ribeiro, diaconisa portuguesa que vive en Andalucía, leyó una lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles y un poema de Pere Casaldáliga. La diaconisa Loan Rocher, franco-vietnamita, leyó como segunda lectura un extracto de la homilía que el obispo Jacques Gaillot pronunció en la catedral de Evreux (Francia) el día de su partida de la diócesis, en enero de 1995. El Evangelio leído por la presbítera Belén Repiso, de Valladolid, fue Marcos 5, 21-43 en el que Jesús sana a la mujer con hemorragias y devuelve la vida a la hija de Jairo.

La homilía de la obispa Bridget Mary resultó fresca, llena de contenido y vida: "Esto no es solo una ceremonia. Es un momento de resurrección", comenzó. "Retomamos un hilo que se ha tejido en la Iglesia desde sus inicios. Mucho antes de que las mujeres fueran excluidas del liderazgo de la Iglesia… existía Febe… las antiguas Constituciones Didácticas y Apostólicas que describen a las diaconisas bautizando, enseñando… la episcopa Teodora en la Roma del siglo IV…, Brígida de Kildare, una de las santas más queridas de Irlanda, consagrada… obispa".
Y a partir de esta reveladora introducción histórica que habla de las predecesoras, la obispa Briget Mary retoma el evangelio: "Jesús le dice con ternura: ‘Talitha kum. Niña, levántate’. Es la misma invitación que extendemos hoy a Christina, a cada mujer cuyos dones han sido silenciados y a cada comunidad a la que le han dicho no “perteneces".
Y más adelante: "Esta ordenación de hoy no es solo un momento personal para Christina… También es una señal de algo más grande que está sucediendo en la Iglesia. En la Asociación de Mujeres Sacerdotes Católicas Romanas, estamos construyendo algo nuevo o, quizás, algo antiguo hecho nuevo de nuevo. Una Iglesia que se asemeja a Jesús: inclusiva, acogedora, no jerárquica, guiada por el Espíritu. Vivimos el sueño del Papa Francisco de una Iglesia Sinodal… En palabras del Papa León XIV… construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios, signo de unidad, una Iglesia misionera que abra sus brazos al mundo…”.
La homilía fue compartida y Christina la concluyó refiriéndose a los predecesores que la inspiran: Prisciliano, Jacques Gaillot, Óscar Romero, Pere Casaldáliga y Exeria, a quien llamó la madre de la Iglesia gallega. “No podemos olvidar de dónde venimos”, añadió con esa fuerza que la caracteriza. “¡Hermanas, levantaos! ¡Y vosotros también, hermanos!", concluyó.

Y comenzó así el rito de la ordenación episcopal con la presentación de la obispa electa realizada por Victorino Pérez Prieto -su esposo y también sacerdote- y su hija Myriam, en representación de toda la Iglesia para dar testimonio de la llamada de Christina a servir como obispa.
Luego pasamos al examen de la obispa electa, una antigua costumbre de la Iglesia que decreta que sea preguntada sobre su determinación ante el pueblo.
Continuó la consagración episcopal con la postración de Christina sobre una simbólica alfombra violeta, un acto de amorosa entrega a Dios que fue acompañado por la Letanía de las Santas y los Santos.
Y así llegamos a la imposición de manos, uno de los momentos más sagrados del rito de consagración: primero fueron las obispas quienes impusieron las manos sobre la cabeza de Christina y a continuación fuimos invitadas a hacerlo el resto de personas que participábamos en la celebración. Un silencio reverente llenó la capilla, acompañado únicamente por la música suave de una flauta.
En representación del pueblo de Dios, dos mujeres de la asamblea sostuvieron un Evangeliario ceremonial abierto sobre la cabeza de Christina mientras la obispa Bridget Mary rezaba en voz alta la Plegaria de Consagración, invitando a las personas presentes a extender sus manos hacia Christina como gesto de invocación al Espíritu Santo.
Luego se procedió a la Unción con el Crisma, símbolo de la unción mística y de las bendiciones espirituales que Dios concede a Christina, y la obispa Bridget Mary le entregó el Evangeliario ceremonial. A esto le siguió la entrega del anillo, sello de fidelidad, y la entrega de la Cruz de la Sierva, recordatorio de la llamada a seguir a Jesús.
Y finalmente, la investidura con el Cayado de Pastora, símbolo del compromiso con el rol de obispa en la comunidad, y que Christina pidió que llegara a ella desde el fondo de la capilla pasando de mano en mano por toda la asamblea.

La obispa consagrada Christina Moreira Vázquez y las tres obispas ordenantes se estrecharon las manos: "¡Es con gran júbilo que os presentamos a nuestra recién ordenada obispa!" proclamó con entusiasmo la obispa Bridget Mary y toda la asamblea aplaudió con fervor, alegrándonos por lo sucedido.
La celebración continuó con la Liturgia de la Palabra. La plegaria eucarística fue compartida por las obispas Bridget Mary, Gisela, Christine y Christina, y Victorino. Le siguió el Padrenuestro, y un momento de la paz efusivo con abrazos entrañables entre todas las personas de la asamblea. La comunión y la bendición final cerraron la celebración.
El hermoso sonido de la flauta y el pandero, así como la guitarra, amenizaron los diferentes momentos de la celebración con cantos guiados por Victorino. La interpretación simultánea con auriculares a nuestra disposición favoreció la participación en un evento que se caracterizó por la mezcla de diferentes idiomas: español, inglés, francés y gallego.
Fuimos testigos de esta consagración más de 100 personas, algunas cercanas a Christina por amistad o vecindad, otras por pertenencia a organizaciones en las que participa o con las que tiene afinidad o contacto: la asociación Irimia, la asociación Mulleres Cristiás Galegas Exeria, la comunidad Vangarda Obreira de A Coruña, personas de la parroquia Cristo da Victoria de Vigo, la asociación Roxín Roxal, el Movimiento por el Celibato Opcional (MOCEOP), La Revuelta de la Mujeres en la Iglesia de Extremadura, Andalucía y Madrid, la Communion de Béthanie y Carrefour des Chrétiens Inclusifs (ambas francesas) y la Comunidad Ichthys Cristianxs lgtbh de Sevilla. También estuvieron presentes diferentes medios de televisión y prensa.
Christina nos agradeció a todas y todos nuestra presencia y compañía. Y para concluir la ordenación, nos invitó a compartir un refrigerio con lo que cada quien había traído.

La belleza del entorno, la sobriedad de la capilla y el encanto del pazo favorecieron esta magnífica celebración que, por supuesto, terminó con una gran foto de familia.
¿Pero quién es Christina Moreira Vázquez y por qué decidió dar el paso hacia la consagración episcopal?
Nacida en París en 1964 de madre y padre gallegos, y criada en Francia, Christina lleva más de 40 años viviendo en Galiza y reivindica para sí ambas nacionalidades. Casada con Victorino -conocido como Tori por su gente amiga - y madre de Myriam, hasta el pasado año era la única mujer presbítera de la península, acompañada ahora por la vallisoletana Belén Repiso, ordenada presbítera en Roma en octubre del 2024.
La vocación de Christina surge a los 17 años, en una hermosa experiencia espiritual en la que escucha al Jesús de la Última Cena invitándola a hacer como Él, a partir el Pan y ofrecer el Vino: «Haced esto en memoria mía». Esta llamada inicial interpela a Christina; sabe bien que es un lugar prohibido para ella, mujer. Aun así, emprende un camino lleno de dudas personales y de críticas y cuestionamientos por parte de personas cercanas a la Iglesia sobre la autenticidad de su vocación. Son años de un proceso en solitario, en el que varios sacerdotes le aconsejan callar, mantener en silencio su vocación porque está prohibida por el Derecho Canónico.
Pero Christina no se da por vencida y en el año 2010 contacta con la Asociación de Presbíteras Católicas Romanas (ARCWP), una organización que aboga por la ordenación en la Iglesia de mujeres cisgénero, transgénero y personas homosexuales, y trabaja a favor de comunidades católicas inclusivas. La asociación cuenta actualmente con más de 300 personas de varios continentes, de las cuales varias presbítera son europeas y una, nada menos era gallega, Christina. Se había iniciado en junio de 2002 con la ordenación de siete mujeres en un barco por el río Danubio: Iris Muller, Ida Raming, Pia Bruner, Dagmar Celeste, Adelinde Roitlinger, Gisela Forster y Christine Mayr-Lumetzberger. Ordenadas por tres obispos católicos, fueron excomulgadas por el Vaticano unos meses después. El 20 de octubre de ese mismo año, Christine Mayr-Lumetzberger y Gisela Forster fueron ordenadas obispas por un obispo católico que permaneció en el anonimato por razones de seguridad.

En el año 2015, y después de un largo proceso de formación y discernimiento vocacional, Christina da el paso y recibe la ordenación como diaconisa en el seno de la Comunidade do Home Novo de A Coruña, comunidad cristiana fundada en los años 70 y en la que participa activamente desde hace años. Y fiel a la llamada recibida, se ordena presbítera en Florida (EEEU), momento en el que vivía y animaba comunidades indígenas en Bogotá (Colombia). Fue la obispa Bridget Mary Meehan quien la ordenó siguiendo el linaje apostólico y continuando el camino de las siete fundadoras, llamadas por los medios de comunicación “las siete del Danubio”. Y fue en la Comunidade do Home Nuevo donde Christina sirvió y celebró la Eucaristía semanalmente todos estos años. Recibir ahora la Orden Episcopal fue un paso más en este camino de servicio comunitario e inclusivo.
En estos cerca de 30 años de amistad fueron muchos los momentos compartidos y también las horas de conversación con Christina expresando experiencias, búsquedas, heridas y dolores de toda una vida, deseos profundos, proyectos para ir haciendo realidad la llamada vocacional inicial. No me cabe la menor duda de que el Santo Espíritu está hablando a través de la vocación de Christina, una vocación cuidadosamente discernida y fuertemente purificada por las críticas desde diversos estamentos de la iglesia.
Nuestra amada Ruah precisa a veces de mujeres valientes que den pasos osados, y Christina es valiente y osada, decidida. Combina una mente analítica, una inteligencia trabajada de palabra clara y contundente, con una intuición abierta y sensitiva de corazón apasionado, cuidando atentamente todos estos años la belleza de su mundo interno a la par que la de su cuerpo físico. Graduada en teología por la universidad francesa de Teología Católica de Estrasburgo y ahora investigadora de Postgrado en esa misma facultad, Christina es parte del equipo coordinador de la asociación gallega Irimia, participa en la asociación Mulleres Cristiás Galegas Exeria y trabaja activamente en Som Cristians (proyecto de iglesia doméstica y comunidad virtual) y en la asociación francesa “Toutes apôtres!” para la igualdad de las mujeres en las comunidades e instituciones religiosas, así como en el “Comité de la jupe”, ahora “Magdala” para “defender la causa de las mujeres y militar por una Iglesia abierta e inclusiva”.
Amiga y colaboradora del obispo francés ahora fallecido Jacques Gaillot, conocido como obispo de Partenia, la “diócesis sin fronteras”, también ofrece como voluntaria su trabajo de intérprete profesional en la organización internacional ATD Cuarto Mundo, que tiene como horizonte la erradicación de la pobreza extrema. Además, lleva años compartiendo información en lashomiliasdeluz.wordpress.com, su página web.
Christina es una mujer lúcida y comprometida que está haciendo realidad uno de los lemas que definen La Revuelta de las Mujeres en la Iglesia (red de mujeres cristianas feministas que se inició en el año 2020 en el marco de las jornadas feministas del 8 de marzo): “Hasta que la igualdad sea costumbre en la Iglesia.” Recordemos que una de las líneas de reivindicación de su Manifiesto tiene que ver precisamente con todo esto: “Basta ya de que se nos niegue el sacerdocio debido a nuestro cuerpo, un cuerpo que siempre está bajo sospecha”.

Sabemos de sobra que administrar el Sacramento de la Orden a mujeres o recibirlo no está permitido en estos momentos en la Iglesia católica e incluso está severamente castigado con la excomunión. Pero Christina y el resto de compañeras de la Asociación de Presbíteras Católicas, con consciencia clara desde su obediencia al Espíritu, están cuestionando una estructura eclesial jerárquica heteropatriarcal que niega a las mujeres el acceso a la Orden sacerdotal. Ellas están poniendo luz en la incoherencia y en la crisis profunda de una estructura clerical que poco tiene que ver con la consciencia moderna del siglo XXI y todavía menos con la propuesta de un Jesús que acogía y amaba a las mujeres aún en contra de los dictados de la sociedad judía de su tiempo.
Y este es el valor de estas mujeres: mostrar con su práctica diaria un modelo de iglesia circular e inclusiva en la que ejercer los ministerios de una manera comunitaria. Un modelo que busca transformar la relación de poder actual en la que la definición genital (pene o vulva) es la que marca incomprensiblemente el acceso a las Ordes Ministeriales y no el corazón y el espíritu de servicio comunitariamente discernidos.
Evidentemente, un camino con tanta carga transgresora nos descoloca, nos provoca confusión, genera miedos diversos al poner en crisis creencias y obediencias institucionales establecidas. Es esperable y nos toca a cada una y a cada uno ver en qué nos interpela, a qué nos abre, cómo colocarnos ante estos caminos.
Quizá nos puede ayudar recordar que las iglesias cristianas protestantes vienen ordenando mujeres desde hace décadas. Así, la Iglesia de Dinamarca que se convirtió en el primero organismo luterano en ordenar mujeres en 1948 (¡hace ya 77 años!) y las Iglesias luteranas de EEUU y Canadá que ordenan mujeres desde 1970.
Quizá nos puede ayudar conocer a Ludmila Javorová, nacida en el año 1938 y todavía viva, esta benedictina fue la primera mujer ordenada en el sacerdocio por un obispo católico y ejerció su ministerio en Checoslovaquia en un contexto comunista de persecución grave. Aunque el Papa Juan Pablo II no llegó a refrendar su ordenación y ejercicio de cura cuando ya se normalizó la situación interna del país, las comunidades católicas a las que sirvió sí la reconocieron ampliamente.

Quizá nos puede ayudar saber que el Papa Francisco recibió a obispas episcopalianas, anglicanas y luteranas en estos últimos años, aunque nunca lo hizo con las mujeres ordenadas de la Asociación de Presbíteras Católicas Romanas que le pidieron audiencia en numerosas ocasiones.
Las mujeres no precisamos ser perfectas ni en el servicio ni en el amor ni en nuestra vida para ser curas. Simplemente tenemos derecho a eso por el hecho de ser hermanas de Cristo e Hijas Bienamadas del Dios Misericordioso. A la Iglesia institucional le toca ir dando los pasos y a nosotras tomar lo que es nuestro por derecho de nacimiento.
Y eso es lo que hizo Christina con autenticidad y sencillez, en este día de San Juan ante todas nosotras. Con las palabras de la obispa Bridget Mary, rogamos a nuestro Dios amoroso que le conceda a la obispa Christina Moreira Vázquez gracia y bendición en abundancia para que sea eficiente en su trabajo y persevere en la oración, desarrollando su ministerio con compasión y preocupación por todos y todas. Que sea fiel al servicio de la comunidad viviendo con justicia, amando con ternura y caminando con integridad. Amén. Que así sea.

*Tareixa Ledo Regal es licenciada en Ciencias Sociales y Políticas por la universidad de Deusto (Euskadi). Es una de las promotoras de la asociación Mulleres Cristiás Galegas Exeria y socia de Irimia. Desde hace unos quince años desarrolla su actividad profesional y su compromiso espiritual acompañando procesos individuales y grupales desde la Terapia de Reencuentro.
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