Cuando la islamofobia se disfraza de política municipal Jumilla y la prohibición de actos islámicos: Espejo de una España xenófoba

Esta medida no es solo un problema local. Es parte de una ola europea de restricciones contra el Islam
Si un ayuntamiento puede prohibir actos religiosos basándose en una supuesta "identidad", ¿qué impedirá que otros municipios hagan lo mismo con otras minorías?
Lo ocurrido en Jumilla no es un caso aislado. Es el síntoma de un problema mayor: la normalización de la xenofobia en la política española
Lo ocurrido en Jumilla no es un caso aislado. Es el síntoma de un problema mayor: la normalización de la xenofobia en la política española
| Evaristo Villar
El 28 de julio de 2025, el Ayuntamiento de Jumilla (Murcia), gobernado por el PP con apoyo tácito de Vox, aprobó una medida que prohíbe usar instalaciones municipales para “actividades religiosas, culturales o sociales ajenas a nuestra identidad”.
Aunque no menciona al Islam, el contexto y declaraciones posteriores revelan su fin: restringir celebraciones musulmanas. El caso se enmarca en una ola de xenofobia en Europa, donde la ultraderecha explota el miedo al Islam. Supone un ataque a la libertad religiosa, protegida por la Constitución y los Derechos Humanos, y plantea un precedente sobre el uso de criterios identitarios para limitar derechos,convirtiendo a Jumilla en símbolo de la España más excluyente y xenófoba.
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A continuación, analizo este episodio en tres partes: el hecho y su contexto político, las implicaciones legales y morales, y las reacciones que está desatando.
1.La medida y su trasfondo: política, identidad y exclusión
Jumilla, un municipio de 27.000 habitantes en Murcia, tiene una minoría musulmana que ronda el 7,5% de su población, principalmente familias marroquíes que llevan décadas integradas en la localidad. Sin embargo, en los últimos años, el discurso antiinmigrante ha ganado fuerza, especialmente desde que Vox entró en el panorama político local.
La prohibición de usar instalaciones deportivas para actos islámicos no ha surgido de la nada. Es el resultado de una moción de Vox que, inicialmente, pedía vetar explícitamente "la Fiesta del Cordero y otras celebraciones islámicas" por considerarlas una "amenaza a la identidad española". Aunque el PP moderó el lenguaje para evitar un conflicto legal directo, el mensaje es claro: los musulmanes de Jumilla ya no son bienvenidos en los espacios públicos.

Lo irónico de este asunto es que Jumilla fue, durante siglos, una ciudad árabe (su nombre proviene del árabe Yumil-la). Como ha señalado la exalcaldesa socialista Juana Guardiola: "¿De qué identidad hablan? ¿Acaso borramos ocho siglos de historia?". Pero la política actual no se guía por la historia, sino por el interés partidista y el miedo. Y esto se ha extendido más allá de Jumilla: en la vecina Torre Pacheco, semanas antes, habían estallado disturbios antiinmigrantes tras un incidente aislado.
Esta medida no es solo un problema local. Es parte de una ola europea de restricciones contra el Islam, desde la prohibición del burkini en Francia hasta los discursos de Geert Wilders en Países Bajos. El PP, al ceder a las presiones de Vox, ha normalizado un discurso que hasta hace poco era marginal.
2.La Constitución traicionada: cuando la ley se dobla ante el prejuicio
El artículo 16 de la Constitución Española garantiza la libertad religiosa "sin más limitación que la necesaria para el mantenimiento del orden público". Pero en Jumilla no había riesgo para el orden público: solo había musulmanes queriendo celebrar sus fiestas, como cualquier otro grupo religioso.

La medida, por tanto, no solo es moralmente cuestionable, sino también inconstitucional. Como señaló IU en su recurso ante la Fiscalía, se trata de "racismo islamófobo disfrazado de reglamento”. La Declaración Universal de Derechos Humanos (Art. 18) también protege el derecho a manifestar públicamente la religión.
Pero lo más grave no es la ilegalidad, sino el precedente. Si un ayuntamiento puede prohibir actos religiosos basándose en una supuesta "identidad", ¿qué impedirá que otros municipios hagan lo mismo con otras minorías? ¿Dónde queda el Estado de Derecho cuando las leyes se aplican de forma selectiva.
3.Las reacciones: silencios cómplices y voces críticas
La comunidad musulmana de Jumilla ha respondido con indignación. "Pagamos impuestos como todos. ¿Por qué no tenemos los mismos derechos?", se pregunta Sabah Yacoubi, representante de una asociación de inmigrantes marroquíes. Mounir Benjelloun, de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI), ha ido más allá: "Por primera vez en 30 años, tengo miedo en España".

La Iglesia Católica, a través de la Conferencia Episcopal, también ha criticado esta medida, aunque ha evitado señalar directamente al PP. En cambio, colectivos cristianos progresistas como Redes Cristianas han sido más contundentes, recordando el mensaje evangélico de acogida: "Fui forastero y me recibisteis" (Mat 25,35).
Mientras, el PP insiste en que la prohibición no es contra el Islam, sino para "priorizar el deporte". Pero Vox, su socio de gobernanza, no ha disimulado su triunfo: en redes sociales celebraron "proteger la identidad cristiana de España". La diferencia de discursos es reveladora: el PP quiere lavarse las manos, pero su pacto con Vox los hace cómplices.
En conclusión: Jumilla como espejo de una España xenófoba
Lo ocurrido en Jumilla no es un caso aislado. Es el síntoma de un problema mayor: la normalización de la xenofobia en la política española. El PP, al ceder ante Vox, ha cruzado una línea peligrosa: ha aceptado que los derechos fundamentales pueden negociarse a cambio de poder.

Pero hay algo aún más preocupante: el silencio. Donde debería haber una condena unánime, hay medias palabras y complicidades. Donde debería primar el respeto a la Constitución, hay cálculo electoral.
Como escribió el apóstol Juan: "No hay temor en el amor; sino que el perfecto amor echa fuera el temor" (1 Jn 4,18). España enfrenta hoy una elección: gobernar desde el interés partidista y el miedo o desde el respeto a la diversidad y la convivencia. Jumilla ya ha decidido. El resto del país debe tomar nota.
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