Al celebrar el 47.º aniversario de nuestra Constitución, recordamos, como se expresa en la carta anónima a Diogneto de los primeros siglos del cristianismo, cómo debemos vivir en el mundo sin perder nuestra auténtica identidad cristiana y cómo nuestro compromiso con la ciudadanía ha de manifestarse en el amor y el servicio a todos, sin distinción.
Al igual que los primeros cristianos, queremos trabajar por la paz, la justicia y el bien común, guiados por el ejemplo de Jesús de Nazaret.
En nuestras comunidades intentamos ser luz que ilumina sin esperar recompensa, confiando siempre en que nuestro testimonio sea un signo de esperanza para todos.
En este día cívico, me gustaría alentarte a seguir construyendo juntos un mundo más justo y lleno de amor, siendo en todo momento bálsamo y caricia de Dios para todos.
Creemos. Crecemos. Contigo