Son partidarios de separar esa función de la de secretario general, cargo a renovar ahora ¿Necesitan los obispos españoles un portavoz? Los especialistas lo tienen claro: “Definitivamente, sí”

Rueda de prensa en Añastro
Rueda de prensa en Añastro CEE

Jesús Miguel Zamora: “En algunas conferencias episcopales europeas se ha deslindado uno y otro cargo y no ha ocurrido nada. Es más, ha sido beneficiosa la experiencia; incluso, que la portavocía la ejerza una mujer”

Rafael Ortega: "El secretario general debe organizar la Conferencia Episcopal y el portavoz transmitir las decisiones que se tomen y estar cerca de los medios. No ser frontera entre obispos y medios”

Fernando Galindo: "No solo la portavocía debe ser una función única, sino que se deben reforzar todos los ámbitos de comunicación de la Conferencia Episcopal de manera suficiente"

Auxi Rueda: "Aunque la Iglesia ha venido dando pasos importantes en el ámbito de la comunicación, sería deseable ir un paso más allá y que ésta fuera el cauce perfecto de escucha y conexión para con la sociedad"

Los obispos españoles elijen esta semana a un nuevo secretario general, el cargo indispensable para mantener engrasada la maquinaria oficial de la Conferencia Episcopal. Pero el elegido será mucho más que eso: quiérase o no, se convertirá en la voz y la imagen del conjunto de la Iglesia en España.

Una imagen que está desde hace años en caída libre por diversos factores, como es sabido, y uno de ellos tiene que ver precisamente con la voz. Con lo que dice, cómo lo dice y, sobre todo, lo que no dice.

Rueda de prensa en la sede de la Conferencia Episcopal española
Rueda de prensa en la sede de la Conferencia Episcopal española CEE

Por eso, ante el miedo escénico perfectamente visible en la mayoría de los secretarios generales que en los últimos años han ejercido también como portavoz (salvados los casos de José Sánchez y Juan Antonio Martínez Camino, ambos con sobrados recursos), y en un momento en que el foco de la atención pública está fijo sobre los obispos a cuenta de los abusos sexuales, distintas voces han planteado la conveniencia de que se separen ambas funciones.

"No ser frontera entre obispos y medios"

“Definitivamente, sí", aboga rotundo por esa separación el veterano periodista y presidente de Ucipe, Rafel Ortega. "El secretario general debe organizar la Conferencia Episcopal y el portavoz transmitir las decisiones que se tomen y estar cerca de los medios. No ser frontera entre obispos y medios”, señala.

Comparte esta visión Fernando Galindo, decano de la Facultad de Comunicación de la UPSA, la universidad de la Conferencia Episcopal: “No solo la portavocía debe ser una función única, sino que se deben reforzar todos los ámbitos de comunicación de manera suficiente. De hecho, el director de comunicación de cualquier organización, la Conferencia incluida, debe estar en el primer escalón del staff organizativo. Si no es así, no es posible comunicar con eficacia”. 

Jesús Miguel Zamora
Jesús Miguel Zamora

También desde la CONFER, una de las instituciones más perjudicadas a la hora de que se tome la voz del secretario general como la voz de la toda la Iglesia, se considera conveniente tomar alguna medida que evite estas disfunciones. “En algunas conferencias episcopales europeas, creo que se ha deslindado uno y otro cargo y no ha ocurrido nada. Es más, ha sido beneficiosa la experiencia; incluso, que la portavocía la ejerza una mujer”, señala a RD Jesús Miguel Zamora, secretario general de esta institución. 

"Puede ser bueno deslindar ambas tareas"

“Considero que la labor de un secretario general la debe hacer un obispo -añade Zamora-, porque a veces el cargo facilita cierto diálogo con otros obispos al estar en una situación de ‘parangón’ y da cierto aire de ‘peso’, pero que no necesariamente debe ser el portavoz. Se pueden deslindar ambas tareas, y puede ser bueno, pues manifiesta también que hay ‘menos’ peso institucional al separar ambas funciones y puede dejar la labor del Secretario más centrada en lo suyo y menos ‘salpicada’ por otros temas, como poner en la picota a la CEE por lo que diga el Secretario, una manifestación desacertada… que pueden afectar a la labor de la Secretaría en su credibilidad y en su trabajo”.

Con reflexiones similares a estas llegan muchos de los obispos a esta Plenaria de otoño, en donde han de elegir al sustituto del actual arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, quien intentó ser solo la voz de la Conferencia, ciñéndose a lo tratado en sus distintas reuniones, pero a quien las circunstancias de la actualidad de los abusos pronto le desbordaron, haciendo un roto a la credibilidad de la Iglesia y desnudando lo que era un secreto a voces: la inexistencia de una política comunicativa en la Casa de la Iglesia.

"Un aprobado raspado"

“Con un aprobado raspado”. Así valora Rafael Ortega la comunicación que hace la Conferencia Episcopal española, pues considera que “no debe ser solamente de las comparecencias oficiales, sino una comunicación constante y transversal”. En su opinión, el problema radica “fundamentalmente en el emisor y el contenido” de una comunicación que estima que ha de ser “abierta y rigurosa”.

Rafael Ortega
Rafael Ortega

Reconoce Jesús Miguel Zamora que, en esta comunicación de la Conferencia Episcopal con la sociedad, “el esfuerzo que se ha hecho ha sido notable. “Los medios de comunicación no son enemigos, y hay que facilitar su labor siendo claros en el decir y utilizando un lenguaje asequible a la gente que no está muy metida en los temas que, a veces, los obispos tratan. Por eso, hay que mantener la cercanía y la transparencia en la comunicación (de lo que se pueda/deba informar). Ser también muy honestos en lo que se diga y no echar balones fuera. Reconocer los errores y estar dispuestos a manifestar los aciertos, sin polémicas”.

A la defensiva

Con todo, señala el secretario general de CONFER, “a veces se utiliza cierta postura de defensa (ante ataques) donde es preciso medir mucho las palabras, sin negar la verdad. Ocurre que, a veces, cuando se manifiestan determinadas cosas, los obispos pueden enmarañar algunas manifestaciones, pues se puede decir una cosa y su contraria, confundiendo a la gente dependiendo de quién se manifieste”.

De ahí que el religioso acabe preguntándose: “¿No sería bueno, que, sin ser una manifestación monolítica, se pusieran de acuerdo en temas clave y qué manifestar, sea desde la portavocía de la CEE o desde las propias diócesis?”.

“La Conferencia Episcopal debe entender la Comunicación con mayúsculas como una herramienta positiva. Lejos del ‘cuanto menos cuente, menos me atacan’"

La Iglesia, como tantas organizaciones, está perdida en el aparente caos comunicativo que hoy día existe”, apunta el decano de Comunicación de la UPSA, quien se muestra convencido de que “la Iglesia, la Conferencia Episcopal, cualquier organización, debe entender la Comunicación con mayúsculas como una herramienta positiva. Lejos del ‘cuanto menos cuente, menos me atacan’, es al contrario: ‘dame una palanca (comunicativa) y moveré el mundo’”.

Y Galindo parece tener claro en qué apoyaría esa palanca para mejorar la comunicación oficial de la Conferencia Episcopal: sencillez, transparencia, profusión y autenticidad.

Fernando Galindo
Fernando Galindo

“Desde mi punto de vista, esta comunicación debería ser sencilla, que todo el mundo la entienda. La CEE es vista como algo complejo, de funcionamiento difícil de comprender. La idea de mantener la identidad tradicional fundamentada en lenguas cultas que ya ni siquiera están en los planes de estudio de las enseñanzas obligatorias, hace que algunos términos sean incomprensibles para aquellos que no son practicantes”. 

Debe ser transparente, más allá de contar lo positivo y lo negativo de lo que sucede sin ‘dramatismos’, es decir, con la naturalidad propia del funcionamiento de las organizaciones, que a veces aciertan y a veces se equivocan. Y, sobre todo, dejar clara la intencionalidad de lo que se plantea”, prosigue el decano. 

Luis Argüello y el director de la Oficina de Información, Josetxo Vera
Luis Argüello y el director de la Oficina de Información, Josetxo Vera CEE

Igualmente, considera conveniente una mayor “profusión, intensificar la cantidad de comunicación. Hoy día existen muchos medios (redes sociales, plataformas de streaming...) que son canales muy aprovechables” y, finalmente, demanda “autenticidad, no intentar emular lenguajes, tonos, formatos de otro tipo de organizaciones o de estilos”, porque estima que “no tiene demasiado sentido que, por ejemplo, se intente adaptar un mensaje religioso a una canción de rap o de reggeaton. ¿Eso significa renunciar a medios como TikTok? En absoluto, pero buscando estilos propios y auténticos. Adaptarse a un medio no significa imitar. Significa investigar, probar y desarrollar”.

No es Galindo el único que apuesta por una innovación en el fondo y en la forma de la comunicación en la Conferencia Episcopal, algo que, finalmente, acaba arrastrando, cuando no moldeando o modulando, a otras instancias que están llamadas a interactuar de manera intensa con la sede donde tienen asiento todos los obispos de España.

Se ha visto claramente con el shock producido por el estallido de los abusos sexuales en la Iglesia, una descarnada realidad ante la que Añastro solo fue capaz de añadir comunicativamente más caos, desconcierto, medias verdades, cuando no directamente mentiras

Se ha visto claramente con el shock producido por el estallido de los abusos sexuales en la Iglesia, una descarnada realidad ante la que Añastro solo fue capaz de añadir comunicativamente más caos, desconcierto, medias verdades, cuando no directamente mentiras, un innecesario dolor añadido a tantas víctimas y un descrédito de la institución de la que tardará años en recuperarse, como muy bien saben los obispos de Portugal, Alemania y Francia, por señalar tres episcopados europeos.

Un desconcierto contagioso

Un desconcierto que acabó contagiando la comunicación de tantas diócesis, requeridas por la prensa para informar de casos ocurridos en ellas. El miedo de los pastores, la falta endémica de confianza de la institución en la comunicación, unida a un infantil sentimiento de ‘esto no está pasando’, hizo el resto.

Auxi Rueda
Auxi Rueda

Auxi Rueda lleva dos décadas informando desde y sobre la diócesis de Ávila como su directora de comunicación. Y aunque reconoce que “si bien es cierto que, en los últimos años, la Iglesia ha venido dando pasos importantes en el ámbito de la comunicación, sería deseable ir un paso más allá y que ésta fuera el cauce perfecto de escucha y conexión para con la sociedad. Sin miedos, sin prejuicios sobre cualesquiera que sean nuestros interlocutores, con total trasparencia, sin cortapisas. Conectada totalmente con el mundo. Al estilo del Papa Francisco”.

De cara al futuro inmediato, a la veterana delegada de medios, le gustaría que esa comunicación, “que tiene los mimbres muy bien puestos”, los siguiera “entretejiendo, con la coordinación de las distintas realidades de la Iglesia, especialmente coordinados asimismo con las diócesis como Iglesias particulares a través de sus distintas delegaciones de medios” porque, como, asegura, “tenemos la mejor y más amplia red de ‘corresponsales’ que una entidad pudiera soñar”.

"Los obispos tienen miedo a comunicar"

¿Y qué dicen los obispos, que realmente son los que tienen en la mano, la posibilidad de cambiar las cosas en este sentido? Dicen poco, porque no se atreven a salir a la palestra en estos momentos. Como apunta otro periodista de largo recorrido como Rafael Ortega, “los obispos españoles tienen miedo a comunicar, en general, porque han sido educados en ese miedo o en ver a los periodistas como enemigos”.

Rueda de prensa del secretario portavoz
Rueda de prensa del secretario portavoz CEE

Y así sigue siendo en buena parte de los casos. Aunque siempre hay excepciones. Y una de ellas, confiesa a RD, que, dados los antecedentes, “sería oportuno que se separase el cargo de secretario general del de portavoz. Y que está función la desempeñase un laico o una laica, alguien que sepa comunicar y entender el lenguaje eclesial con el que nos movemos, pero también improvisar, que responda con sinceridad y transparencia y que sea capaz de no confundir la voz propia con la de todo el Episcopado, porque esto es algo muy importante”.

Para este pastor, la función de comunicar que hasta el momento suelen desempeñar también los secretarios generales, “hace que este cargo sea muy difícil y poco apetecible”. Aunque también aquí hay excepciones.

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