"Dejémonos contagiar por el amor, no por el virus". Tras el denso discurso de Omella, el Nuncio de su Santidad, Bernardito Aúza, dirigió un inusitadamente largo saludo a los obispos presentes en la Plenaria.
El representante papal, quien recordó a monseñor Algora, muerto por coronavirus y monseñor Ciuraneta, que falleció la pasada semana (aunque no por la pandemia), Aúza les apuntó que "el Papa también se preocupa de los diferentes trabajos que, al frente de las diócesis, cada uno impulsa".
"Al mismo tiempo, les expreso con cercanía los sentimientos de condolencia por los sacerdotes que, en su atención sacramental y de apoyo, sufriendo el contagio, no han superado la enfermedad y han fallecido", subrayó el Nuncio.