"La Iglesia defraudó a todos", admite el 'ministro vaticano' contra la pederastia en Madrid O'Malley lee la cartilla a los obispos españoles ante los abusos: “Es crucial disponer de protocolos claros y públicos, investigar y compensar a las víctimas”

O'Malley, junto a los cardenales Osoro y Zuppi
O'Malley, junto a los cardenales Osoro y Zuppi

“Debemos actuar rápidamente, porque retrasar el proceso solo causa más dolor”

“Un amigo muy anticlerical me dice que las tres mentiras de los curas son 'Rezaré por usted', 'No tengo dinero' y 'Ella es mi hermana'”, dijo entre bromas, para volver a la seriedad, invocando la transparencia financiera

"La primera prioridad son las víctimas y sus familiares, atender sus rostros, historias y lágrimas"

“Hay mucha gente que resiste a todo cambio. En EEUU tenemos una minoría muy crítica al Santo Padre, pero la gran mayoría están muy muy contentos con el Santo Padre y lo apoyan plenamente”

Es el 'ministro vaticano' para la lucha contra la pederastia. Responsable de la Comisión Antiabusos del Vaticano, el cardenal de Boston, Sean O'Malley, 'leyó la cartilla' a los obispos españoles durante unas jornadas sobre evangelización en la gran ciudad convocadas por el Arzobispado de Madrid, ante la mirada atenta de los cardenales Osoro y Zuppi. “Es crucial disponer de protocolos claros y públicos, investigar y compensar a las víctimas”.

Y lo hizo desde su experiencia personal, con varios años en la diócesis de Palm Beach (“Mi antecesor fue removido por abusar de menores, y su antecesor también lo fue”) y, sobre todo, en Boston, donde sucedió al polémico cardenal Law tras el escándalo del Spotlight, y donde "la Iglesia defraudó a todos".

“La primera prioridad fue reunirme con las víctimas de abusos sexuales y sus familias, y ayudarlos en lo posible. Ha sido un privilegio reunirme con cientos de supervivientes y sus familias. Sus rostros, historias y lágrimas me han ayudado a comprender cuánto fueron perjudicados. Tanto ellos como sus familias fueron maltratados”, lanzó, sin complejos.

“El dolor y la ira de la gente y de los sacerdotes eran palpables”, recordó O'Malley, quien admió que en Boston, una de las ciudades con más juventud de Estados Unidos, “la mayor parte de los jóvenes todavía creen en Dios , pero no ven la importancia de pertenecer a una iglesia. Se describen a sí mismos como espirituales pero no religiosos”.

Católicos avergonzados

Tras la publicación del Spotlight por parte del Boston Globe, “los católicos y personas de todas las religiones en el mundo se entristecieron y sorprendieron por la cantidad de sacerdotes que fueron acusados de abusos, y por el hecho de que a muchos se les permitiera seguir en el ministerio”. “La Iglesia defraudó a todos”, confesó. ¿Cuál fue el resultado? “Muchos católicos se avergonzaron de seguir perteneciendo a la Iglesia”.

O'Malley, junto a Osoro y Zuppi
O'Malley, junto a Osoro y Zuppi

Uno de los momentos más duros de su experiencia llegaba al reunirse “con personas que perdieron a sus seres queridos, víctimas de abusos, que acabaron suicidándose o muriendo a causa de las drogas. Ellos sufrieron los abusos más atroces”, recordó el cardenal de Boston.

Retrasar el proceso solo causa más dolor

“Debemos actuar rápidamente, porque retrasar el proceso solo causa más dolor”, reivindicó O'Malley. La experiencia de Boston fue fundamental. “No creía que se ganara nada convirtiendo esto en una larga batalla legal. Reconocimos que la Iglesia había cometido errores graves y debía compensar a las víctimas”.

“Hemos instituido muchas nuevas políticas para tratar de asegurar que este mal nunca vuelva a ocurrir”, recalcó el arzobispo, quien reivindicó “la norma de tolerancia cero, para garantizar que ningún sacerdote abusador pueda ejercer ningún ministerio”, y la obligatoriedad de cumplir con “los principios de transparencia y colaboración con las autoridades, reconciliación y sanación de las víctimas, educación en prevención, investigación de denuncias de abusos. Es crucial disponer de protocolos claros y públicos”.

Mesa presidencial en San Dámaso
Mesa presidencial en San Dámaso

“El peligro más grande es de no disponer de protocolos claros. Cuando se improvisa, aun con la mejor voluntad, se cometen graves e irreparables errores”, clamó O'Malley, quien había arrancado s conferencia con buena dosis de humor, que no está reñido con la evangelización. Por momentos, y antes de entrar en la crudeza de la lucha antiabusos, el cardenal parecía más un monologuista del Club de la Comedia en mitad de la Facultad de San Dámaso. Un soplo de aire fresco, muy necesario en los tiempos que corren.

Bromas que esconden grandes verdades

Así lo hizo O'Malley desde el principio:

“Mi primer sermón fue un desastre, fue en una prisión. No sabía de qué hablar, y acabé predicando sobre las huidas en la Biblia. Tuve la absoluta atención de los presos... y esa noche ¡se escaparon seis!

”, apuntó el purpurado, recibiendo la carcajada general. Y es que, como apuntó, “también el primer sermón de Jesús acabó en desastre”. De todo hay que aprender, pero siempre “proclamando el Evangelio con pasión y elocuencia”.

También relató cómo, “un día de eclipse”, fue nombrado obispo en las islas Vírgenes. “Yo no sabía ni dónde estaban, así que pregunté a un compañero cómo eran. “Las Islas Vírgenes son como las Islas Canarias.... no hay canarios”, le contestó.

“Un amigo muy anticlerical me dice que las tres mentiras de los curas son 'Rezaré por usted', 'No tengo dinero' y 'Ella es mi hermana'”, dijo entre bromas, para volver a la seriedad, invocando la transparencia financiera. “Debemos ser muy serios en el uso de los bienes de la Iglesia. Nuestro uso tiene que ser transparente, honesto y reflejar los valores del Evangelio. La primera prioridad de Jesús es la misericordia, es el contexto para anunciar el Evangelio”.

Compromiso por la transparencia y el drama migratorio

“El compromiso por la transparencia ayudó a recuperar poco a poco la confianza de los católicos, que habían abandonado la ayuda a la Iglesia tras el escándalo de abusos”, provocó O'Malley, quien abogó por la participación abierta en los medios de comunicación.

La forma de luchar contra el aborto o cómo afrontar el drama de la inmigración fueron otros de los asuntos abordados por el purpurado, entre bromas y frases impactantes. "Somos una Iglesia de inmigrantes", culminó, defendiendo la Iglesia por la que trabaja el Papa Francisco, "compasiva, de buenos oyentes, de personas que proponen la fe como una invitación para encontrarse con Cristo, en lugar de una percepción de personas que quieren imponer la fe en el exterior".

"Queremos ser personas que traen la luz al mundo, una comunidad que sea conocida por nuestro amor mutuo. Hoy ser católico es una elección personal, pero como siempre es un deporte de contacto. Necesitamos estar presentes ante las personas en su búsqueda"

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