Clásico en el Alfredo Di Stéfano. Real Madrid y FC Barcelona se juegan arrebatar el liderato al Atlético de Madrid en el Madrid-Barça más atípico de los últimos tiempos, en mitad de una pandemia, sin público, y en el campo de entrenamiento de la Ciudad Deportiva blanca.
Sin embargo, los aficionados esperan este tipo de partidos como agua de mayo. Por televisión, radio o redes sociales, serán millones en todo el mundo que seguirán a Messi, Vinicius Jr., Benzema o Griezmann, harán sus apuestas, llorarán, reirán, gritarán... Una pasión para que sí la quisieran otros espectáculos. ¿También la Iglesia?
También. O, al menos, así lo ha deseado el cardenal de Barcelona, y presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella. "Ojalá muchos cristianos vivieran la fe con la misma pasión que la mayoría de los seguidores de fútbol. A todos los aficionados les deseo que disfruten de El Clásico", apuntó el purpurado en sus redes sociales, pidiendo "respeto" a todos en el enésimo "partido del siglo".
No consta que su homónimo en Madrid, Carlos Osoro, seguidor blanco (aunque declarado racinguista), haya hecho lo propio. ¿Tal vez porque su jefe de prensa es colchonero? Nada que objetar: quien esto escribe acaba de contemplar cómo su Getafe pierde 0-1 contra el Cádiz, y se complica la permanencia en Primera. Sólo es fútbol: pero levanta pasiones. También eclesiales.
Por una Iglesia mejor informada