La periodista Ana Medina y el auxiliar de Barcelona Toni Vadell leen las conclusiones del Congreso "Es nuestro momento, y nosotros somos los elegidos": los laicos españoles reivindican su papel en la Iglesia

Ponencia final del Congreso de Laicos
Ponencia final del Congreso de Laicos

"Los laicos somos una parte fundamental del pueblo de Dios. También los laicos somos discípulos misioneros de Jesús. No somos una cosa o la otra, sino discípulos misioneros, sin separaciones, sin divisiones, sin compartimentos estancos"

"No podemos excluir a nadie y nadie puede excluirse" “Nos gustaría ver este mismo protagonismo laical en los cauces de participación eclesial, siempre en clave de misión y no de poder”

“Para ser Iglesia en salida vemos que hemos de combatir nuestro individualismo, abandonar el derrotismo, el pesimismo y la tentación del clericalismo”

"No perdamos la capacidad de seguir soñando juntos"

“Es nuestro momento y nosotros somos los elegidos”. Los laicos españoles se lanzan, y reivindican su mayoría de edad en la Iglesia, su papel en la construcción del Evangelio en nuestro país.

“Sabemos que el camino no es sencillo”, pero “salimos con el compromiso compartido de seguir potenciando el papel del laicado en la Iglesia que peregrina en España”, leyeron, en la ponencia final, la periodista Ana Medina, y el obispo auxiliar de Barcelona, Toni Vadell, como 'conclusiones' del Congreso de Laicos que este fin de semana ha congregado en el Palacio de Cristal de Madrid a dos mil hombres y mujeres, representantes de todas las realidades laicales de la Iglesia española. “Un Pentecostés renovado”, como quisieron titular su manifiesto final.

A lo largo de tres días, se han abordado toda clase de problemáticas, retos, deseos y frustraciones de los fieles laicos de nuestro país. La ponencia final presenta las aportaciones de todos los grupos de reflexión, en un “ejercicio de sinodalidad” difícil de encontrar en nuestra Iglesia. Un buen paso adelante.

La misión renueva a la Iglesia

La reflexión parte de una premisa: “La Iglesia es el pueblo de Dios, misionero y santo”, formado por “hombres y mujeres, cristianos que venían del judaísmo y cristianos que venían del paganismo, apóstoles y maestros, profetas y diáconos, pastores y fieles”. “La Iglesia es Iglesia en salida y, por eso, en toda época la misión renueva a la Iglesia”, y necesitamos renovación.

Pero ¿quién es el pueblo? “Hombres y mujeres con diversidad de vocaciones, carismas y ministerios”, con “un mismo bautismo, una misma llamada para ser seguidores a Jesús, un mismo mandato para llevar el Evangelio hasta los confines del mundo”. Porque “hay diversidad de ministerios pero una misma misión”.

En ese papel, “los laicos somos una parte fundamental del pueblo de Dios. También los laicos somos discípulos misioneros de Jesús. No somos una cosa o la otra, sino discípulos misioneros, sin separaciones, sin divisiones, sin compartimentos estancos. Somos discípulos misioneros”.

No hay otro lugar para ser cristiano que este mundo

Más aún, “somos una misión” en mitad de “una sociedad secularizada y plurireligiosa” que, nos guste o no, es el que hay. “No hay otro lugar para la misión que este mundo con toda su complejidad”, explica la ponencia.?

El Congreso se ha vivido como “una experiencia de sinodalidad”, que significa “caminar juntos”, con varias características: La escucha, el discernimiento, la corresponsabilidad y la participación.

Conscientes de que lo sinodal es un camino, “en este Congreso estamos sembrando las semillas necesarias para renovarnos y dinamizar el laicado en España; al mismo tiempo, estamos cosechando ya los primeros frutos de los cuales saldrán nuevas semillas de sinodalidad”. Y proponen varias imágenes: la pirámide invertida, la canoa y el poliedro.

Porque “la diversidad nos complementa”, y en una Iglesia sinodal “todos nos ponemos a la escucha del Espíritu y hacemos juntos el camino pero cada uno desde su propia responsabilidad”, sostuvieron Medina y Vadell. Con “mutua colaboración” y, sobre todo, “con humildad”.

Entre los retos de futuro, la ponencia destacó “algunos desafíos antropológicos y culturales a los que estamos llamados a enfrentarnos en nuestro tiempo: el cuerpo, la afectividad y la sexualidad, el papel de la mujer en la Iglesia y en la sociedad; los nuevos paradigmas cognitivos y la búsqueda de la verdad; los efectos antropológicos del mundo digital; la decepción institucional y las nuevas formas de participación; la parálisis en la toma de decisiones por la superabundancia de propuestas; ir más allá de la secularización”.

"Salir hasta las periferias"

¿Qué debe hacer la Iglesia para convertirse en “sal y luz” para la sociedad? La ponencia lo deja claro: “salir hasta las periferias”, que “no consiste en esperar a que vengan quienes están en ellas, sino que lleva ponernos en camino y acudir a su encuentro con actitud humilde para acoger y caminar juntos”. Diálogo, encuentro y apertura a quienes buscan, además de la “cercanía a los pobres y a quienes sufren”.

Y no olvidarse de “anunciar el Evangelio” y “estar a gusto con el pueblo”. “No somos de este mundo, pero vivimos en el mundo”, proclamaron.

Todo ello, con un protagonista claro: el laicado y la misión compartida. “Podemos hablar con rigor del protagonismo del laicado. Este protagonismo brota del don de la vocación laical y se hace concreto en la responsabilidad que toda vocación conlleva. Cuando posibilitamos y ejercemos este protagonismo, desarrollamos la sinodalidad”, destaca la ponencia, que habla de la “corresponsabilidad, que es más que de responsabilidad, porque implica una responsabilidad compartida y ejercida complemenariamente. En la Iglesia sinodal nos necesitamos todos. No podemos excluir a nadie y nadie puede excluirse”.

“Nos gustaría ver este mismo protagonismo laical en los cauces de participación eclesial, siempre en clave de misión y no de poder”, destacaron, abundando en la presencia de los laicos en todos los ambientes de la vida. “En la calle, entre los vecinos, en la ciudad y en el campo. No hay realidad humana donde no se vea el protagonismo laical”.

Alegría y esperanza

“Este Congreso quiere despertar nuestra alegría y esperanza”, en un momento en el que, constata el documento, “la tristeza y la acedia van ganando adeptos”. “Queremos recorrer caminos de vida y resurrección”.

En cuanto a las propuestas del Congreso, se basan en los cuatro itinerarios planteados durante la jornada del sábado: el primer anuncio, el acompañamiento, los procesos formativos y la presencia en la vida pública.

“Para ser Iglesia en salida vemos que hemos de combatir nuestro individualismo, abandonar el derrotismo, el pesimismo y la tentación del clericalismo”, y “asumir nuestra responsabilidad como bautizados” para admitir que “una Iglesia en salida no es posible sin reconocer el papel de la mujer en la Iglesia, el protagonismo de los jóvenes en nuestras comunidades y la inclusión en ellas de personas con diversidad funcional”.

“Ser Pueblo de Dios en salida supone para nosotros la alegría de haber comprendido que nuestra fe adquiere todo su sentido cuando somos capaces de compartirla con quienes están a nuestro alrededor –especialmente con los más débiles y desfavorecidos–; cuando vivimos como propios sus desvelos y deseos de felicidad; cuando nos comprometemos con el sueño que Dios tiene para cada persona, para que sea respetada su dignidad y el bien común constituya el fin y objetivo de la sociedad. Los cristianos estaremos trabajando codo con codo con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que persigan estos mismos anhelos”, apunta la ponencia.

Presencia pública y diálogo con la sociedad

En cuanto a la presencia en la vida pública, los laicos constatan que “hemos de activar procesos de diálogo con la sociedad civil y cuidar especialmente que nuestro compromiso en la vida pública no quede excluido del acompañamiento por parte de nuestras comunidades de referencia”.

Así, se han propuesto foros y espacios de encuentro para los católicos comprometidos en el ámbito de la política, así como en internet y las redes sociales. “Sin olvidar las relaciones sociales ordinarias, que también son presencia pública”.

Comunión, esa es la clave. Hemos de proponer caminos de manera unida, coordinada, desde una mirada profunda, aprendiendo los unos de los otros, creando espacios compartidos de escucha, estudio, trabajo, servicio, activando procesos y poniendo en marcha proyectos pastorales ricos y fecundos que nos ayuden eficazmente a reaccionar ante lo que Dios nos está pidiendo”, concluye la ponencia, que invita a que “soñemos juntos”. 

No perdamos la capacidad de seguir soñando juntos. Este proceso tiene ahora una clara continuidad. No hemos acabado con este Congreso, sino que constituye el punto de partida de nuevos caminos”, se comprometieron.

“Tenemos que salir de este lugar donde hemos estado estos días con el propósito de llegar, en primer lugar, a todos esos hermanos nuestros de nuestras diócesis, parroquias, movimientos, colegios, instituciones, a los cuales representamos y tratar de comprender que hay un camino ya recorrido, pero que queda otro más importante aún por andar y que queremos hacer juntos, como Pueblo de Dios. Sin perder nuestro carisma, sin renunciar a nuestra espiritualidad, sin abandonar nuestros propios proyectos, pero soñando juntos”.

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