El obispo de Mallorca llama a huir activamente de la indiferencia Sebastià Taltavull, ante el drama de la pandemia: "La solidaridad nos mantiene despiertos y sirviendo"

Sebastià Taltavull, obispo de Mallorca
Sebastià Taltavull, obispo de Mallorca

En su escrito semanal del Full Dominical, la revista de la diócesis de Mallorca, Taltavull alude al "drama" del paro provocado por la pandemia

Ser solidarios y vivir sobriamente significa decidirnos por una organización social y económica que piense más en la igualdad de todos y haga desaparecer el escándalo de las indiferencias

El obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, ha advertido de los actuales momentos de crisis por el coronavirus, el paro y la inmigración y, ante una coyuntura como ésta, ha afirmado: "Estamos llamados a ser solidarios y a vivir sobriamente".

En su escrito semanal del Full Dominical, la revista de la diócesis de Mallorca, Taltavull alude al "drama" del paro provocado por la pandemia y afirma que las estructuras sociales, económicas y políticas pueden cambiar, pero "el corazón humano se tiene que cuidar para aprender a reaccionar de manera responsable ante cualquier crisis".

La solidaridad, sostiene el obispo, "se convierte en amor social y nos mantiene despiertos y sirviendo mientras haya personas necesitadas".

En la actualidad, el paro y la inmigración, y la problemática personal y familiar que ambos generan, "no tienen que ser fenómenos ajenos a nuestra sensibilidad evangélica, ni dejarnos indiferentes".

"Hoy lo sabemos bien, el trabajo, a pesar de ser un derecho y un deber, no lo es para todos", mantiene el obispo de Mallorca, que reclama "aquella solidaridad efectiva que establezca la justa jerarquía de valores y coloque en primer lugar la dignidad de la persona".

"Somos invitados a velar, a ser solidarios y a vivir sobriamente, lo cual significa decidirnos por una organización social y económica que piense más en la igualdad de todos y haga desaparecer el escándalo de las indiferencias", señala Taltavull en su escrito.

El prelado propone una actitud de vigilancia interior y de encuentro con Cristo a través de la oración, los sacramentos y el trato con las personas más pobres de la sociedad.

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