'Mujeres en revuelta' desde el confinamiento Teresa Pascual: "Me llegan los lloros entrecortados de las hijas de Fátima, madre de 8 hijos, muriendo en el hospital"

Mujeres en revuelta
Mujeres en revuelta

"Tantas y tantas situaciones y vivencias concretas que me regalan y comparten estas mujeres en lo cotidiano de este vivir en confinamiento y en esta semana Santa 2020"

"El whatsapp que sólo expresa, en medio del maltrato que habitualmente vive, que sus hijos están bien y que ella, mal, pero que sigue"

La esperanza de una amiga, que desde el hospital dice:"el tubito de oxígeno sigue siendo como el cordoncito umbilical que me facilita la vida"

En la vida de Jesús de Nazaret estuvieron muy presentes y cercanas las mujeres. Hubo reciprocidad y empatía mutuas.. María, su madre, su primera educadora; la mujer de Samaría, a la que le pidió agua, la sirofenicia, que le posibilitó ensanchar su horizonte; Marta y María, sus amigas de Betania; las mujeres que le seguían como discípulas y que estuvieron al pie de la cruz ; Mª Magdalena, a la que él le hizo la primera apóstol.

En su último camino hacia la cruz, Jesús se detiene ante un grupo de mujeres. Nos dice Lucas 23, 27-32

“Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres, que se dolían y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque si en el leño verde hacen esto, ¿qué harán en el seco?”

"Se dolían y lamentaban"...

"Hijas de Jerusalén...llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos"...

Y ese dolor, lamento y llanto, hoy, en este tiempo de ese implacable COVID-19 que nos está sacudiendo y nos está atravesando con el sufrimiento, la muerte y también con respuestas de cercanía, ternura y esperanza nuevas, las mujeres, seguimos mirando, haciendo nuestros los rostros de tantos hijos e hijas...afrontando, luchando y resistiendo.

A mí, personalmente me van llegando e impactando:

los lloros entrecortados a través del móvil, de las hijas de Fátima, vecina de Cañada, madre de 8 hijos y que está muriendo en el hospital.

la impotencia de Sakina, que le ha pillado en Marruecos, no puede viajar y tiene en Cañada su familia.

el trabajo infatigable y a veces sin luz, de la madre de dos gemelos de muy pocos meses, que son el cuarto y quinto hijos de esa familia, por alargarles la ropa que se les está quedando pequeña y no tiene repuesto.

la llamada solidaria, para decirnos que hay vecinas que están sin papeles y sin ingresos y familias numerosas.

el whatsapp que sólo expresa, en medio del maltrato que habitualmente vive, que sus hijos están bien y que ella, mal, pero que sigue.

la mediación lingüística y social de R... y el riesgo en el que, a veces, pone su vida

la motivación por compaginar en el día a día el trabajo en la casa, el cuidado de su familia, con un empeño grande, por sacar el graduado en Secundaria

la esperanza de una amiga, que desde el hospital dice:"el tubito de oxígeno sigue siendo como el cordoncito umbilical que me facilita la vida".

Iglesia que sueño

Y así, tantas y tantas situaciones y vivencias concretas que me regalan y comparten estas mujeres en lo cotidiano de este vivir en confinamiento y en esta semana Santa 2020.

Y como éstas, otras muchas más...que cada una y uno puede narrar y agradecer.

Un Vía Crucis muy concreto y real que camina hacia la Pascua.

“En la calle de la cruz…las hijas de Jerusalén lloran por Jesús

que va cargando el madero; la muerte madura ha salido de su escondrijo

armada de lanzas y revestida con filacterias.

Mientras pasa Jesús por la calle estrecha, las mujeres de Sión tienen miradas tiernas

para abrazar al justo, lágrimas de manantial para ungir al inocente,

y un instante de caricia en el temblor de sus dedos hechos para acunar la vida.

Ya no sólo lloran por Jesús.

Respiran en el aire el dolor de dolores infinitos llegando desde el futuro,

una ciudad contaminada, una amenaza difusa eclipsando el sol de la tarde,

un presagio de furia degollando las gargantas,

una antorcha en la noche incendiando los hogares,

y el nombre de otros dioses en la punta de la espada.

No sólo lloran por Jesús.

Las mujeres lloran con Jesús por ellas mismas y por los hijos de sus hijos en la estrechez del parto”.

B. González Buelta

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