El fallecido obispo emérito de San Sebastián articuló una amplia 'pedagogía evangélica' Juan María Uriarte: un legado de paz (que no todos supieron reconocer)

Juan Maria Uriarte
Juan Maria Uriarte

Fue uno de los obispos que más habló (y trabajó) por la paz y, sin embargo, de los menos leídos, escuchados y más criticados (también por sus hermanos en el Episcopado) porque sus palabras, que di¡seccionaban perfectamente el mal, no eran condescendientes ni con los unos ni con los otros

Como pastor de aquella tierra flagelada por el terrorismo despiadado de ETA, fue articulando "una pedagogía evangélica" reunida en un volumen titulado Palabras para la Paz, muchas de las cuales resultaron proféticas y, otras, por el momento, siguen la lenta maduración que exigen las heridas abiertas que esperan ser cerradas con el bálsamo de un verdadero perdón

El que sigue es un pequeño extracto de la contribución a la cultura de la paz, de la reconciliación y el perdón de un pastor que, efectivamente, fue cuestionado por muchos por querer ser de todos, tratando de ser puente sobre aguas turbulentas que a punto estuvieron de arrastrarlo y le costaron las miradas inquisitivas de algunos eclesiásticos, llegando a crearse momentos de gran tensión en algunas plenarias episcopales

Fue uno de los obispos que más habló (y trabajó) por la paz y, sin embargo, de los menos leídos, escuchados y más criticados (también por sus hermanos en el Episcopado) porque sus palabras, que diseccionaban tan bien el mal, no eran condescendientes ni con unos ni con otros.

Aunque tampoco el recién fallecido Juan María Uriarte se libró de contradicciones, como supo reconocer una persona de su talla intelectual hace apenas cinco años, en un acto con el entonces obispo de Bilbao -de donde él fue auxiliar- Mario Iceta, al señalar que hubo un tiempo en que estaba "más preocupado por la paz social y por la ética de la paz que por las personas que más estaban sufriendo los efectos de esa falta de paz y de esa violencia, por las víctimas".

"Todos reaccionamos tarde, también la Prensa. No me justifico: a mí el Evangelio me tenía que haber hecho despertar antes y ayudar a despertar a otros", señaló quien fuera obispo de San Sebastián y falleció ayer a las dos de la tarde en el hospital de Basurto, en Bilbao, tras haber sufrido un ictus en su domicilio hace una semana. Este lunes, 19 de febrero, a las 17:00 horas, se celebrará su funeral en la basílica de Begoña.

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Y precisamente en esa diócesis donostiarra, como pastor de aquella tierra flagelada por el terrorismo despiadado de ETA, desde enero de 2000 a septiembre de 2008 fue articulando "una pedagogía evangélica" reunida en un volumen titulado Palabras para la Paz, muchas de las cuales resultaron proféticas y, otras, por el momento, siguen la lenta maduración que exigen las heridas abiertas que esperan ser cerradas con el bálsamo de un verdadero perdón. 

El que sigue es un pequeño extracto de la contribución a la cultura de la paz, de la reconciliación y el perdón de un pastor que, efectivamente, fue cuestionado por muchos por querer ser de todos, tratando de ser puente sobre aguas turbulentas que a punto estuvieron de arrastrarlo y le costaron las miradas inquisitivas de algunos eclesiásticos, llegando a crearse momentos de gran tensión en algunas plenarias episcopales.

Monseñor Uriarte
Monseñor Uriarte

LA IGLESIA EN EL PAÍS VASCO Y LA PAZ

"Siempre podemos y debemos hacer algo más por la paz. Pero, en honor a la verdad y a la justicia, hay que decir que, sin negar deficiencias y omisiones, nuestra Iglesia del País vasco ha ejercido y sigue ejerciendo una intensa misión educadora a favor de la paz. Algunos movimientos pacifistas importantes han nacido de grupos cristianos o se han nutrido de muchos afiliados creyentes. La educación para la paz y el aprendizaje de los alumnos para superar los conflictos de forma no violenta, es un objetivo muy subrayado en los colegios de la Iglesia".

"Es, pues, rigurosamente falso e injusto, que la Iglesia en el País Vasco sea condescendiente y tibia en la búsqueda de la paz, en la condena del terrorismo, en el aprecio de sus víctimas. Desgraciadamente, este es un error que ha hecho fortuna en muchos ambientes. Sería penoso que la difusión de este error redijera las posibilidades reconciliadoras de la Iglesia más allá del cese definitivo de ETA".

Octubre 2006

ETA: SIN JUSTIFICACIÓN

"ETA ha vuelto a irrumpir violentamente en la vida de este pueblo, sembrando ese nuevo desolación, indignación y temor al herir durante la pasada noche a dos guardias civiles y a otros seis ciudadanos. Este atentado merece una condena moral firme, inequívoca y tajante. No tiene justificación alguna. Constituye una grave violación de la seguridad y de la integridad física, derechos fundamentales de todo ser humano. Desmoraliza a una sociedad que, harta ya de violencia terrorista, anhela ardientemente y exige enérgicamente la paz. Alimenta la crispación y confrontación social"

Abril 2000

"¿En nombre de qué puedo se puede matar, herir, amedrentar, pro votar? ¿En nombre de qué libertad se pueden ahogar violentamente voces discordante de una sociedad plural? ¿En nombre de qué objetivos se puede producir tanto dolor familiar, tanto sobresalto social, tanta indignación popular? ¿En nombre de qué ideales se puede minar día tras día la esperanza de paz de todo el pueblo?"

Diciembre 2000

UNA IGLESIA RECONCILIADORA

"La Iglesia de Guipuzkoa sigue diariamente con apasionado interés el curso de la paz, sus avances y sus atascos. Se siente llamada por el Señor a favorecerla con todas sus fuerzas. Sabe que el drama que hemos vivido ha causado y sigue causando muchas heridas. Intuye que incluso tras la paz estas heridas serán un obstáculo para la verdadera reconciliación entre personas y entre grupos de un mismo pueblo. No puede menos de asumir la tarea reconciliadora como una misión encomendada por el mismo Jesucristo. Sintiéndose solidaria con su pueblo y partícipe de sus debilidades quiere predicar profesar, promover y pedir el perdón".

Septiembre 2005

Uriarte, obispo emérito de S. Sebastián
Uriarte, obispo emérito de S. Sebastián

PACIFICACIÓN

"La reconciliación de nuestro pueblo incluye y desborda, asimismo, la pacificación. Es necesario, es urgente, es capital que callen para siempre en nuestra sociedad las armas que matan, extorsionan y amedrentan. Un clamor popular masivo considera cada vez más intolerable la idea misma de la pervivencia de esta atrocidad. Pero un pueblo pacificado no es aún un pueblo reconciliado. Quedarán todavía muchas heridas antiguas y residentes por restañar, que requerirán un delicado tratamiento. Quedarán mutuas y viejas desconfianzas que será preciso ir disipando a través de signos veraces y eficaces credibilidad y de los buenos oficios de muchos artesanos de la reconciliación. En un momento u otro habrán de emerger por todos lados el espíritu de autocrítica, la generosidad para perdonar y la humildad para pedir perdón".

Junio 2004

CURAR LAS HERIDAS

"El efecto más patente y más doloroso de las confrontaciones destructivas son las víctimas, todas las víctimas. En ella queda, incluso tras la deseada pacificación, la marca de la injusticia y del sufrimiento. No sería seguidora de Jesús, el Buen Samaritano, una Iglesias que no ungiera con su aceite y desinfectara con su vino las heridas de todas las víctimas. No lo sería tampoco si discriminara a unas víctimas en aras de otras. La Iglesia ha de estar dispuesta a quedar mal ante muchos por atender a todos".

Junio 2006

LA ESPERANZA DE LA PAZ

"La auténtica esperanza de la paz es dinámica y activa. No se confunde con la espera pasiva del autobús que no acaba de llegar. Reclama de los responsables que antepongan intereses particulares a la paz. Pero nos urge a preguntarnos cada día qué podemos hacer individual y colectivamente para preparar la paz". (...)

"Para los creyentes, la esperanza histórica de la paz tiene su último apoyo en la esperanza definitiva que Dios nos ha prometido al resucitar a Jesucristo. Por eso, el creyente riega su anhelo y su esfuerzo pacíficos orando por la paz. El creyente que no ora por la paz no la espera con deseo y confianza, al menos como debe hacerlo un cristiano".

Septiembre 2006

José María Uriarte, obispo emérito de Donosti
José María Uriarte, obispo emérito de Donosti

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