Curas, religiosos y voluntarios siguen acompañando a enfermos y presos pese al miedo El Amor en tiempos del coronavirus

El Amor en tiempos del coronavirus
El Amor en tiempos del coronavirus

"Tenemos que compaginar la valentía y la prudencia", asegura Aurelio Carrasquilla, vicario para la Pastoral Caritativa y Social de Getafe

Capellanes de prisiones y hospitales se mantienen en sus puestos, aunque ha bajado la asistencia a las misas y las peticiones de comunión

"Nos lo dijo el Papa, y lo dice el Evangelio. Mateo 25: Estuve enfermo y vinisteis a verme, en la cárcel y me visitasteis. Y eso es lo que hacemos, y lo que seguiremos haciendo". Francisco es capellán en un centro penitenciario de la comunidad de Madrid. Desde hace años, reparte su vocación entre la parroquia y las visitas a los presos y a sus familias. 

La pandemia del coronavirus todavía no ha llegado con fuerza a las cárceles, pero las autoridades penitenciarias ya han restringido el acceso del personal no imprescindible. Entre ellos los capellanes. Javier, el capellán de Navalcarnero, asiste "con mucha pena" a todo lo que está pasando. "Desde ayer no podemos entrar", relata a RD. Sólo si hubiera alguna intervención especial o urgente (unción de enfermos, confesión...) "podría hacerse en locutorios".

Capilla de un hospital de Madrid

"La cárcel es parte de mi vida"

Donde sí continúa su trabajo directo es con las familias, "que no tienen vis a vis", e intentando preocuparse por la salud, física y especialmente psicológica, de los reclusos. "Hay algunos presos que llevaban esperando meses para un permiso, y ahora se los cancelan", lamenta. En lo personal, "estoy muy triste. Para mí, ir a la cárcel es parte de mi vida, pisar aquello, estar con los míos".

"Imagina su angustia: aquí al menos podemos usar el teléfono o las redes para preocuparnos por nuestros familiares o amigos. Ellos no tienen esos derechos", explica, recordando la última misa, el pasado sábado. "En la cárcel, el tema de los abrazos es muy especial. Eran ellos los que te abrazaban, la necesidad de cariño se aumenta exponencialmente".

Cartas a los presos

¿Y ahora? Javier lo tiene claro. "No los voy a dejar solos". Desde ayer, se ha encerrado en casa y ha comenzado a escribir cartas a todos los presos. "Que reciban de vez en cuando una carta para preguntarles cómo están. En el mundo real esto no tiene ya importancia, pero en la cárcel es un buen consuelo". "Nuestra labor es de llevar la calle a la cárcel. Ten en cuenta que las actividades también las han cerrado. No hay escuelas, intentarán evitar zonas comunes. Todo el día en el patio (mañana y tarde, tirados, como en verano, jugando al dominó) Una pena".

Cárcel de Navalcarnero

A la vez, anima a las familias a escribir, "que les cuenten que hay vida más allá de la cárcel". Porque "es muy importante la relación que tenemos con las familias. Nos reunimos con ellas una vez al mes en la parroquia, y estos días estamos en relación permanente". 

Los capellanes, en sus puestos

Por su parte, Aurelio Carrasquilla, vicario para la Pastoral Caritativa y Social de Getafe, está en contacto permanente con los capellanes de hospitales. "Hay centros, como el de Valdemoro, que tienen muchos casos (su capellán, José Antonio Medina Pellegrini, no da abasto en estos días), Otros, con muchos menos casos".

¿Cómo lo están afrontando? "Los capellanes están en sus puestos, acompañando a los enfermos, pero respetando la normativa de seguridad", explica. "Lo complicado de estar y cumplir a la vez lo que dice Sanidad", pero "es nuestra función, es nuestra misión. A veces es un poco difícil".

"Las parroquias han suspendido casi todas las actividades, solo mantenemos las celebraciones, sabiendo que la asistencia ha bajado mucho" añade Aurelio. Las misas en los hospitales han bajado muchísimo, y los capellanes están visitando a los enfermos y acompañando urgencias, siguiendo todos los protocolos.

Estuve en la cárcel, y me visitásteis

"No podemos dejar de ayudar", sostiene el vicario de Getafe. "En Cáritas hemos dejado de recibir en despachos, pero el reparto de alimentos continúa, y seguimos acompañando". Las parroquias, por el momento, siguen abiertas "para todo aquel que busque consuelo", concluye.

El clero es, a grandes rasgos, un potencial positivo de riesgo, por la edad y por el contacto con muchas personas a lo largo del día. "Somos un colectivo que se puede contagiar, y que puede transmitir. Por eso, tenemos que compaginar la valentía, como nos pide el Papa, con la prudencia. La Iglesia acompaña el dolor y el sufrimiento, lo seguiremos haciendo", añade Aurelio.

Como también afirman, desde el silencio, los hermanos de San Juan de Dios, los camilos, tantos y tantos religiosos dedicados a los enfermos, los ancianos y los sufrientes. El rostro del Amor, con mayúscula, en estos tiempos de coronavirus. Un aplauso agradecido.

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