"La sangre de Elena, Alba y Sandra grita a Dios desde el suelo", expresa Julián Barrio El arzobispo de Santiago preside el funeral por las tres mujeres asesinadas en Valga

Funeral de las mujeres asesinadas en Valga
Funeral de las mujeres asesinadas en Valga

Lamenta profundamente la muerte "de nuestras hermanas, causada por una violencia, siempre injusta e irracional, perversa y nunca justificable"

"Con esta tragedia hemos perdido a unas personas que formaban parte de nuestra convivencia, de nuestra cercanía, de nuestro afecto"

El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, presidió este miércoles el funeral por las tres mujeres asesinadas en Valga, Elena, Alba y Sandra.

“Nos hemos sentido profundamente estremecidos por las muertes trágicas de nuestras hermanas cuya sangre grita a Dios desde el suelo”, expresó el arzobispo.

En su homilía, monseñor Barrio lamentó profundamente esa “muerte, la de nuestras hermanas, causada por una violencia, siempre injusta e irracional, perversa y nunca justificable y por una decadencia moral que lleva a justificar las malas acciones y los errores”.

En ese acompañamiento del arzobispo con su presencia y con su palabra a la familia de las tres mujeres asesinadas, D. Julián señaló: “¡Cómo estamos necesitando educar en los valores que dan sentido a la vida. La persona no es algo de usar y tirar.  Querido abuelo y demás familia, sé que vais a educar a Fernando y a Hugo en la memoria agradecida, en el amor y no en el odio”.

Monseñor Barrio recordó que al tener noticia del asesinato de la madre de los pequeños, de su hermana y de su madre, “recé por ellas pero he rezado también por vosotros de manera especial, queridos familiares, porque nosotros no estamos preparados para afrontar la muerte de las personas a las que queremos. Con esta tragedia hemos perdido a unas personas que formaban parte de nuestra convivencia, de nuestra cercanía, de nuestro afecto. En oración reanudamos con ellos un diálogo interrumpido bruscamente por la muerte y consolidamos los vínculos de una comunión que la muerte no ha podido romper”.

El arzobispo compostelano agradeció a los asistentes al funeral su “presencia, oración y solidaridad cristiana. Dejemos el destino de nuestras hermanas en sus divinas manos con dolor pero con paz, con lágrimas pero con esperanza. Hoy sentimos la necesidad de corazón de ofrecerles a ellas la ayuda afectuosa de nuestra oración pidiendo que participen de la felicidad eterna con Dios Padre”.

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