Tres generaciones de una familia aporta muchos miembros a la pequeña Hermandad Universitaria de Salamanca La familia apuntala el relevo generacional en cofradías de la España vacía

La familia apuntala el relevo generacional en cofradías de la España vacía
La familia apuntala el relevo generacional en cofradías de la España vacía Cristina García Casado, Efe

Los emblemas de colores (rojo, azul, amarillo según la rama de estudios) son la única nota de color de esta procesión sobria y austera, caracterizada por el hábito más sencillo de la Pasión salmantina: una túnica negra de tela modesta y alpargatas

"Mi hijo tenía ganas, todo lo que sea ir con su padre y con su abuelo a algunos sitios, para adelante, cualquier cosa que se le diga"

La tradición familiar mantiene el relevo generacional en las cofradías y hermandades de la España vacía, donde se buscan ideas para conservar las procesiones ante el alejamiento juvenil del catolicismo.

José Miguel Martí va a cumplir 78 años el mes que viene y hace tres que le operaron de cáncer de riñón. Pensó que ésta iba a ser la primera vez en tres décadas en faltar a la procesión Universitaria de Salamanca, pero al final ha sido la más especial: ha salido con su nieto Daniel, de diez años, y con su yerno Javier Cruz, de 43.

Tres generaciones de una familia que aporta muchos miembros a la pequeña Hermandad Universitaria. Entre los 200 hermanos, hay padrinos, primos, consuegros, tíos y amigos íntimos de los Cruz Martí.

Quienes introdujeron a la familia en la hermandad fueron las mujeres: la esposa de Martí en 1986 y sus dos hijas que entonces tenían 10 y 12 años, y que no quisieron repetir porque justo ese año nevó sobre la procesión y "se les hizo muy duro".

La Hermandad Universitaria de Salamanca, que este Martes Santo ha cumplido 75 años, se convirtió en 1978 en la segunda de la ciudad en dejar participar a la mujer con igualdad de condiciones.

Salir con el abuelo y el padre

Martí relevó a su mujer en la hermandad, tras "deshacerse" la cofradía en la que participaba. Cruz y su esposa comenzaron en el coro que canta en el acto central de la procesión en el Patio de Escuelas durante la solemne procesión del silencio.

"Mi yerno se fue arrimando y se metió más y más en la hermandad hasta que entró, ¡de golpe a cargar con el paso!", cuenta Martí, quien este año tiene que salir con zapato cerrado en lugar de con las sandalias de esparto penitentes porque la herida de su operación "aún está tierna".

Martí hizo en su día Graduado Social y Javier Cruz es profesor de la Universidad de Salamanca, pero en la Hermandad Universitaria no es un requisito tener carrera ni vínculo con la academia desde la crisis de la Semana Santa de la ciudad en los años 70.

Daniel Cruz, con sus diez años recién cumplidos, desfila con el emblema de color blanco, el que portan quienes no tienen estudios universitario y los que pertenecen a Teología.

Los emblemas de colores (rojo, azul, amarillo según la rama de estudios) son la única nota de color de esta procesión sobria y austera, caracterizada por el hábito más sencillo de la Pasión salmantina: una túnica negra de tela modesta y alpargatas.

"Estoy feliz de que puedan estar todos"

Pocas horas antes la procesión, Daniel Cruz estaba en Huelva jugando un campeonato de fútbol, un deporte en el que, según se encarga de recordar su orgulloso abuelo durante la conversación, "es buenísimo".

"Estoy feliz de que puedan estar todos, está mi abuelo, está mi padre, están mis primos que viven en Bruselas y tienen 8 y 12 años, una niña y un niño, nos encontramos siempre aquí en Semana Santa", cuenta a EFE.

Mientras le busca la cruz por la Clerecía, Javier Cruz añade: "Mi hijo tenía ganas, todo lo que sea ir con su padre y con su abuelo a algunos sitios, para adelante, cualquier cosa que se le diga".

Daniel sale, con los niños, delante del paso del Cristo de la Luz y la Madre de la Sabiduría. Porta una cruz ligera de madera negra, mientras que los mayores cargan pesadas cruces de pino en esta procesión de penitencia.

Abuelo, yerno y nieto se despiden en la Clerecía antes de salir la procesión al son del 'Gaudeamus igitur', himno universitario. Cruz se mete debajo del paso con otros 18 hombres y una mujer, Patricia Alaguero, que cargará un mes después de parir por cesárea y lo hará precisamente por "lo mucho" que le ha costado tener a su hijo.

Los más altos van atrás y los más bajos adelante, para darle una ligera inclinación al conjunto escultórico. El hijo de Alaguero será hermano en unos días, en cuanto lo bauticen, el único requisito para pertenecer a esta hermandad que, como tantas en la España vacía, busca fórmulas para acercarse a los jóvenes que no tienen este legado familiar o se han alejado del catolicismo.

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