Los obispos españoles, emocionados ante el regreso de las misas abiertas al público "Muchos fieles celebraban y recibían la Comunión con lágrimas en los ojos"

El obispo de León y el deán, abren las puertas de la catedral este lunes
El obispo de León y el deán, abren las puertas de la catedral este lunes Diócesis de León

Ginés García Beltrán: "Quizás nunca hemos valorado tanto la Eucaristía como hoy. Lo que se desea, lo que se añora, se vive más en el reencuentro"

Carlos Osoro: "La Eucaristía es la fuente de la vida cristiana. Es una gracia enorme para un pastor poderla celebrar con fieles"

Joan Planellas: "La Iglesia no es sólo palabra, sino presencia y encuentro”

José Cobo: "Puedo palpar que la eucaristía está recubierta de rostros, de nombres y de historias. Así percibo de forma más intensa que somos Pueblo de Dios"

A las doce del mediodía, justo frente al parteluz con la imagen de la Virgen Blanca, después del repique de campanas, el obispo de León, Julián López, junto al deán en funciones, procedieron a la 'apertura simbólica' de las dos hojas de la puerta principal de la catedral. “Lo hemos vivido con especial alegría, teníamos ganas de encontrarnos de nuevo con el pueblo”, afirmaba el obispo.

Como él, muchos prelados españoles vivieron ayer un momento muy especial, una nueva 'primera vez', al regresar el contacto diario con los fieles en torno a la Eucaristía. No porque en los últimos meses no hubiera existido -los templos han seguido abiertos, y todos los obispos han celebrado misas, aunque la mayor parte de ellas retransmitidas-, sino porque faltaba el olor, el sabor, la presencia física del santo Pueblo de Dios. “Aún queda mucho para recuperar la 'normalidad', el contacto físico, las iglesias llenas, pero poder volver a ver a tus fieles frente a ti es impagable”, afirma un arzobispo.

Argüello, ayer, con mascarilla
Argüello, ayer, con mascarilla ep

Dolor compartido

RD ha recorrido algunas de las diócesis de nuestro país, de la mano de sus obispos, que 'abren su corazón' y nos muestran sus sensaciones tras la reapertura de templos al público. “Mi primera celebración en esta nueva etapa ha sido la Pascua del Enfermo en la capilla del hospital”, nos cuenta Luis Argüello. El obispo auxiliar de Valladolid y secretario general de la CEE ha recordado a un sacerdote fallecido, miembro del equipo pastoral. “He percibido el agradecimiento por la presencia del servicio religioso en un lugar donde la fragilidad y la muerte se hacen presentes como también el trabajo de todo el personal del Hospital al que, de nuevo, agradezco su entrega”.

El obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, hace suyos los sentimientos de los curas de su diócesis, y de los fieles. “Hoy ha habido mucho sentimientos que se mezclaban y no solo en mi corazón sino en el de tanta gente que hace dos meses que no había podido participar en la Eucaristía en el templo”.

Los resume en tres. En primer lugar, la “alegría unida al agradecimiento de poder celebrar nuevamente la Eucaristía en comunidad, en una presencia física”. Una alegría “por volver a hacer realidad el encuentro con el Señor”. En segundo lugar comprobar cómo “muchos fieles celebraban y recibían la Comunión con lágrimas en los ojos”. Y es que, afirma el obispo de Getafe, “quizás nunca hemos valorado tanto la Eucaristía como hoy. Lo que se desea, lo que se añora, se vive más en el reencuentro. Hoy hemos sentido la Eucaristía como el verdadero signo del amor verdadero y entregado”.

Finalmente, “la fe sincero en lo que hacíamos”. “En este tiempo no solo no se ha debilitado la fe en la Eucaristía y en los sacramentos sino que es más fuerte y más profunda. La Eucaristía que nos fortalece para vivir las Caridad con los hermanos, especialmente los más pobres, que nos consuela para poder consolar”, concluye el obispo de Getafe.

El cardenal de Madrid, Carlos Osoro, que acaba de cumplir 75 años en pleno confinamiento, ve el regreso de las misas con público como un regalo. “Los sacerdotes estamos llamados a vivir al servicio del Evangelio y de la Iglesia a la que amamos”, nos cuenta. “Hemos de estar en medio de las personas como Jesús y acompañarlas en todas sus necesidades”.

Dificultades y creatividad

“En este tiempo de pandemia lo hemos tenido que hacer de formas distintas, afrontando dificultades y con creatividad. Con las cautelas higiénicas y organizativas necesarias para garantizar la salud de todos, para mí es una alegría poder reunir de nuevo a los discípulos de Jesús en torno a la mesa de la Eucaristía, donde Él se hace realmente presente, se nos da en alimento y nos dice que, de lo que comemos, demos”, subraya Osoro , quien añade que “la Eucaristía es la fuente de la vida cristiana. Es una gracia enorme para un pastor poderla celebrar con fieles”.

Su obispo auxiliar, José Cobo, confiesa que “tenia sed de poder celebrar el cruce de vidas en torno a Jesucristo. Creo que todos teníamos necesidad de hacer visible la mística del estar juntos”. “Después de un largo ayuno, con emoción puedo palpar que la eucaristía está recubierta de rostros, de nombres y de historias. Así percibo de forma más intensa que somos Pueblo de Dios”, apunta Cobo.

Para el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, la sensación más importante es la ilusión, “ilusión de volver a tener un contacto real con el Pueblo de Dios y no meramente telemático. Porque la Iglesia no es sólo palabra, sino presencia y encuentro”.

Es una alegría volver a encontrarse

El obispo de Teruel, Antonio Gómez Cantero, apunta que “los curas de la diócesis están contentos. Excepto personas muy mayores muchos han vuelto a misa. Y no deja de ser complicada la limpieza del templo después de cada celebración. Pero siempre ha habido personas voluntarias”. En Teruel, “algunas parroquias rurales esperan para abrir el 31 de mayo o el 7 de junio. Los curas se han reunido con los consejos de pastoral y han tomado las decisiones de apertura. Es una alegría volver a encontrarse”.

Finalmente, el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo, confiesa que “nunca me había sentido más cerca de mi gente, pese a estar más recluido que nunca”. En estos días, nos cuenta, “he estado en contacto con las residencias de ancianos, con los centros de educación especial... el teléfono no ha parado de sonar”. Y es que así también se construye Iglesia, no sólo yendo a misa.

“La vida ha continuado. Como nunca he vivido con más intensidad todo lo que ha acontecido en el hogar de cada uno de nuestros feligreses. A medida que iban pasando los días, iban apareciendo enfermos, muertos, dificultades...” nos cuenta. “Fui a enterrar al mendigo que estaba en la puerta de los claretianos, yo hice el responso, fue de los momentos más entrañables de todo este tiempo”. Cincuenta días “intensos. Es estremecedor lo que está sucediendo. Hay muchas familias de clase normal, media, que se han quedado sin nada. Tenemos que repensar nuestra presencia con los más necesitados”. Desde ayer, toda España, con los templos abiertos y, con restricciones, presencia de fieles.

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